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Telefónica y Vodafone: el camino hacia el oligopolio que nadie confirma pero todos dan por hecho

La posible fusión entre Telefónica y Vodafone España avanza entre desmentidos, movimientos estratégicos y el respaldo tácito de la CNMC. Bruselas tendrá la última palabra, pero el futuro del sector parece ya decidido.

En el competitivo tablero de las telecomunicaciones europeas, el silencio a veces dice más que mil comunicados. Telefónica y Vodafone España siguen negando oficialmente cualquier movimiento de fusión, pero los indicios, los análisis financieros y los gestos institucionales apuntan a una realidad que se cuece a fuego lento. Y uno de esos gestos más claros ha llegado esta semana desde el seno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Cani Fernández, presidenta del organismo, ha dado lo que muchos interpretan como una luz verde anticipada a la integración entre ambas compañías, en un momento donde la consolidación del sector parece no solo inevitable, sino incluso deseable desde el punto de vista regulador y estratégico.

“Se les está pidiendo ahora a las empresas de telecomunicaciones europeas que vean más allá a futuro”, afirmó la presidenta de la CNMC, subrayando la importancia de fortalecer a los operadores del continente frente a los gigantes estadounidenses y chinos.

El proyecto europeo de las telcos: ¿más fuerte o más concentrado?

Desde Bruselas se lleva años planteando la necesidad de crear “campeones europeos” en sectores clave, y el de las telecomunicaciones no es una excepción. Pero este argumento choca con otro más incómodo: el riesgo de oligopolio. En un continente donde la competencia fragmentada ha mantenido precios competitivos y cierto dinamismo de innovación, ¿cómo justificar fusiones que reducen el número de actores relevantes?

La presidenta de la CNMC pone como ejemplo la reciente fusión entre Vodafone y Three en Reino Unido, una operación que ha sido aprobada con condiciones estrictas y compromisos de inversión. La nueva empresa invertirá 13.000 millones de euros en redes 5G en la próxima década, bajo la supervisión continua de reguladores británicos. En ese modelo, se aprecia un guiño a lo que podría pasar en España si se consuma la operación con Telefónica.

Y, sin embargo, la realidad sobre el terreno es más gris que prometedora. Telefónica continúa desinvirtiendo en Latinoamérica, donde solo Brasil parece ofrecer márgenes saludables. En Europa, su situación tampoco es holgada: Alemania representa un frente complejo, y en el Reino Unido, el crecimiento es más lento de lo esperado. La supuesta adquisición de Vodafone España no es solo una maniobra de expansión, sino una posible vía para reforzar posiciones dentro de un mercado nacional cada vez más competitivo.

Digi, MásOrange y el rol del “cuarto operador”

Un argumento a favor de estas fusiones, y al que también se ha referido la CNMC, es que ayudan a reforzar al “cuarto operador”. En España, ese rol ha recaído en Digi tras la unión de MásMóvil y Orange. Pero mientras esta nueva entidad gana músculo, la absorción de Vodafone por parte de Telefónica podría crear un efecto dominó: menos competencia real y una distribución del mercado en bloques demasiado rígidos.

Las fusiones no sólo afectan al número de operadores. También repercuten en otras capas del ecosistema, como las ‘fibercos’ —vehículos para la gestión de redes de fibra óptica— y las ‘towercos’, empresas que operan torres de telecomunicaciones.

Actualmente, en España coexisten cuatro grandes empresas de torres: Cellnex, American Tower, Vantage y Totem. Según Fernández, es probable que también ahí se produzca una consolidación en los próximos años. La misma lógica: eficiencia, escala, inversión compartida. Pero también un posible riesgo: mayor dependencia de menos actores clave en infraestructuras críticas.

¿Y Bruselas?

A pesar de las declaraciones públicas y de las pistas que apuntan a la viabilidad de la operación, la realidad jurídica es que la decisión final está en manos de la Comisión Europea. Vodafone España pertenece al fondo británico Zegona, y Telefónica, aunque española, opera en un marco con profundas implicaciones transnacionales.

La Comisión ya ha mostrado reticencias en otras fusiones del sector cuando no se ha garantizado el mantenimiento de la competencia efectiva. Por eso, el precedente británico —Vodafone + Three— será clave para observar la reacción de Bruselas ante esta nueva concentración en España.

Silencio que suena a acuerdo

Desde Telefónica, Marc Murtra ha reiterado que no comentan este tipo de operaciones, aunque ha deslizado que las compañías suelen negar aquello que les interesa, para evitar especulación y volatilidad bursátil. Un desmentido que, en este contexto, suena más a estrategia que a rechazo genuino.

Mientras tanto, se multiplican los informes que apuntan a que Telefónica ya ha encargado estudios de viabilidad para comprar Vodafone España. Las sinergias serían múltiples: compartición de redes, optimización de costes, poder de negociación frente a proveedores de tecnología… Pero también aumentarían las alertas sobre un mercado cada vez más cerrado y dominado por los mismos jugadores.

La transformación del sector ya está aquí

Más allá del caso Vodafone, lo cierto es que el mercado de las telecomunicaciones atraviesa una transformación sin precedentes. Nuevos modelos de negocio —como las citadas fibercos o las plataformas digitales verticalizadas— están obligando a los operadores a ganar músculo financiero para acometer inversiones en 5G, inteligencia artificial y redes de ultra baja latencia.

Para eso, muchas veces, la única salida viable es fusionarse. O comprar. O dejarse comprar.

“Estos movimientos buscan ganar flexibilidad y dotarse de los recursos financieros necesarios para acometer las nuevas inversiones”, reconocía la propia presidenta de la CNMC, con tono más comprensivo que regulador.

¿Y el consumidor?

En medio de esta batalla por el control del futuro, la voz del usuario final sigue sin estar en el centro del debate. Las fusiones prometen eficiencia, pero muchas veces se traducen en menor competencia, menos opciones y precios menos dinámicos.

En una España donde la conectividad es vital para la vida cotidiana y el tejido productivo, ¿quién vela porque esa consolidación no acabe empobreciendo la oferta?

Por ahora, todo queda en suspenso. Bruselas deberá decidir. Pero el guión parece estar ya bastante escrito: las telcos europeas quieren jugar en las grandes ligas, y para eso, el mercado tendrá que ser más pequeño… pero más fuerte.

Fuente: economiadigital

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