El icónico sello de eficiencia energética, presente en millones de electrodomésticos y edificios, podría desaparecer en EE. UU. por decisión del gobierno de Donald Trump. El impacto afectaría tanto al bolsillo de los hogares como a los esfuerzos contra el cambio climático.
El programa Energy Star, considerado durante más de tres décadas como el estándar de oro en eficiencia energética en Estados Unidos y referente mundial, está en el punto de mira del nuevo mandato de Donald Trump. Según fuentes internas de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el gobierno tiene planes avanzados para cerrar el programa y desmantelar las divisiones que lo gestionan.
La medida, enmarcada en una “reorganización” de la EPA, ha generado una fuerte reacción entre expertos, políticos, empresas y organizaciones medioambientales, que advierten de consecuencias devastadoras para el ahorro energético de las familias estadounidenses y para la lucha contra las emisiones contaminantes.
Un programa emblemático nacido bajo un presidente republicano
Energy Star fue creado en 1992 por la Administración Bush como una colaboración público-privada destinada a fomentar el uso de tecnologías eficientes y ayudar a los consumidores a identificar productos que consumen menos energía. El programa otorga su distintivo azul a electrodomésticos, iluminación, equipos electrónicos, edificios y más.
En sus más de 30 años de historia, ha permitido ahorrar más de 5 billones de kilovatios-hora de electricidad y más de 500.000 millones de dólares en costes energéticos, según datos de la propia EPA. Además, ha evitado la emisión de unos 4.000 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero.
Y todo con una inversión pública mínima: por cada dólar federal invertido, se han generado 350 dólares en ahorros para empresas y consumidores.

El argumento oficial: “reorganización” y “eficiencia gubernamental”
Molly Vaseliou, administradora asociada interina de la EPA, justificó la eliminación como parte de una reestructuración para “mejorar la calidad del aire, el agua y la tierra para todos los estadounidenses”. La decisión incluye también el cierre de la Oficina de Calidad del Aire y del Transporte y la Oficina de Radiación y Aire Interior, encargadas de gestionar Energy Star.
“Eliminar las especificaciones de Energy Star hará que los estadounidenses estén más seguros”, afirmó Vaseliou, sin ofrecer más detalles técnicos.
Las críticas no se hicieron esperar
Para Steven Nadel, director ejecutivo del Consejo Americano para una Economía Energéticamente Eficiente (ACEEE), la medida es “absurda” y dañina para los hogares:
“Sin acceso a información clara sobre eficiencia, los consumidores no podrán comparar productos ni elegir las mejores opciones para su presupuesto. El resultado: facturas más altas y más emisiones”.
También la presidenta de la Alliance to Save Energy, Paula Glover, fue contundente:
“Eliminar Energy Star contradice directamente la promesa de esta administración de reducir el coste de la energía para las familias. Por solo 32 millones de dólares al año, el programa permite ahorrar más de 40.000 millones anuales. Es uno de los mejores retornos de inversión del gobierno federal”.
Un amplio respaldo bipartidista y empresarial
La decisión ha sorprendido incluso dentro del propio Partido Republicano. La senadora Susan Collins (Maine), presidenta del Comité de Asignaciones del Senado, se declaró “desconcertada”:
“Mis electores aprecian saber cuánta energía consume un electrodoméstico antes de comprarlo. Es sentido común”.
Más de 1.000 empresas, fabricantes, distribuidores y organizaciones han firmado cartas pidiendo al gobierno que mantenga el programa. Energy Star cuenta con una tasa de reconocimiento del 90 % entre los hogares estadounidenses y es considerado por muchos como una herramienta fundamental en la toma de decisiones de compra.
Impacto ambiental y económico en juego
Más allá del consumo doméstico, Energy Star también está vinculado a incentivos fiscales y programas de reembolso estatales y federales. Su eliminación supondría un revés para múltiples políticas públicas destinadas a reducir emisiones y fomentar la eficiencia energética en la edificación, el transporte y la industria.
Además, según fuentes internas, la medida forma parte de un plan más amplio para desmantelar otras divisiones de la EPA relacionadas con el control de gases de efecto invernadero y programas de reducción de metano, lo que podría debilitar aún más la capacidad reguladora del organismo frente al cambio climático.
Un precedente preocupante
Durante su primer mandato, Trump ya planteó privatizar o eliminar Energy Star, aunque no llegó a ejecutarlo. Ahora, con una mayoría renovada y una agenda más agresiva en contra de regulaciones medioambientales, el cierre parece inminente.
El impacto podría sentirse en pocos meses, si no hay una reacción legislativa que lo impida. Por ahora, la EPA guarda silencio sobre cuándo dejarían de emitirse nuevas certificaciones.
El sello Energy Star, presente en millones de hogares y edificios, no solo representa eficiencia, sino también confianza y ahorro. Su desaparición podría suponer un coste económico y ambiental incalculable para Estados Unidos, justo cuando el mundo más necesita avanzar hacia un modelo energético más sostenible.