La compañía advierte desde Computex 2025 que la demanda de almacenamiento triplicará los volúmenes globales de datos en apenas cinco años, superando las capacidades actuales de fabricación.
La expansión masiva de la inteligencia artificial está generando una nueva emergencia en el sector tecnológico: una crisis de carbono impulsada por la explosión de la demanda de almacenamiento de datos. Así lo ha advertido Seagate Technology en la feria Computex 2025, donde ha presentado sus próximas soluciones de almacenamiento de alta eficiencia energética.
Según las previsiones de la compañía, el volumen mundial de datos se triplicará entre 2023 y 2028, superando niveles de zettabytes, una magnitud que representa un billón de gigabytes. Esta tendencia supera con creces las capacidades anuales de producción de la industria actual de discos duros, estimadas en apenas entre 1 y 2 zettabytes.
“El valor de los datos nunca ha sido tan alto, impulsado por la capacidad de la IA para extraer valor de ellos. Pero este crecimiento también está amplificando la huella de carbono de nuestros centros de datos y se ha convertido en un problema real para el sector”, declaró Colin Presly, vicepresidente de ingeniería de clientes de Seagate, durante su intervención en la feria.
La eficiencia energética, en el centro del debate
Una encuesta realizada por Seagate entre más de 1.000 profesionales de TI revela que un 72 % ya utiliza o planea utilizar IA en sus operaciones, y un 90 % de los usuarios actuales considera que mantener datos históricos mejora los resultados de la inteligencia artificial. Esta reticencia a borrar información está alimentando una demanda de almacenamiento sin precedentes.
Paralelamente, un informe de Goldman Sachs Research anticipa que la demanda eléctrica de los centros de datos podría aumentar hasta un 165 % de aquí a 2030, lo que añade urgencia a la necesidad de mejorar la eficiencia energética en todo el ecosistema del almacenamiento.
Prototipos NVMe y avances en grabación magnética
En Computex, Seagate mostró prototipos de discos duros con interfaces NVMe, tradicionalmente reservadas para unidades SSD de alto rendimiento. Estos modelos podrían conectarse directamente a GPUs a través de DPUs (unidades de procesamiento de datos), lo que permitiría simplificar las arquitecturas de los centros de datos y reducir cuellos de botella.
Además, la compañía confirmó que su tecnología HAMR (grabación magnética asistida por calor), ahora bajo la marca Mozaic 3+, ha entrado en producción a gran escala tras más de dos décadas de desarrollo y una inversión superior a los 1.000 millones de dólares. Esta tecnología permite calentar el medio magnético a 800 °F en nanosegundos para alcanzar mayor densidad de datos en el mismo espacio físico.
200 millones de discos destruidos al año
Uno de los datos más alarmantes que compartió Seagate fue la destrucción anual de aproximadamente 200 millones de discos duros mediante triturado industrial, debido a preocupaciones de seguridad de los datos al retirarlos de operación.
Para combatir este problema, la empresa trabaja con organismos como NIST e ISO para promover técnicas de cifrado que permitan el borrado seguro de claves criptográficas y el reciclado de unidades sin comprometer la privacidad. Gracias a estas iniciativas, Seagate ha recuperado más de una tonelada de imanes de tierras raras, aunque reconoce que aún representa una fracción mínima del desperdicio del sector.
También se está introduciendo tecnología de regeneración autónoma, que permite a las unidades seguir funcionando aunque algunos componentes fallen, alargando su vida útil.
Hacia una arquitectura de almacenamiento híbrida
Estudios internos de Seagate posicionan a los discos duros como la solución de menor huella de carbono incorporada si se comparan con SSD o cintas magnéticas, en función del ciclo de vida completo. Sin embargo, la compañía insiste en que un diseño óptimo de centros de datos requiere una combinación estratégica de varias tecnologías de almacenamiento.
Los principales proveedores cloud ya están adoptando arquitecturas mixtas, donde las SSD se reservan para aplicaciones de alto rendimiento que requieren acceso directo a GPUs, mientras que los discos duros se utilizan para el almacenamiento masivo.
El desafío no es solo tecnológico, sino también infraestructural. Muchos operadores de centros de datos enfrentan limitaciones energéticas que no pueden escalar al ritmo de la IA, todo mientras aumenta la presión para reducir emisiones.
Con la IA como motor transversal de la economía digital, la industria deberá encontrar un equilibrio entre rendimiento y sostenibilidad, siendo la eficiencia en el almacenamiento un factor clave para el futuro del sector.
vía: digitimes