El carismático CEO de NVIDIA, Jensen Huang, ha vuelto a Taiwán, y como siempre, su llegada ha desatado una tormenta de especulaciones. De cara a las cámaras, Huang fue claro: había viajado para reunirse con los directivos de TSMC y revisar el estado de los chips Rubin AI, su próxima generación de GPU para inteligencia artificial, que ya han alcanzado la fase de tapeout —el punto en el que el diseño del chip se transfiere a la fotomáscara antes de iniciar la producción.
Huang también aprovechó su comparecencia en el aeropuerto para responder a preguntas sobre las acusaciones chinas de que la GPU H20, diseñada específicamente para cumplir con las restricciones estadounidenses, podría incluir “puertas traseras de seguridad”, así como sobre sus conversaciones con el presidente Donald Trump en el marco de la obtención de la licencia de exportación.
Sin embargo, según el Economic Daily News de Taiwán y analistas citados por United Daily News (UDN), lo dicho en público no refleja toda la realidad. Más allá de la tecnología, el verdadero objetivo del viaje sería discutir aranceles y precios de transferencia, dos temas que afectan directamente tanto a la rentabilidad de NVIDIA como a la estabilidad de la cadena global de suministro de semiconductores.
Rubin AI en fase de tapeout: tecnología en el centro de la geopolítica
La familia Rubin AI GPU supone el próximo salto de NVIDIA tras el éxito de sus arquitecturas Hopper y Blackwell. Estos chips están llamados a mantener el liderazgo de la compañía en cargas de trabajo de inteligencia artificial y supercomputación.
El tapeout en TSMC representa una etapa crítica: implica que el diseño está finalizado y que comienza el proceso de creación de fotomáscaras para probar producción temprana y detectar defectos. A este punto se llega tras una inversión de miles de millones de dólares y cualquier error de diseño puede significar retrasos de meses.
La presencia de Huang en Taipéi subraya el papel de TSMC como epicentro del boom de la IA. Aunque en EE. UU. se habla de “friend-shoring” y de subsidios para fabricar chips en suelo estadounidense, la realidad es que los nodos más avanzados —3 nanómetros hoy, y 2 nanómetros en el horizonte— siguen estando en Taiwán.
Esto plantea un dilema: NVIDIA puede diversificar parte de su producción a través de la filial de TSMC en Arizona, pero la gran mayoría de la capacidad de vanguardia seguirá en Taiwán, con todos los riesgos geopolíticos que ello conlleva.
Aranceles y Trump: el delicado equilibrio de NVIDIA
Otro motivo clave de la visita serían los aranceles. La administración Trump ya ha endurecido el control de exportaciones hacia China, lo que obligó a NVIDIA a crear versiones “recortadas” de sus chips —como el H20— para poder seguir vendiendo en ese mercado.
Ahora, la Casa Blanca estudia aplicar aranceles adicionales a semiconductores producidos en Asia pero vendidos en EE. UU., lo que supondría un golpe directo a NVIDIA, cuya cadena de suministro depende en gran medida de TSMC en Taiwán.
La compañía ha tratado de blindarse anunciando un ambicioso plan de 500.000 millones de dólares en inversiones en centros de datos en EE. UU., con el que Huang busca generar buena voluntad en Washington. Aun así, los analistas apuntan que el objetivo de las conversaciones en Taiwán es cerrar con TSMC un esquema de precios y facturación interna que reduzca la exposición de NVIDIA a estos aranceles.
Precios de transferencia: la “agenda oculta”
Según UDN, el asunto más delicado de la visita es el de los precios de transferencia. Este mecanismo se refiere a los precios que fijan las multinacionales cuando venden productos entre sus propias filiales en diferentes países. Es una práctica habitual para optimizar cargas fiscales, aunque suele ser objeto de escrutinio regulatorio por parte de gobiernos y organismos internacionales.
