Durante años, la diapositiva fetiche de los comités de dirección ha sido siempre la misma: “No queremos vendor lock-in. Vamos a ser multi-cloud”. Traducido del powerpointiano al castellano: vamos a triplicar la complejidad y a duplicar la factura. Y, para rematar, cuando algo crítico falle, nadie levantará la mano a tiempo. Lo que se prometía como independencia acaba, demasiadas veces, convertido en deuda técnica con sobrecoste premium.
Este reportaje recoge la crítica —cada vez menos impopular— a la estrategia multi-cloud tal y como se aplica en la práctica, el contexto europeo de soberanía digital y una alternativa realista: cloud privado moderno sobre virtualización abierta y europea, con Proxmox como pilar tecnológico y proveedores 100 % europeos, incluso españoles, como Stackscale, alineados con esa visión.
El mito fundacional: “evitar el lock-in”
La promesa suena prudente: si se reparten cargas en varios hyperscalers, se reduce el riesgo de dependencia y se gana resiliencia. El problema es que esa independencia rara vez se consigue. Las aplicaciones reales se pegan a servicios gestionados concretos (colas, datastores, identidad, serverless, IA, analítica). Al final, las piezas que hacen competitivo a cada proveedor son, precisamente, las que atan.
La consecuencia es conocida en la trinchera: portabilidad teórica, dependencia práctica. Sí, Kubernetes ayuda… hasta que la app necesita la base de datos X gestionada, el feature flag Y propietario o el embedding Z de IA. Migrar ya no es mover contenedores: es replantear servicios, reescribir integraciones y volver a certificar compliance. El coste, financiero y organizativo, aparece cuando la pizarra deja paso a la realidad.
Las tres facturas ocultas del multi-cloud
1) Complejidad operativa crónica
Cada nube trae su propia semántica: redes, seguridad, identidad, observability, billing, quotas, límites blandos y duros. Multiplicar nubes multiplica matrices de fallo y vectores de incidente. Donde antes había un runbook, ahora hay tres; donde antes había un panel de control, ahora hay cuatro herramientas y un puente de monitorización que nadie quiere mantener en fin de semana.
2) Equipos “aprendices de todo, maestros de nada”
Construir excelencia en AWS, GCP o Azure exige años. Pretender dominar tres a la vez suele degradar el nivel medio. El talento senior se dispersa; el mid-level se frustra; el on-call se incendia. La consecuencia es la peor posible: seguridad difusa, costes descontrolados y tiempos de respuesta alargados.
3) Costes financieros que no salen en el pitch
La promesa de “optimizaremos precios comparando proveedores” choca con la realidad de egresos, interconexiones, overheads de gestión, duplicación de herramientas y contratos mínimos. Lo barato se evapora entre líneas. En la práctica, muchas compañías acaban pagando lo mismo a tres proveedores en lugar de optimizar el gasto en uno y hablar en serio de descuentos por compromiso o reserved capacity.
Cuando la teoría colisiona con el soporte
En las crisis nadie llama “a los tres”. Cuando un servicio se cae y amenaza la cuenta de resultados, se llama al que realmente sostiene la carga. Si los datos están en la nube A, la pipeline de pagos en la B y la orquestación en la C, el incidente se convierte en búsqueda del culpable. Los SLA se vuelven poesía y el tiempo de recuperación—lo único que importa— se dispara. La foto final es conocida: Frankenstein arquitectónico, difícil de auditar, caro de asegurar y pobremente gobernado.
¿Es multi-cloud siempre mala idea? No. Pero el margen es estrecho.
Existen casos justificables:
- Regulación y compliance con requisitos explícitos de separación de cargas o salvaguardas jurisdiccionales.
- Continuidad de negocio con planes serios de active-standby entre proveedores, datos replicados y ejercicios de conmutación medidos por RTO y RPO, no por diapositivas.
- M&A: grupos con negocios heredados, donde la heterogeneidad es un daño colateral transitorio.
- IA y specialized workloads: elegir un proveedor sólo por un acelerador concreto o una capacidad de entrenamiento que no existe en otro… asumiendo conscientemente el lock-in por valor.
