Taiwán ha convertido la protección de sus 24 cables submarinos, vitales para su conexión a Internet y su economía digital, en una prioridad de seguridad nacional. La Guardia Costera ha desplegado patrullas marítimas 24/7 y sistemas de alerta temprana para vigilar un área cada vez más expuesta a lo que expertos describen como tácticas de “guerra en zona gris”.
El nuevo protocolo pone especial atención en 96 embarcaciones identificadas como vinculadas a China y en un universo de cerca de 400 barcos adicionales que podrían reconvertirse para operaciones de acoso marítimo. La estrategia busca optimizar recursos en un contexto de asimetría, ya que la Guardia Costera taiwanesa dispone de medios mucho más limitados que su vecino continental.
Un precedente que marcó el cambio de doctrina
El detonante fue el caso del cable TP3, cortado en febrero tras las maniobras del carguero Hong Tai, de pabellón togolés y tripulación china. La investigación posterior derivó en el procesamiento y condena del capitán, un precedente judicial que aceleró la adopción de una política más agresiva de vigilancia. Hoy, los patrulleros reciben alertas automáticas cuando una embarcación reduce velocidad dentro de un radio de un kilómetro de los cables, activando protocolos de aviso por radio y posible interdicción.
El talón de Aquiles digital
Los cables submarinos transportan más del 95 % del tráfico internacional de datos, incluyendo comunicaciones gubernamentales, financieras y logísticas. Pese a su importancia, su protección resulta compleja: se extienden miles de kilómetros bajo el mar y, salvo en puntos de amarre, carecen de vigilancia constante. Un corte aislado suele mitigarse con rutas alternativas, pero ataques coordinados o dirigidos a nodos clave podrían provocar una degradación significativa del servicio.
La situación recuerda a los incidentes en el mar Báltico, donde embarcaciones con posibles vínculos rusos fueron acusadas de sabotear cables en 2022 y 2023. En el Estrecho de Taiwán, sin embargo, la amenaza adquiere otra dimensión: más tráfico, más densidad de cables y una asimetría militar y tecnológica aún mayor.
Tecnología al servicio de la seguridad
La defensa de los cables combina radares costeros, imágenes satelitales, sistemas AIS y protocolos de exclusión dinámica. Los patrulleros, como el PP-10079 —protagonista de reportajes recientes—, son la primera línea de una estrategia que ya no se limita a la vigilancia pasiva, sino que incorpora la recopilación de pruebas digitales para eventuales acciones judiciales.
Este enfoque refuerza la idea de que la protección de la infraestructura de Internet ya no es solo un asunto técnico, sino también geopolítico y legal. La cooperación internacional, la estandarización de protocolos y la atribución clara de responsabilidades serán claves para frenar la amenaza.
Una arteria bajo presión constante
El reto para Taipéi es mantener un equilibrio delicado: responder a la “guerra en zona gris” sin escalar a una confrontación abierta, mientras garantiza la resiliencia de su infraestructura digital. Para la sociedad taiwanesa, que depende de estos cables para casi todos los aspectos de la vida moderna, la vigilancia permanente se ha convertido en el precio inevitable de la conectividad.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Cuántos cables submarinos conectan a Taiwán con el resto del mundo?
Un total de 24 cables submarinos enlazan la isla con Internet global, transportando más del 95 % de su tráfico internacional de datos.
¿Qué significa “guerra en zona gris” aplicada a los cables submarinos?
Se refiere a tácticas de hostigamiento o sabotaje que buscan debilitar al adversario sin llegar a un enfrentamiento militar abierto, aprovechando la dificultad de atribuir responsabilidades.
¿Qué medidas de protección se han implementado?
Patrullas marítimas permanentes, radares costeros, alertas automáticas a un kilómetro de los cables y protocolos de exclusión que activan interdicciones rápidas.
¿Qué impacto tendría un sabotaje múltiple y coordinado?
Aunque un corte aislado puede redirigirse, ataques simultáneos sobre varios cables o nodos clave podrían degradar gravemente la conectividad de la isla, afectando a finanzas, logística y servicios críticos.
vía: Taipei Times, Taiwan News, Maritime Reporter, MarineLink, Marine Insight, tomshardware y Reuters