Qué son los reactores nucleares modulares que Ayuso quiere investigar para Madrid: más pequeños, más rápidos de desplegar y con nuevas garantías de seguridad

La Comunidad de Madrid ha puesto la lupa en la energía nuclear de nueva generación. El gobierno regional que preside Isabel Díaz Ayuso ha anunciado una estrategia para aumentar la investigación en tecnologías nucleares —incluidos los reactores modulares pequeños (SMR)— con el fin de reforzar la seguridad de suministro y atraer talento científico e industrial al ecosistema madrileño. El plan, presentado en el Debate del Estado de la Región, moviliza programas específicos de atracción de investigadores y alinea a centros como IMDEA Energía en alianzas europeas del sector, en un contexto de fricción con la política estatal de cierre escalonado del parque nuclear entre 2027 y 2035.

Mientras Madrid sondea el terreno investigador, otros países ya han dado pasos regulatorios y comerciales. Reino Unido ha elegido a Rolls-Royce SMR como licitador preferente para construir los primeros SMR del país, dentro del programa Great British Energy – Nuclear, con el objetivo de conectar proyectos a mediados de la década de 2030. En paralelo, el sector digital empieza a “casar” SMR con los picos de potencia de la inteligencia artificial: Google ha firmado un acuerdo para comprar electricidad procedente de múltiples SMR de Kairos Power en EE. UU., con la aspiración de empezar a cubrir demanda de centros de datos en torno a 2030 (Oak Ridge, Tennessee, en colaboración con la TVA).

A partir de aquí, una guía para entender qué son los SMR, cómo funcionan, qué prometen y qué dudas siguen abiertos.


Qué es exactamente un SMR

Los Small Modular Reactors son reactores nucleares de hasta 300 megavatios eléctricos (MWe) por unidad —aprox. un tercio de la potencia de un reactor convencional—, diseñados para fabricarse por módulos en fábrica y ensamblarse en destino, con tiempos de construcción más cortos y economías de serie. La IAEA y la Comisión Europea sitúan su rango típico entre 20 y 300 MWe y estiman una producción diaria de hasta 7,2 millones de kWh, frente a los 24 millones de kWh/día de una gran central de >1.000 MWe.

Aunque el paraguas “SMR” incluye tecnologías muy distintas (agua ligera, sales fundidas, metales líquidos), Rolls-Royce SMR apuesta por un PWR (reactor de agua a presión) “clásico” con innovaciones clave, entre ellas un circuito primario sin ácido bórico (boron-free), lo que reduce la corrosión, el consumo de agua y la generación de residuos secundarios.

Nota: pese a la definición estándar (≤300 MWe), el diseño británico de Rolls-Royce alcanza ≈470 MWe por unidad —la empresa mantiene la etiqueta SMR por su modularidad industrial y ciclo de construcción—.


Cómo funcionan: fisión, dos circuitos y un empaquetado industrial

El principio físico es el mismo de la nuclear convencional: fisiones de uranio que generan calor, agua a alta presión que extrae esa energía en el circuito primario, y un segundo circuito independiente donde se produce vapor para mover turbinas. La diferencia está en el escalado (potencia más baja por reactor), la compacidad del diseño, y el alto grado de prefabricación que permite estandarizar seguridad, operación y mantenimiento. En el caso de Rolls-Royce, el combustible previsto es uranio enriquecido al 4,95 %, típico de PWR comerciales, con la citada operación sin boro soluble durante la marcha normal.


Qué prometen: velocidad, coste, seguridad y usos más allá del kilovatio

1) Despliegue más rápido y predecible.
La modularidad traslada el grueso del trabajo a fábrica (módulos repetibles y probados), reduce obra civil y permite planificar escalados por “bloques”. Reino Unido estima tres unidades iniciales tras la adjudicación preferente, con conexión a red a mediados de los 30 si se cierran contratos y licencias en plazo.

2) Costes más bajos por economía de serie.
En vez de megaproyectos únicos y complejos, el modelo industrial busca serie larga, efecto aprendizaje y capex más controlable. (La promesa, eso sí, deberá contrastarse en costes reales cuando entren en operación comercial.)

3) Seguridad “pasiva” e inercias favorables.
La baja potencia, la compacidad y sistemas “pasivos” (que no requieren energía externa ni intervención humana para entrar en estado seguro) mejoran la tolerancia a fallo. La estandarización —mismo diseño, mismas pruebas y misma formación— reduce variabilidad e incertidumbre frente a plantas únicas a medida.

4) Usos flexibles del calor.
Además de electricidad, un SMR puede suministrar calor de proceso para hidrógeno, desalación o combustibles sintéticos, abaratando procesos industriales difíciles de descarbonizar. La UE recoge estos coproductos como parte del atractivo estratégico de la tecnología.

5) Integración con centros de datos e IA.
Los grandes “campus” de computación necesitan energía 24/7 y estabilidad de red. De ahí los PPAs anunciados por Google con Kairos Power: múltiples SMR para cubrir la base de carga de centros de datos de IA en EE. UU., con la TVA como socio público y primeras metas hacia 2030. También surgen acuerdos en el ecosistema (p. ej., Oklo–Vertiv para acoplar calor nuclear y refrigeración de data centers).


Qué dudas siguen encima de la mesa

Licenciamiento y plazos reales.
El “mid-2030s” británico es ambicioso: combina trámite regulatorio, financiación, cadena de suministro y aceptación social. La experiencia industrial en serie —clave de la ecuación de costes— todavía está por demostrar fuera de los prototipos.

