Cuando Broadcom cerró la compra de VMware en noviembre de 2023, el sector asumió que habría cambios. Lo que pocos anticiparon fue la velocidad y la profundidad con la que el movimiento reescribiría el mercado, sobre todo para las pymes. La narrativa oficial hablaba de “simplificar” el porfolio. En la práctica, el giro ha supuesto abandonar las licencias perpetuas, consolidar productos en suites y rediseñar el programa de partners. Tres piezas que, combinadas, han convertido un gasto de capital (CAPEX) puntual en un OPEX recurrente sensible… y han empujado a miles de organizaciones fuera de su zona de confort: la virtualización on-prem de toda la vida.
La primera señal llegó pronto: fin de las licencias perpetuas y transición a suscripción. Lo que durante años fue un pago único por host o por CPU pasó a ser una cuota anual ligada a bundles como VMware Cloud Foundation (VCF) o vSphere Foundation (VVF). Para multitud de pymes que solo necesitaban hipervisor, gestión básica y alta disponibilidad, pagar por paquetes que incluyen SDN, almacenamiento definido por software o gestión de ciclo de vida elevó la factura sin un beneficio inmediato. La idea de fondo —alinear precio con valor continuo— es defensible; la consecuencia, en muchos casos, ha sido otra: virtualizar localmente se ha vuelto más caro.
A esa ecuación se sumó un nuevo programa de canal que estrecha el cerco sobre algunos resellers e integradores tradicionales. Con menos figuras intermedias y más foco en grandes acuerdos multianuales, muchas empresas pequeñas han descubierto que ya no son el cliente objetivo. El mensaje implícito es nítido: VMware es, sobre todo, para entornos Enterprise y para despliegues híbridos de gran escala.
De la estrategia a la táctica: “nube por obligación”
Quien piense que se trata de un mero reetiquetado de productos pierde de vista el tablero. El giro es estratégico. Si mantener un clúster on-prem con VMware se vuelve financieramente tenso, la ruta de salida que aparece en el mapa pasa por la nube. No se trata solo de vender VCF o VVF: el vector real es redireccionar cargas hacia AWS, Azure o Google Cloud, donde VMware ofrece servicios hospedados y plataformas gestionadas. Resultado: si no puede pagar el on-prem, acabe virtualizando en el CPD de otro.
Esto está creando una fractura en el mercado:
- Nivel Enterprise: grandes corporaciones con bolsillo y equipo para sostener VCF, negociar marcos plurianuales y articular híbridos complejos.
- Mid-market / pymes: organizaciones que, con presupuestos finitos, se ven abocadas a migrar, a adoptar hipervisores abiertos o a llevar workloads a nube pública.
El hueco del nivel medio —ese espacio que durante años fue motor de flexibilidad e innovación— se estrecha. La virtualización independiente y la autonomía on-prem empiezan a parecer artículos de lujo.
Ganadores, perdedores… y quienes pueden darle la vuelta
En lo inmediato, los ganadores son Broadcom (ingresos de suscripción previsibles) y los hiperescaladores (más cargas aterrizando en sus plataformas). Entre los perdedores figuran pymes, MSP pequeños y clientes que dependían de licencias perpetuas y de una vSphere “ligera”. Dicho esto, la reconfiguración también abre huecos: la demanda de asesoría neutral, de diseño multicloud y de alternativas está creciendo a doble dígito.
Para consultores e integradores, la oportunidad está clara:
- Evaluación independiente: ¿sigue teniendo sentido pagar por el bundle completo o conviene replantear la pila técnica?
- Estrategia de nube: qué mover (y qué no), cómo contener costes y cómo blindar datos e identidad entre entornos.
- Plataformas alternativas: cuándo recomienda sentido apostar por hipervisores abiertos (KVM/Proxmox VE), OpenStack, OpenNebula o Hyper-V, y qué implicaciones reales tiene en soporte, automatización y ecosistema.
- Seguridad híbrida: con identidad federada, microsegmentación y observabilidad sin vender el alma a un único proveedor.
Alternativas reales para quien no quiere (o no puede) seguir igual
La conversación sobre “salidas” ya no es teórica. Hay rutas con aval de producción:
- Proxmox VE (KVM + LXC): hipervisor open-source con gestión web, clustering, HA, replicación y backup integrado. En los últimos 18 meses ha pasado de ser “la opción barata” a seriedad de producción en cientos de pymes y MSP. Ventaja: licencia simple y costes de soporte predecibles. Es una de las opciones que más interesados en migraciones de VMware a Proxmox está atrayendo según nos comenta David Carrero, cofundador de Stackscale (Grupo Aire), expertos en soluciones de infraestructura cloud.
- OpenStack: cuando se necesita nube privada con multi-tenant, APIs y autoservicio, sigue siendo el estándar de facto. Requiere ingeniería y un partner con oficio; a cambio, evita lock-in y permite escala horizontal. Ganando también cuota de mercado en determinados sectores como el público según nos comenta Carrero.
- OpenNebula: opción más ligera para cloud privada/edge, con KVM y vCenter como back-ends, útil para quienes buscan automatización sin el peso de OpenStack. Una solución también con base en Europa que podría dar la sorpresa en el corto plazo como una buena alternativa.