Ejemplos prácticos:
- La filial de TSMC en Arizona podría vender chips a la matriz en Taiwán con un precio determinado, y esta revenderlos a NVIDIA bajo otras condiciones.
- NVIDIA podría canalizar parte de sus compras a través de filiales en Irlanda o Singapur, jurisdicciones con regímenes fiscales más favorables.
Si bien no es ilegal, este tipo de estructuras son polémicas. Gobiernos en EE. UU. y Europa han endurecido las reglas para evitar que las tecnológicas reduzcan de forma agresiva su factura fiscal mediante ingeniería financiera.
En este contexto, la negociación entre Huang y el CEO de TSMC, C.C. Wei, sería clave para definir un modelo que beneficie a ambas partes sin levantar sospechas regulatorias.
Un analista en Taipéi lo resumió así:
“El titular es Rubin, pero el trasfondo es financiero. Lo que está en juego son los precios de transferencia, la estrategia fiscal y cómo minimizar los aranceles que amenazan con erosionar los márgenes de NVIDIA.”
Rumores, Washington y el fantasma de una participación en TSMC
La visita también llega en medio de rumores persistentes: que la administración Trump estaría interesada en tomar participaciones accionariales en TSMC para garantizar su control estratégico. El Wall Street Journal ha desmentido estas informaciones, pero la sola especulación ha generado dudas en el mercado y cierta debilidad en las acciones de la empresa taiwanesa.
Preguntado por el tema, Huang evitó entrar en debates financieros y se limitó a calificar a TSMC como “la mejor compañía del mundo”. Una respuesta diplomática, pero también un mensaje simbólico: el futuro de NVIDIA está intrínsecamente ligado al de TSMC.
Impacto en el mercado: rotación fuera de la IA
El viaje de Huang coincide con un contexto de corrección bursátil. En los últimos cinco días, las acciones de NVIDIA han caído un 3,7%, en un movimiento que refleja la rotación de capitales fuera de los valores tecnológicos de alto crecimiento hacia activos más defensivos.
Aunque es un retroceso relativamente moderado, el viaje del CEO parece orientado a reforzar la gestión del riesgo a largo plazo: asegurar que las cuestiones de aranceles, fiscalidad y capacidad de producción no frenen la próxima fase de crecimiento impulsada por Rubin y las siguientes generaciones de chips.
Lo que realmente está en juego
Tres frentes clave se cruzan en esta visita:
- La hoja de ruta tecnológica: garantizar que Rubin AI se mantenga en plazo y produzca sin retrasos en los nodos más avanzados de TSMC.
- Mitigación arancelaria: encontrar fórmulas para que los nuevos aranceles no comprometan el margen de NVIDIA.
- Optimización fiscal: acordar precios de transferencia que permitan maximizar beneficios sin entrar en conflicto con los reguladores.
Las implicaciones trascienden a NVIDIA: afectan a la estrategia financiera de TSMC, a la política industrial de Washington y al propio papel de Taiwán como epicentro de la cadena global de semiconductores.
Un analista sénior en Taipéi lo expresó así:
“Esto ya no trata solo de GPUs o IA. Estamos hablando de política fiscal global, guerras comerciales y de quién se queda con el valor añadido en la cadena más crítica del siglo XXI.”
Conclusión: entre algoritmos y contabilidad
De cara al público, Jensen Huang viaja a Taiwán para celebrar la innovación y hablar de Rubin. Pero tras las puertas cerradas, la agenda parece tener tanto de contabilidad como de algoritmos.
Las preguntas clave permanecen abiertas: ¿logrará NVIDIA esquivar los nuevos aranceles gracias a acuerdos con TSMC? ¿Será la planta de Arizona un factor real o un gesto político? ¿Podrá Huang equilibrar la presión de los inversores con las exigencias de Washington?
El tiempo dirá si esta visita se recordará por las declaraciones en el aeropuerto… o por los acuerdos sellados en los despachos.