Combustible y ciclo.
Muchos SMR de agua ligera usan combustibles estándares (LEU ~4–5 %), pero algunos diseños avanzados apuntan a HALEU (hasta 19,75 %), con oferta aún limitada. Planificar suministro y gestión de residuos sigue siendo tan estratégico como la obra civil. (Marco general del sector: World Nuclear Association).

Coste nivelado frente a alternativas.
La apuesta SMR compite con renovables + almacenamiento, ciclos flexibles y respuesta a la demanda. El valor diferencial es energía firme libre de carbono y uso de calor; la clave será el precio final del MWh.

Aceptación local y coordinación de red.
Menor huella y agua de refrigeración facilitan emplazamientos, pero la percepción pública y la planificación eléctrica (evitar “islas”) importan tanto como la ingeniería.


¿Qué significa para Madrid?

La iniciativa de la Comunidad no propone construir reactores, sino impulsar investigación, talento y colaboración con polos europeos para no llegar tarde si la tecnología cuaja. Madrid ya ha anunciado nuevos proyectos universitarios y distritos de innovación vinculados a industria, aeroespacial y energía, lo que puede crear masa crítica en materiales, simulación, seguridad y regulación.

Un ecosistema científico-industrial sólido permitiría a la región posicionarse en tres frentes:

  • I+D (materiales resistentes, instrumentación, digital twins, ciberseguridad),
  • ingeniería modular (fabricación de componentes en serie),
  • aplicaciones acopladas (hidrógeno, desalación, calor urbano o campus de IA), aun cuando la operación nuclear en España dependa de marcos estatales y europeos.

Cuánto producen y cuánto ocupan

Como referencia institucional, un SMR típico (≤300 MWe) puede generar ≈7,2 millones de kWh al día; una gran central de 1.000+ MWe ronda los 24 millones de kWh/día. En el extremo superior, el Rolls-Royce SMR (≈470 MWe) declara potencia suficiente para ≈1 millón de hogares durante décadas en operación nominal.

El empaquetado compacto, la menor agua de refrigeración y la obra modular reducen huella y obra en campo. El objetivo industrial es que la mayor parte del montaje ocurra bajo techo y que la intervención in situ se limite a integración, pruebas y conexión a red.


¿Más seguros?

La seguridad de un SMR se apoya en:

  • Diseños pasivos: el reactor entra en estado seguro por física (convección natural, disipación, válvulas de alivio) sin depender de energía externa.
  • Menor potencia por unidad: reduce inventario térmico instantáneo y simplifica la gestión de accidente de diseño.
  • Estandarización: mismos módulos, mismas pruebas y misma formación = menos “sorpresas” de ingeniería en cada emplazamiento.
  • Innovaciones químicas: en el caso de Rolls-Royce, la eliminación del ácido bórico del primario reduce corrosión y residuos líquidos.

La seguridad absoluta no existe —ni en nuclear ni en otras energías—, pero el diseño intrínseco + pasivos y la serie industrial pretenden mejorar el margen respecto a grandes plantas únicas.


¿Y los plazos?

A escala país, Reino Unido aspira a asignar emplazamientos este año y conectar a mitad de los 30, si la tramitación y los contratos se cierran en tiempo. A escala corporativa, Google–Kairos–TVA apuntan inicio de suministro en torno a 2030 para centros de datos. En España, la vía madrileña es hoy investigación, talento y cadena de valor, no construcción operativa.


Lo que viene

Para Madrid —y para España— el debate no es solo tecnológico: es industrial, regulatorio y formativo. Si la ola SMR se consolida en Reino Unido y EE. UU., el mayor riesgo no es “probar” y fallar, sino no estar en la cadena de suministro, en los estándares y en la capacidad de decisión. El movimiento anunciado por la Comunidad se lee así: colocarse en la foto de la próxima década mediante investigación aplicada y alianzas internacionales, mientras la política energética nacional define su horizonte nuclear.


Preguntas frecuentes

¿Qué es exactamente un SMR y cuánta energía produce?
Un reactor modular pequeño es una unidad ≤300 MWe (definición IAEA/UE) fabricada por módulos para montaje rápido. Puede generar ≈7,2 millones de kWh/día; una gran central de >1.000 MWe llega a ≈24 millones de kWh/día.

¿Por qué Reino Unido y grandes tecnológicas apuestan por SMR?
Por su despliegue más rápido, energía firme libre de carbono y compatibilidad con usos como data centers. Reino Unido ha elegido a Rolls-Royce como preferente; Google ha firmado PPAs con Kairos Power y la TVA.

¿Son más seguros que una central tradicional?
Incorporan diseños pasivos, potencias menores y estandarización modular. En el diseño de Rolls-Royce destaca el primario sin ácido bórico, que reduce corrosión y residuos. La seguridad total no existe, pero mejoran inercias y márgenes de seguridad.

¿Qué papel jugaría Madrid si no va a construir reactores?
El plan regional apuesta por I+D, formación y cadena de suministro, integrando a IMDEA y universidades y compitiendo por alianzas europeas y proyectos piloto. Es una vía para captar talento y posicionar industria aunque la operación nuclear dependa de decisiones estatales.

vía: Gov.uk, NuclearWire, El español y El País. Foto de archivo del SMR Kairos.

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