Qué hace realmente cada tipo de servidor (y por qué importa más de lo que parece)

En el día a día, millones de personas navegan por internet, envían correos o suben archivos a la nube sin pensar en todo lo que ocurre “entre bambalinas”. Detrás de cada clic hay máquinas especializadas que sostienen esa infraestructura invisible: los servidores. Y, aunque se hable de “el servidor” como algo genérico, no todos hacen lo mismo ni están diseñados para las mismas tareas.

A continuación se repasan algunos de los tipos de servidores más habituales y el papel que juegan en que la red funcione como se espera: rápida, relativamente segura y casi siempre disponible.


Servidor web: la puerta de entrada a internet

El servidor web es probablemente el tipo de servidor más conocido, aunque sea de forma indirecta. Es el responsable de almacenar y entregar páginas web a los usuarios.

Cuando una persona escribe una dirección en el navegador o hace clic en un enlace, el navegador envía una petición HTTP al servidor. Ese servidor responde con una respuesta HTTP que incluye el código HTML de la página, las hojas de estilo CSS, los scripts JavaScript y las imágenes necesarias para mostrar el sitio.

Su misión principal es clara: publicar sitios web y aplicaciones web. En la práctica, la mayoría de sitios que se visitan a diario funcionan sobre tecnologías como Apache, NGINX o IIS (Internet Information Services). Estos servidores se encargan de gestionar miles o incluso millones de peticiones simultáneas, controlar el acceso a recursos protegidos y servir contenido estático o dinámico.


Servidor de correo: la oficina de correos digital

El correo electrónico sigue siendo una pieza clave en la comunicación personal y empresarial, y su funcionamiento depende directamente de los servidores de correo.

Este tipo de servidor se encarga de:

  • Enviar mensajes, normalmente mediante el protocolo SMTP.
  • Recibir y permitir la lectura de correos, tarea que se suele realizar con IMAP o POP3.
  • Gestionar buzones, autenticación de usuarios, alias, listas de distribución y reenvíos.

A nivel técnico, se suele diferenciar entre el servidor que envía correos (SMTP) y el que almacena y sirve los mensajes para su lectura (IMAP/POP3). Sin estos componentes, clientes como Outlook, Thunderbird o las aplicaciones móviles de correo no tendrían dónde conectarse para mostrar el buzón de cada persona.


Servidor DNS: el sistema de nombres que hace usable la red

Recordar una dirección IP como 100.101.102.103 no es algo cómodo ni realista para la mayoría de usuarios. Ahí entra en juego el servidor DNS (Domain Name System), que funciona como una especie de agenda telefónica de internet.

Su función es traducir nombres de dominio legibles como example.com en direcciones IP numéricas que las máquinas entienden. Cada vez que una persona accede a una web, el dispositivo consulta a uno o varios servidores DNS para saber a qué dirección IP debe dirigirse.

Se trata de uno de los servicios más críticos de internet: si el DNS falla, las páginas pueden seguir funcionando a nivel de servidor, pero dejan de ser accesibles por nombre de dominio. Desde el punto de vista del usuario, es como si internet “se hubiera caído”, aunque la infraestructura subyacente siga encendida.


Servidor proxy: el intermediario que filtra y protege

En muchas empresas, universidades o instituciones, el tráfico hacia internet no sale directamente desde los equipos de los usuarios, sino que pasa antes por un servidor proxy.

Este servidor actúa como intermediario entre el cliente y el resto de la red y se utiliza para:

  • Filtrar tráfico y bloquear determinados contenidos o webs.
  • Mejorar la seguridad, ocultando la IP real de los equipos internos.
  • Acelerar la navegación almacenando en caché contenido muy consultado.
  • Aplicar políticas de acceso (por ejemplo, limitar horarios o categorías de sitios).

El resultado es un mayor control sobre lo que entra y sale de la red corporativa, además de una posible mejora en tiempos de respuesta cuando muchos usuarios acceden a los mismos recursos.