- Hyper-V: en entornos Windows-first, sigue siendo una vía válida, especialmente si la organización ya paga Software Assurance y quiere consolidar en el universo Microsoft.
Aquí entran en juego proveedores de cloud privado e infraestructura en Europa como Stackscale, que se han especializado en migraciones desde VMware a Proxmox y ofrecen despliegues gestionados de OpenStack, OpenShift, Hyper-V u OpenNebula. Su propuesta engancha con la preocupación de fondo de muchas pymes: mantener soberanía sobre los datos, pagar por capacidad y no renunciar a soporte experto.
Lo que conviene mirar con lupa (más allá del precio)
Salir de VMware no es “cambiar de software y listo”. Hay que contar bien:
- Coste total a 3 años (TCO): suscripción, mantenimiento, soporte, formación, automatización (Terraform/Ansible), backup y DR.
- Compatibilidad y ecosistema: drivers, appliances, repos de imágenes, monitorización (Prometheus/ELK), SDN y storage (Ceph, vSAN alternativo, iSCSI/NFS).
- Operación: ¿qué cambia en parches, KPIs, observabilidad y SLA? ¿Quién responde a las 3:00?
- Seguridad y cumplimiento: cifrado, RBAC, auditoría, PII y retención. Si el sector es regulado, el partner debe traer papeles.
- Plan de salida: incluso si se decide seguir con VMware, es sano documentar “el botón rojo”: qué habría que hacer, cuánto tardaría y cuánto costaría migrar si el presupuesto da un giro o cambia el contrato.
Una ruta de escape en 90 días (realista)
Días 0–15 — Descubrimiento
Inventario de hosts, clusters, VMs y dependencias (AD/DNS/PKI, licencias, copias, monitoreo). Clasificación por criticidad y RTO/RPO. Estimación de costes con el nuevo modelo.
Días 16–45 — Prueba de concepto
Levantar un cluster piloto (por ejemplo, Proxmox + Ceph o OpenNebula), migrar 10–15 VMs representativas con V2V y validar red, almacenamiento, backup y HA. Medir latencias, p99, consumo y costes.
Días 46–75 — Plan de transición
Decidir qué se queda (y bajo qué bundle/licencia) y qué migra. Documentar runbooks, cortes y rollback; cerrar contratos de soporte con el partner y diseñar el plan de DR.
Días 76–90 — Ejecución fase 1
Mover el primer 30–40 % menos crítico, ajustar automatización (IaC), estabilizar métricas y preparar la fase 2 con cargas core si los resultados acompañan.
¿Y si me quedo?
Hay clientes para los que VMware sigue siendo el encaje correcto: SAP, VDI masivo, operadores telco, entornos multi-site con integración profunda de NSX y vSAN, o requisitos de soporte de fabricante de extremo a extremo. La clave es decidir por convicción, no por inercia, y negociar con la matriz que ha cambiado las reglas.
Un cambio de era, no un epitafio
El mercado de la virtualización no muere; se reescribe. Menos “compra y olvida”, más suscripción, paquetes y ecosistemas gestionados. Para las pymes, la respuesta pasa por comparar con honestidad y anticipar. Para los integradores, por dejar de vender cajitas y empezar a asesorar con números y roadmaps. Y para todo el mundo, por recuperar un principio que parecía olvidado: no hay tecnología buena o mala en abstracto, sólo decisiones bien o mal encajadas en el negocio.
Las organizaciones que salgan reforzadas de este giro no serán necesariamente las más grandes. Serán las que hagan los deberes: entender su TCO, su riesgo, su dependencia de terceros y su plan B. VMware, Broadcom y los hiperescaladores han movido ficha. Toca responder con criterio.
Preguntas frecuentes
¿Qué alternativas reales existen a VMware para pymes que quieren seguir on-prem?
Las más desplegadas hoy son Proxmox VE (KVM) por sencillez y coste, OpenNebula para una nube privada más ligera y OpenStack cuando se necesita multi-tenant y APIs. En entornos Windows-centrados, Hyper-V sigue vigente. Proveedores de cloud privado como Stackscale ofrecen migraciones y operación gestionada de estas plataformas.
¿Cómo calculo el TCO a 3 años para decidir entre VCF/vSphere y una alternativa abierta?
Incluya suscripción/licencias, soporte, hardware, operación (parches, automatización), backup/DR, energía y formación. Compare latencias, p95/p99, SLA y riesgo de lock-in. Un partner neutral puede modelar escenarios con precios de mercado y planes de migración.
¿Qué pasa con mis licencias perpetuas de VMware ya compradas?
Siguen siendo válidas bajo los términos adquiridos, pero no hay nuevas ventas ni renovaciones de mantenimiento en ese formato. Para crecer o recibir actualizaciones, el camino pasa por suscripción (VCF/VVF). Es crucial revisar su contrato y fechas antes de cualquier actualización mayor.
¿Tiene sentido ir directamente a la nube pública en lugar de migrar de hipervisor?
Depende de costes de egress, latencia, cumplimiento y perfil de cargas. Para picos o servicios expuestos, la nube puede ser más ágil. Para workloads estables con datos sensibles, un cloud privado o on-prem bien gestionado sigue siendo competitivo. La decisión debería basarse en números y en un plan híbrido viable.