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Los centros de datos: el desafío del consumo de agua y las nuevas soluciones de las Big Tech

El creciente uso de centros de datos para el almacenamiento y procesamiento de información, especialmente con el auge de la inteligencia artificial, ha puesto sobre la mesa un problema cada vez más evidente: el consumo desmesurado de agua. Este recurso es esencial para la refrigeración de los servidores, pero su utilización choca directamente con los objetivos medioambientales que muchas grandes tecnológicas se han comprometido a alcanzar para 2030 y 2050.

El consumo masivo de agua y energía

Los centros de datos son fundamentales para sostener la infraestructura tecnológica actual, pero su funcionamiento requiere enormes cantidades de agua y energía. El calor generado por los procesadores obliga a implementar sistemas de refrigeración eficientes, donde la refrigeración líquida se convierte en una necesidad crítica. A pequeña escala, los usuarios domésticos pueden utilizar sistemas similares en equipos personales, pero en los centros de datos, el desafío se multiplica.

Un ejemplo claro fue el intento de Google de construir un centro de datos en Chile, donde la infraestructura fue bloqueada por las autoridades debido al consumo previsto de casi 8 millones de litros de agua potable diarios.

Frente a este panorama, las compañías buscan soluciones innovadoras. Algunas de las propuestas más extremas incluyen sumergir los servidores en tanques con líquidos especializados o instalarlos directamente en el fondo del océano para aprovechar la temperatura del agua como refrigerante natural.

Microsoft: una solución basada en el circuito cerrado

Microsoft, uno de los gigantes tecnológicos más comprometidos con la búsqueda de alternativas sostenibles, ha anunciado una innovadora propuesta para reducir el consumo de agua. Actualmente, cada centro de datos de la compañía necesita 125 millones de litros de agua al año para refrigerar sus servidores, una cifra que el gigante busca reducir drásticamente.

La clave de su nueva solución radica en un sistema de refrigeración líquida con un circuito cerrado. La idea es que, una vez llenado el sistema durante la fase de construcción, el agua circulará de forma continua entre los servidores sin necesidad de abastecimiento adicional. Esto no solo optimiza el uso del agua, sino que elimina su desperdicio.

La compañía ya ha logrado avances significativos en este sentido: su consumo ha pasado de 0,49 L/kWh en 2021 a 0,30 L/kWh en el último año fiscal, lo que representa una mejora del 39%. La implementación de este nuevo diseño comenzará a probarse en 2026 en centros de datos ubicados en Phoenix (Arizona), Wisconsin y Mount Pleasant, con la previsión de una adopción generalizada para 2027.

La respuesta global de la industria

El problema no es exclusivo de Microsoft. Otras empresas también están desarrollando estrategias para minimizar el consumo de agua y optimizar la eficiencia energética en sus centros de datos. Lenovo, por ejemplo, está trabajando en soluciones que permiten aprovechar el agua caliente utilizada en la refrigeración de servidores para fines secundarios, como calefacción, agua caliente sanitaria o incluso para climatizar piscinas. Este enfoque promueve la economía circular, donde los propios servidores contribuyen a reducir el impacto medioambiental del edificio en el que están alojados.

España, un jugador clave en la industria

España se encuentra en una posición estratégica para convertirse en un hub de centros de datos, gracias a su ubicación geográfica privilegiada y a su infraestructura en expansión. Sin embargo, la eliminación de la energía nuclear del mix energético nacional plantea dudas sobre la viabilidad a largo plazo de estos centros. Mientras gigantes como Amazon, Google o Meta ya están recurriendo a energía nuclear para alimentar sus operaciones, en España, la discusión sobre su papel en la transición energética sigue abierta.

Un futuro sostenible y necesario

El crecimiento de los centros de datos parece imparable, impulsado por el auge de la inteligencia artificial y las demandas tecnológicas globales. A medida que estos sistemas se vuelven más complejos y críticos, las empresas deberán adaptarse rápidamente a soluciones sostenibles para cumplir con sus objetivos medioambientales y, al mismo tiempo, garantizar la eficiencia operativa.

La propuesta de Microsoft y las iniciativas de compañías como Lenovo son pasos en la dirección correcta. Sin embargo, el reto sigue siendo monumental: encontrar un equilibrio entre la necesidad de más centros de datos y el impacto medioambiental que generan. Para las Big Tech, no se trata solo de innovar, sino de hacerlo de manera responsable y sostenible.

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