Esta mañana mi aplicación dejó de cargar. Lo primero que pensé fue: “he roto algo”. Revisé el código, los logs, las dependencias. Todo en orden. Hasta que descubrí que Vercel, la plataforma donde hospedo mi proyecto, había sido bloqueada en España. ¿El motivo? Una orden judicial promovida por LaLiga. ¿La causa? Alguna web sospechosa, en algún momento, podría haber retransmitido ilegalmente un partido. ¿La solución? Bloquear rangos enteros de IPs en Cloudflare, Vercel, Fastly o GitHub Pages, sin mirar a quién afectan.
Esto no es ficción. Esto está ocurriendo. Hoy.
Y lo más grave es que todo esto cuenta con el respaldo legal del Juzgado de lo Mercantil nº 6 de Barcelona, que permite aplicar este tipo de censura sin juicio, sin aviso y sin consecuencia para quienes ejecutan el bloqueo.
El mito del “bloqueo quirúrgico”
La propia LaLiga asegura en su web que “no se trata de un bloqueo masivo e indiscriminado”. Lo cierto es que eso es exactamente lo que están haciendo. Se bloquea por defecto, se pregunta después. Miles de servicios legítimos, pequeños negocios, portfolios profesionales, tiendas, blogs, apps educativas y herramientas críticas están siendo arrastradas a la oscuridad digital por el simple hecho de compartir infraestructura con otra web sospechosa.
Hoy ha sido Vercel. Pero ayer fue Render. Antes fue GitHub Pages. ¿Mañana? Steam, Netlify, tu backend, tu blog personal o la web donde tus padres anuncian su negocio local. Todo puede caer si se le cruza por delante a la maquinaria jurídica de LaLiga.
Esto no va de piratería. Va de control.
La guerra contra el streaming pirata se ha convertido en la excusa perfecta para instaurar un modelo de censura técnica y preventiva, que destruye uno de los pilares fundamentales de Internet: la neutralidad de la red.
Y no nos equivoquemos: esto no es protección de derechos. Es represión preventiva para proteger intereses económicos de un lobby con conexiones profundas, poderosas y bien engrasadas. Porque aquí nadie evalúa proporcionalidad. No se distingue entre un CDN global y un canal ilegal. Se usa la escopeta cuando hace falta un bisturí.
¿Dónde está el derecho a la defensa?
¿Quién nos protege a los desarrolladores, startups, medios, ONGs y profesionales que dependemos de estas plataformas? Nadie. No hay derecho a apelación, ni a notificación previa. Uno se entera cuando su web deja de funcionar y descubre que está fuera de juego en una guerra digital que no le pertenece.
Estamos hablando de bloqueos que violan derechos fundamentales:
- Derecho a la libertad de información
- Derecho al trabajo digital
- Derecho a utilizar herramientas legítimas
- Derecho a una red segura y neutral
Y sin embargo, todo esto pasa de puntillas en los grandes medios. Porque claro… “es por el fútbol”.
El silencio cómplice y la arrogancia del poder
En este país, criticar a LaLiga es casi tabú. Como dijo el propio Javier Tebas, presidente de LaLiga, «esto solo molesta a cuatro frikis». Pero resulta que esos “frikis” somos quienes mantenemos buena parte del tejido digital, quienes desarrollamos las apps, los medios, los ecommerce, la educación online. Somos quienes estamos construyendo el futuro. Y lo están saboteando.
Este abuso de poder no solo demuestra ignorancia técnica, sino también desprecio institucional por la innovación digital en España. Bloquear rangos de IPs enteros sin distinción no es una solución, es un atropello.
Un llamado urgente a reaccionar
Hoy me ha tocado a mí. Mañana puede ser tu negocio, tu aula virtual, tu página profesional. Y si no alzamos la voz, esto se normaliza. Y entonces sí que estaremos todos fuera del juego.
Lo decimos muchos, pero pocos nos escuchan. Algunos, como Jaume Pons, Román Ramírez o Marc A. llevan tiempo intentando visibilizarlo, incluso a través de directos como este donde explican los detalles de este atropello jurídico-tecnológico.
Y mientras tanto, cada semana caen más webs. No por ser ilegales. Sino por ser vecinas.
Es hora de poner límites. No a Internet. Sino al abuso de quienes dicen protegerlo mientras lo dinamitan por dentro.