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Vietnam apuesta por la industria de semiconductores con su primera fábrica de obleas

El Gobierno de Vietnam ha dado un paso decisivo para posicionarse en la industria global de semiconductores. El país ha aprobado la construcción de su primera fábrica de obleas, una inversión que asciende a 12,8 billones de dongs vietnamitas, equivalentes a unos 500 millones de dólares o 460 millones de euros. Se trata de un movimiento estratégico que podría transformar a Vietnam en un actor relevante del sector en las próximas décadas.

La primera fase de esta planta finalizará en 2030 y estará destinada a la producción de chips especializados para aplicaciones de defensa, inteligencia artificial y otras áreas tecnológicas de alto nivel. El proyecto contará con respaldo estatal, con el Gobierno financiando hasta el 30 % de la inversión total y ofreciendo ventajas fiscales para atraer inversión extranjera.

Un plan ambicioso para competir en la liga global

Vietnam ya alberga 174 proyectos relacionados con el sector de los semiconductores, principalmente en áreas de empaquetado y prueba de chips. Compañías internacionales como Amkor y la estadounidense Intel han establecido centros de operaciones en el país, consolidando a Vietnam como un importante centro de ensamblaje y prueba.

Sin embargo, la ambición va mucho más allá. La estrategia de desarrollo para el sector de semiconductores, establecida por el Gobierno vietnamita hasta 2050, contempla un crecimiento en tres fases:

  1. Primera fase (2024-2030):
    • Creación de al menos 100 empresas de diseño de chips.
    • Establecimiento de la primera planta de fabricación de semiconductores.
    • Desarrollo de 10 instalaciones de empaquetado y pruebas.
  2. Segunda fase (2030-2040):
    • Expansión hasta 200 empresas de diseño y dos plantas de fabricación.
    • Creación de 15 instalaciones adicionales de empaquetado y pruebas.
  3. Tercera fase (2040-2050):
    • Vietnam aspira a situarse entre los líderes mundiales, con tres fábricas de semiconductores, 300 empresas de diseño y 20 instalaciones de empaquetado.
    • El objetivo es alcanzar ingresos anuales superiores a los 100.000 millones de dólares en el sector de semiconductores y superar el billón de dólares en la industria electrónica, con un valor añadido de entre el 20 % y el 25 %.

Desafíos y oportunidades

Aunque la inversión inicial es modesta en comparación con las cifras que manejan gigantes como Taiwán o Estados Unidos —donde una planta avanzada puede costar más de 50.000 millones de dólares—, Vietnam apuesta por una estrategia progresiva y por atraer colaboración internacional. Ya mantiene negociaciones con compañías de gran peso como GlobalFoundries (EE.UU.) y Powerchip Semiconductor Manufacturing Corp (Taiwán).

El país también enfrenta retos significativos: dependencia tecnológica del exterior, infraestructura energética aún limitada y competencia directa de otros países del Sudeste Asiático, como Malasia, Singapur o la India, que también buscan posicionarse en este mercado estratégico.

No obstante, el proceso de reconfiguración de las cadenas de suministro globales y la creciente demanda de chips para aplicaciones en automoción, telecomunicaciones y sistemas de inteligencia artificial abren una ventana de oportunidad. La firma de acuerdos con NVIDIA para la creación de un centro de investigación en inteligencia artificial y la inversión de Foxconn en una nueva planta de circuitos integrados en Bac Giang refuerzan la apuesta del país.

Formación y talento local: el otro pilar clave

Para apoyar esta transformación, Vietnam ha lanzado un ambicioso programa de formación con el objetivo de capacitar a 50.000 profesionales del sector antes de 2030, entre ellos 42.000 ingenieros y 500 doctores especializados. Además, ofrece incentivos fiscales para atraer inversión extranjera, permitiendo, por ejemplo, reinvertir hasta el 20 % de los ingresos imponibles sin pagar impuestos.

Un futuro que se construye paso a paso

Aunque Vietnam no entrará en el «club» de líderes de la industria de semiconductores de la noche a la mañana, sus pasos son claros. La combinación de inversión extranjera, desarrollo local de talento, colaboración con gigantes tecnológicos y apoyo estatal sitúan al país como un nuevo jugador a seguir en el escenario global.

Si todo avanza según lo previsto, para 2030 Vietnam no solo tendrá su primera fábrica de obleas, sino que estará mucho más cerca de convertirse en un centro estratégico para la producción de chips y tecnologías avanzadas en Asia.

vías: Trendforce

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