Lai Ching-te recuerda los antiguos vetos a fábricas en China mientras EE. UU. se replantea las ventas de Nvidia a Pekín

El presidente de Taiwán, Lai Ching-te, ha aprovechado una entrevista con el periodista Andrew Ross Sorkin en el DealBook Summit de The New York Times para lanzar un mensaje muy calculado al corazón de la guerra de los chips: los semiconductores son un recurso global que exige cooperación… pero también límites claros frente a China cuando hay riesgos estratégicos.

Sus palabras llegan justo cuando Washington debate si flexibilizar las restricciones que impiden a Nvidia vender sus chips de inteligencia artificial más avanzados al mercado chino, un punto de fricción clave en la competencia tecnológica entre las dos grandes potencias.


Semiconductores como “ecosistema global”

En la entrevista, Lai evitó pronunciarse de forma directa sobre la política interna estadounidense —incluida la decisión sobre Nvidia—, pero sí dibujó un marco muy claro: el de un ecosistema de semiconductores repartido entre varias democracias avanzadas.

Según la transcripción oficial de la Presidencia taiwanesa, Lai subrayó que la industria de chips no pertenece a un solo país, sino que funciona como una cadena interdependiente: Estados Unidos domina el diseño y el mercado, Japón aporta materiales y equipamiento clave, Países Bajos suministra las máquinas de litografía más avanzadas y Taiwán se especializa en la fabricación lógica de vanguardia, mientras Corea del Sur lidera la producción de memoria.

Bajo esa lógica, defendió que Taiwán apoya que empresas como TSMC sigan invirtiendo en Estados Unidos, Japón o Europa para reforzar la resiliencia del suministro y reducir la dependencia de China, una idea alineada con las estrategias de “de-risking” que impulsa tanto Washington como Bruselas.


El precedente taiwanés: cuando se frenó la fuga de fábricas a China

Preguntado específicamente por el debate en EE. UU. sobre si compañías como Nvidia deberían poder vender sus chips más avanzados a China, Lai recordó que Taiwán ya vivió una discusión similar hace más de dos décadas.

A comienzos de los años 2000, el Gobierno y la sociedad taiwanesa se enzarzaron en un intenso debate:
¿debían las fundiciones de chips de última generación instalar fábricas en territorio continental chino?
La conclusión política fue clara: las plantas con nodos punteros no debían trasladarse a China.

Con el paso del tiempo, Lai defendió que aquella decisión fue acertada: si Taiwán hubiese trasladado sus procesos más avanzados al otro lado del estrecho, el país no tendría hoy la posición estratégica que ocupa en la industria mundial de semiconductores. Es precisamente esa capacidad —con TSMC como pieza central— la que ha convertido a la isla en un actor clave tanto para la economía digital como para la seguridad de Estados Unidos y sus aliados.

El presidente no dijo expresamente qué debería hacer Washington con Nvidia, pero el paralelismo es evidente: frente a un vecino autoritario con ambiciones territoriales sobre la isla, contener la transferencia de capacidades críticas se presenta como una línea roja razonable desde Taipéi.


Washington revisa los límites a las ventas de Nvidia a China

Mientras tanto, en Estados Unidos continúa el debate sobre hasta dónde deben llegar los vetos a las exportaciones de chips de IA hacia China. Tras las restricciones aprobadas bajo la Administración Biden, que impidieron vender GPUs como la H100 o la H200 a clientes chinos, la nueva Administración Trump ha señalado que revisará si ciertas limitaciones generan “obstáculos innecesarios” para las empresas estadounidenses y para la competitividad del país.

Nvidia, convertida en símbolo del boom de la IA generativa, presiona para poder seguir atendiendo al mercado chino con versiones recortadas de sus chips, mientras el aparato de seguridad nacional advierte del riesgo de que Pekín use esa potencia de cálculo para entrenar modelos avanzados aplicables a usos militares o en ciberespionaje.

En ese contexto, la intervención de Lai funciona como recordatorio de que las decisiones de hoy sobre exportaciones pueden redefinir el mapa tecnológico durante décadas, tal y como ocurrió con las reglas taiwanesas que limitaban la inversión en fábricas avanzadas en China.


Diversificación, IA y el papel central de Taiwán

Más allá de los controles de exportación, Lai insistió en que la prioridad de Taiwán es reforzar su propia resiliencia: reducir la dependencia económica de China continental, aumentar la inversión en defensa y anclar todavía más su industria en las alianzas con EE. UU., Japón y Europa.

La explosión de demanda de chips para inteligencia artificial —que impulsa gigantes como Nvidia, AMD o Intel— ha hecho que las fundiciones de Taiwán trabajen al límite de su capacidad. En paralelo, EEUU y la UE aceleran sus propias fábricas subvencionadas bajo el paraguas del CHIPS Act y los programas europeos, precisamente para evitar que un conflicto en el estrecho de Taiwán paralice la economía digital global.

El mensaje de Lai al foro financiero del DealBook Summit es doble:

  • Taiwán quiere seguir siendo un socio fiable en ese ecosistema global de semiconductores.
  • Pero al mismo tiempo apoya límites firmes a la transferencia de capacidades estratégicas a China, apoyándose en la experiencia de las últimas décadas.

En un momento en el que Washington se plantea si abrir una rendija a las ventas de Nvidia hacia China, esa combinación de cooperación y cautela envía una señal clara: los chips pueden ser un recurso global compartido, pero su distribución nunca será neutral en la geopolítica del siglo XXI.


Preguntas frecuentes sobre Lai, Nvidia y el pulso por los chips

¿Qué ha dicho exactamente Lai Ching-te sobre los semiconductores?
Ha descrito la industria de los chips como un “ecosistema” global en el que distintos países aportan piezas esenciales —desde el diseño hasta los equipos de litografía o la fabricación—, y ha defendido que los semiconductores deben verse como un activo compartido, no como propiedad exclusiva de una sola nación.

¿Respaldó Lai que EE. UU. permita a Nvidia vender sus chips más avanzados a China?
No se pronunció de forma directa sobre la política estadounidense, pero recordó que Taiwán decidió en su día no permitir que las fábricas de nodos punteros se trasladaran a China, y presentó ese precedente como una decisión clave para la seguridad y el peso tecnológico actual de la isla.

¿Por qué son tan sensibles las exportaciones de chips de IA a China?
Porque los chips de alto rendimiento que fabrican compañías como Nvidia son indispensables para entrenar modelos de IA de última generación. Washington teme que esa capacidad pueda fortalecer las capacidades militares, de vigilancia y de ciberataque de Pekín, mientras la industria tecnológica presiona para no perder acceso al que sigue siendo uno de los mayores mercados del mundo.

¿Qué papel juega Taiwán en la cadena global de semiconductores?
Taiwán, con TSMC al frente, domina la fabricación de chips lógicos de vanguardia utilizados en centros de datos de IA, móviles de gama alta y productos de consumo avanzados. Esa posición le otorga una enorme relevancia económica y estratégica, pero también lo sitúa en el centro de la rivalidad entre Estados Unidos y China por el control de las tecnologías más críticas.

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