La economía de órbita baja terrestre (LEO) entra en su década decisiva. Según el informe Enterprise LEO Forecast 2025-30 de Omdia, las organizaciones con necesidades críticas de conectividad –lo que la consultora denomina “verticales soberanas”– gastarán 15,3 mil millones de dólares en servicios LEO de aquí a 2030. La foto fija que dibuja el estudio es clara: la banda ancha empresarial representará el 94 % de los ingresos del segmento, mientras que el direct-to-device (D2D) apenas aportará el 6 % y, en la mayoría de los casos, irá empaquetado dentro de ofertas premium sin monetización directa.
Detrás de estas cifras late una conclusión estratégica: el satélite deja de ser complemento para convertirse en servicio determinante en la cartera de los operadores. Las empresas reclaman conectividad convergente “en cualquier lugar”, con experiencia homogénea independientemente de la tecnología. Eso fuerza a los telcos a vender experiencia de servicio –SLA, seguridad, soberanía del dato– por encima del acceso concreto (celular, fibra, microondas o satélite).
Qué entiende Omdia por “verticales soberanas”
Omdia define verticales soberanas como aquellos sectores públicos y privados con redes geográficamente extensas, altísima dependencia operativa y exigencias agudas en seguridad de red y soberanía de datos. Se trata de industrias críticas como seguridad pública y defensa, transporte o energía, con miles de activos distribuidos, operaciones en zonas remotas y requisitos de continuidad que no admiten cortes.
El mensaje del informe es inequívoco: cerrar la brecha digital –un objetivo social incuestionable– no financiará por sí solo el crecimiento del satélite. El corazón de la oportunidad LEO está en las empresas con misiones de alto riesgo y entornos aislados donde no llegan (o no bastan) las redes terrestres.
El reparto del pastel: la banda ancha arrasa; el D2D, testimonial
La previsión de Omdia sitúa la banda ancha empresarial como el gran motor del gasto: 94 % de los ingresos LEO a 2030. Aquí encajan los enlaces de capacidad para sucursales remotas, plataformas offshore, convoyes, subestaciones o flotas logísticas: backhaul, redundancia activa y “último recurso” cuando todo lo demás falla.
En paralelo, el D2D –la promesa de que un smartphone “convencional” alcance un satélite sin hardware adicional– tropezará para generar ingresos materiales. Omdia lo resume sin ambages: la experiencia no iguala a la celular, los casos de uso únicos son limitados y, por tanto, la mayor parte del D2D se empaquetará dentro de planes premium, sin una monetización directa significativa. En términos de negocio, eso condena al D2D a un papel complementario, útil en emergencias, mensajería básica o telemetría de baja tasa, pero lejos del ARPU de la banda ancha.
Geografía del negocio: EEUU manda hoy; Asia acelera
Por regiones, Norteamérica –con Estados Unidos al frente– seguirá siendo el mayor mercado empresarial de satélite hasta 2030, concentrando el 37 % de la oportunidad. Sin embargo, el mapa cambia conforme avanza la década: Oceanía, Asia Oriental y Sudeste Asiático, lideradas por China, disparan su peso desde el 9 % en 2025 hasta el 33 % en 2030. La lectura es doble: la demanda se multiplica fuera de los mercados tradicionales y la competencia por contratos soberanos –infraestructuras críticas, transporte transfronterizo, energía– se intensificará.
Por qué el satélite es ya “make-or-break” para los operadores
El estudio es tajante: para los telcos, el satélite pasa a ser un servicio determinante (make-or-break). La razón: las empresas compran experiencias convergentes, no tecnologías sueltas. Piden “conectividad en cualquier lugar” con SLA fijos, seguridad end-to-end y cumplimiento regulatorio, dando igual si el tramo de acceso lo resuelve fibra, 5G o LEO. Bajo ese prisma, un operador sin satélite (propio o de terceros) no puede garantizar la experiencia prometida en geografía real.
La consecuencia organizativa es profunda: los telcos deben dominar la orquestación multired, integrar satcom en sus BSS/OSS, alinear SLA y exponer APIs que hagan transparente el cambio de terrestre a LEO. Se pasa de vender “líneas” a gestionar misión: continuidad, latencia, seguridad y soberanía del dato como productos.
Casos de uso que pagan la factura
Más allá de la teoría, Omdia pone el foco en aplicaciones con ROI directo:
- Seguridad pública y defensa: coordinación en zonas sin cobertura, comandos desplegados, vehículos y drones operando con backhaul LEO seguro. Aquí el valor radica en resiliencia y soberanía.
- Transporte: ferrocarril y carretera de larga distancia, aeronáutica y marítimo con conectividad uniforme para operaciones, mantenimiento, ticketing y experiencias a bordo.
- Energía: upstream y midstream con activos remotos (oleoductos, plataformas, parques eólicos/fotovoltaicos), teleprotección y OT resiliente.
- Telecom: backhaul híbrido para celdas 5G y micro-sites, garantizando servicio allí donde la fibra no llega o es vulnerable.