Servidor FTP: mover archivos de forma centralizada

Aunque han surgido muchas alternativas modernas, el servidor FTP sigue siendo una herramienta muy utilizada para transferir archivos entre equipos. Funciona con el protocolo FTP, o bien con variantes cifradas como SFTP o FTPS, que hoy son las más recomendables.

Sus usos más habituales incluyen:

  • Subida y descarga de archivos internos en una empresa.
  • Gestión de contenido de ciertos sitios web heredados.
  • Intercambio de ficheros con clientes y proveedores.
  • Copias de seguridad sencillas.

Un detalle relevante es que el FTP clásico no cifra los datos, ni siquiera usuario y contraseña. Por eso, en entornos actuales con requisitos de seguridad más estrictos, se priorizan opciones cifradas como SFTP o FTPS, que reducen los riesgos de interceptación y robo de credenciales.


Servidor de origen: el “origen de la verdad” en un mundo con CDN

En una época en la que los usuarios acceden a contenidos desde todos los continentes, las CDN (Content Delivery Network) se han convertido en piezas clave para reducir la latencia y mejorar la experiencia de navegación. En ese esquema, el servidor de origen ocupa un papel central.

El servidor de origen es el servidor principal donde se aloja el contenido real de un sitio o aplicación. La CDN se encarga de replicar ese contenido hacia los llamados edge servers o servidores perimetrales, situados en distintos puntos del planeta. De este modo, los usuarios reciben el contenido desde un nodo cercano, lo que reduce tiempos de carga y descarga.

Sin embargo, si el servidor de origen presenta problemas de rendimiento o sufre una caída prolongada, toda la cadena se ve afectada. La CDN puede mitigar parte del impacto gracias a la caché, pero el origen sigue siendo la “fuente auténtica” de las actualizaciones y del contenido más reciente.


Una infraestructura formada por piezas especializadas

En la práctica, una misma organización combina varios de estos servidores en su día a día: servidores web para la página corporativa, servidores de correo para la comunicación interna y externa, DNS propios o de terceros, proxies para filtrar tráfico y servidores de origen detrás de una CDN para dar servicio a clientes de todo el mundo.

Comprender qué hace cada uno ayuda no solo a los perfiles técnicos, sino también a responsables de negocio que deben tomar decisiones sobre infraestructura, seguridad o externalización de servicios. Al fin y al cabo, gran parte de la actividad económica actual se sostiene sobre estos sistemas especializados que trabajan en silencio, 24 horas al día.


Preguntas frecuentes sobre tipos de servidores

¿Qué tipo de servidor necesita una pequeña empresa para empezar en internet?
Lo más habitual es contar, como mínimo, con un servidor web (o un hosting que lo proporcione) para la página corporativa y con un servidor de correo para gestionar las cuentas de email del dominio. En muchos casos, estos servicios vienen combinados en paquetes de hosting compartido.

¿Cuál es la diferencia entre un servidor web y un servidor de origen en una CDN?
Un servidor web puede funcionar directamente de cara al público sin intermediarios. Cuando se utiliza una CDN, ese mismo servidor web pasa a actuar como servidor de origen, es decir, como fuente desde la que la CDN copia y distribuye el contenido hacia otros servidores perimetrales.

¿Por qué es tan importante el servidor DNS en una infraestructura de red?
El servidor DNS permite que los usuarios accedan a recursos usando nombres de dominio en lugar de direcciones IP numéricas. Si el DNS falla, los servicios pueden seguir funcionando técnicamente, pero dejan de ser accesibles por nombre, lo que supone, en la práctica, una interrupción grave para webs, correos y aplicaciones.

¿Es seguro seguir utilizando servidores FTP tradicionales para transferir archivos?
El FTP clásico no cifra la información, por lo que no es recomendable en entornos donde se manejen datos sensibles. En su lugar, se aconseja utilizar SFTP o FTPS, que ofrecen cifrado y reducen significativamente el riesgo de que las credenciales o los datos sean interceptados durante la transferencia.

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