Las crecientes tensiones políticas entre Estados Unidos y la Unión Europea, agudizadas tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, han reabierto un debate que parecía dormido: la soberanía digital del continente. Según un reciente informe de WIRED, varios gobiernos y empresas europeas estarían reconsiderando seriamente su dependencia de gigantes tecnológicos estadounidenses como Amazon Web Services (AWS), Microsoft Azure y Google Cloud.
La preocupación por la privacidad y el control geopolítico
Más allá de las habituales críticas de Trump a las instituciones europeas y las sanciones impuestas a empresas como Apple o Meta, el nuevo foco de conflicto se centraría en la privacidad de los datos y el posible uso político de la infraestructura digital. El reciente despido de los miembros demócratas de la Junta Supervisora de la Privacidad y las Libertades Civiles (PCLOB) por parte de la administración Trump, ha generado alarma entre las autoridades europeas. Este organismo tiene un papel clave en la supervisión del acuerdo de transferencia de datos entre ambos bloques.
El temor es claro: si Washington decide usar su control sobre servicios esenciales como los de Amazon, Microsoft o Google como herramienta de presión, la seguridad jurídica y la privacidad de millones de ciudadanos y empresas europeas podrían quedar comprometidas. No es una posibilidad menor si se considera el poder que estas plataformas concentran en sectores tan sensibles como las finanzas, la sanidad o la administración pública.
Alternativas europeas: de la teoría a la acción
A pesar de lo complejo que resulta desvincularse de estos servicios en el corto plazo, algunos países del continente han empezado a mover ficha. Dinamarca y los Países Bajos, por ejemplo, están explorando con mayor interés soluciones europeas en la nube como Elastx (Suecia) y Exoscale (Suiza), que han reportado un incremento en el interés por parte de empresas e instituciones públicas.
En este contexto, voces como la del empresario neerlandés Bert Hubert han tomado protagonismo. En su blog, Hubert sostiene que desarrollar una nube europea no solo es factible, sino una necesidad urgente. Reconoce, eso sí, que el camino no será corto: “Necesitaremos una década de arduo trabajo e inversión constante, pero ya existen componentes clave y suficiente talento en Europa para comenzar”.
¿Un punto de inflexión para Europa?
Aunque desde AWS se asegura que no hay indicios de una fuga masiva de clientes europeos, la percepción de vulnerabilidad está ahí. La situación actual representa una oportunidad única para que Europa refuerce su apuesta por proveedores cloud locales y recupere el control sobre su infraestructura crítica.
El caso no solo pone de relieve los riesgos de depender tecnológicamente de terceros países con agendas políticas volátiles, sino que también abre la puerta a impulsar empresas europeas que, hasta ahora, luchaban por competir en desventaja.
Como reza el refrán, “no hay mal que por bien no venga”. Quizá sea el momento ideal para que Europa apueste en serio por una infraestructura digital autónoma, estratégica y resiliente, que garantice el control de los datos y la continuidad del servicio, sin importar el rumbo político de potencias extranjeras.
Referencia: El Hacker