En todos los casos, la compra no es “por si acaso”: es condición de operación. De ahí que la banda ancha se lleve la mayor parte de los ingresos: capacidad más SLA de verdad.
D2D: útil, pero con límites
La previsión de Omdia de que el D2D represente solo el 6 % del ingreso a 2030 se explica por tres fricciones:
- Experiencia de usuario: hoy, el D2D no iguala en latencia, tasa de datos y continuidad a la red móvil.
- Casos de uso acotados: emergencias, mensajería básica, IoT ligero; útiles, pero difíciles de monetizar con tickets altos.
- Estrategia comercial: el D2D tiende a empaquetarse en planes premium, diluyendo su ingreso directo.
¿Significa eso que el D2D “no sirve”? No. Significa que su valor está en resiliencia, cobertura de última milla extrema y continuidad mínima, más que en ancho de banda. Para sectores críticos, esa función vale oro, pero no paga el bulk del negocio.
Soberanía, seguridad y datos: la otra mitad del contrato
El énfasis de Omdia en soberanía del dato y seguridad de red no es accesorio. Las verticales soberanas exigen control jurisdiccional sobre dónde residen y por dónde circulan los datos, cifrado robusto, segmentación y auditoría. Quien venda LEO a estas cuentas debe documentar:
- Rutas y puntos de presencia,
- Procesamiento y almacenamiento en dominios legales aceptables,
- Cifrado en tránsito/descanso y gestión de claves,
- Convivencia con redes OT y SOCs existentes.
Sin ese andamiaje de cumplimiento y gobernanza, no hay contrato que prospere, por muy brillante que sea la cobertura.
Qué cambia dentro del operador
Para que el LEO sea convergente, el operador debe:
- Unificar SLA (tiempos de reparación, disponibilidad, jitter) independientemente del acceso.
- Hacer “intercambiable” el backhaul con políticas-como-código (orquestación entre fibra, microondas y LEO).
- Integrar facturación y catálogo multired: el cliente no debe ver “híbridos Frankenstein”.
- Exponer APIs para telemetría y eventos (p. ej., paso a LEO por fallo terrestre), de forma que TI y OT del cliente actúen.
- Asegurar la cadena de equipos de usuario (terminales LEO, antenas electrónicas), su gestión remota y su ciclo de vida.
Norteamérica hoy, Asia mañana: la carrera por el 2030
Que Norteamérica concentre el 37 % del mercado hasta 2030 tiene lógica: infraestructura, presupuestos soberanos y operadores satcom muy activos. Pero el salto de Oceanía y Asia Oriental/Sudeste del 9 % al 33 % en cinco años anuncia otra realidad: proyectos continentales de energía, corredores logísticos y redes soberanas con LEO en el núcleo. Quien quiera crecer tendrá que ganar en Asia y adaptarse a marcos regulatorios y de soberanía más estrictos.
Lo que Omdia deja entre líneas
- La convergencia no es opcional: sin satélite integrado, los SLA “en cualquier lugar” se quedan en folleto.
- El negocio se gana en la operación: orquestación, seguridad, observabilidad y cumplimiento determinan el margen.
- El D2D no paga la red: es función de resiliencia, no motor de ingresos.
- El ciclo 2025-2030 es de industrialización: menos pilotos y más contratos multianuales con KPIs operativos.
Preguntas frecuentes
¿Qué sectores empresariales liderarán el gasto en satélites LEO hasta 2030?
Las “verticales soberanas” descritas por Omdia: seguridad pública y defensa, transporte (carretera, ferrocarril, marítimo, aéreo) y energía (upstream, midstream, renovables). Son redes extensas, críticas y con requisitos estrictos de seguridad y soberanía del dato.
¿Por qué la banda ancha concentra el 94 % de los ingresos y el D2D solo el 6 %?
Porque las aplicaciones que sostienen ARPU –backhaul, redundancia activa, enlaces de capacidad– requieren banda ancha garantizada. El D2D aporta resiliencia mínima y cobertura puntual, pero no iguala la experiencia ni el ancho de banda celular, por lo que se empaqueta en planes premium sin monetización directa relevante.
¿Qué regiones crecerán más rápido en ingresos LEO empresariales?
Norteamérica seguirá liderando hasta 2030 con el 37 % del mercado. Oceanía y Asia Oriental/Sudeste, con China a la cabeza, escala su cuota del 9 % (2025) al 33 % (2030), impulsadas por proyectos soberanos y corredores logísticos.
¿Por qué el satélite se ha vuelto “make-or-break” para los operadores?
Porque los clientes compran experiencia convergente: servicio continuo y seguridad independientemente de la tecnología de acceso. Sin LEO integrado, los operadores no pueden garantizar conectividad “en cualquier lugar” con SLA confiables ni abordar misiones críticas en geografía real.
Fuente: omdia — Space To Grow: Enterprise LEO Forecast 2025-30 (comunicado del 8 de octubre de 2025).