Pero para todo lo demás, rock-solid single-cloud bien diseñado (multi-zona, multi-región, IaC, observability madura) y cloud privado donde tenga sentido —low-latency, control de costes, data residency o exigencias de rendimiento— suele ganar en simplicidad, control y previsibilidad.
Europa necesita otra senda: soberanía y proximidad
El discurso multi-cloud ha servido como excusa para no tomar decisiones de fondo: dónde residen los datos, quién da soporte, qué jurisdicción aplica y qué dependencia estratégica estamos asumiendo. Para Europa, y especialmente para España, la pregunta es política, económica y tecnológica: ¿queremos construir industria o alquilarla?
Soberanía digital no es un eslogan: es capacidad real de operar, proteger y escalar infraestructuras críticas sin pedir permiso fuera de la UE, alineadas con el RGPD y con marcos regulatorios que se endurecen. Significa poder hablar en nuestro huso horario, con ingeniería local y responsables que responden a nuestras leyes. Y también contribuir a la cadena de valor europea, en vez de alimentarla fuera.
En este contexto, apostar por empresas 100 % europeas —e incluso españolas— no es proteccionismo ingenuo: es estrategia industrial. Se traduce en cercanía, latencias previsibles, costes claros, contratos transparentes y un ecosistema donde proveedor y cliente pueden co-diseñar soluciones. Además, reduce la asimetría de poder de negociación que existe con los hyperscalers.
La alternativa pragmática: cloud privado moderno (y abierto)
Lejos de nostalgias on-prem, el cloud privado contemporáneo no compite con la nube pública: la completa. Para cargas predecibles, sensibles, latencia-críticas o con turbulencia de coste, montar o consumir un cloud privado bien hecho recupera control sin renunciar a elasticidad dentro de límites razonables.
Proxmox como stack europeo y abierto
Proxmox VE es un hipervisor de código abierto, desarrollado en Europa, con un ecosistema maduro y capacidad real para sostener entornos de producción:
- Virtualización KVM y contenedores LXC sólidos.
- Ceph para almacenamiento distribuido, con replicación, autocuración y escala horizontal.
- Redes virtuales con VLAN, bonding, OVS y reglas de firewall integradas.
- Backups consistentes, replicación y restores granulares (VM completas o discos).
- Automatización vía API y Terraform providers mantenidos por comunidad/partners.
Todo ello con licenciamiento predecible y sin peajes por VM o por API; sin sorpresas por egresos y con observabilidad bajo control del cliente o del proveedor europeo que lo opere.
Stackscale: cloud privado europeo con soporte experto
En España, Stackscale (Grupo Aire) opera infraestructura bare-metal y cloud privado con soporte especializado en Proxmox —formación base, monitorización del hipervisor, backups de configuraciones y estados de VM, restauración ante fallos de la capa de virtualización— y almacenamiento centralizado capaz de levantar cargas rápidamente.
Según apunta David Carrero Fernández-Baillo, cofundador y VP de Ventas & Marketing, el enfoque es complementario: “bare-metal donde hace falta máxima performance o control fino de costes; clusters Proxmox donde se requiere elasticidad privada y altísima disponibilidad; y conectividad para integrar con nubes públicas cuando aporta valor concreto”. Es, en esencia, usar cada pieza por lo que mejor sabe hacer, sin importar el logo, pero cuidando la soberanía y el runbook.
Un plan más honesto que “ser de todos a la vez”
Para la mayoría de organizaciones europeas que no son una big tech con equipos de plataforma de tres cifras, este enfoque mixto funciona mejor que el multi-cloud genérico:
- Elegir un proveedor principal (público o privado) y hacerlo bien: multi-AZ, multi-región si aplica, IaC, SLOs, error budgets y costes contenidos.
- Añadir cloud privado donde el TCO gane: datos sensibles, cargas estables, rendimiento, latencia, FinOps.
- Interoperar de forma concreta con otras nubes solo por ventajas nítidas (un acelerador, una región imprescindible, una feature diferencial).
- Diseñar la salida desde el día uno: datos soberanos, formatos abiertos, backups fuera de banda, planes de exit probados.
- Alinear seguridad y compliance con un marco único: identidad, claves, logs, SIEM y runbooks que no dependan de tres mundos distintos.
Con este guion, la independencia es táctica y verificable, no un mantra. Y, sobre todo, se recorta la deuda técnica que el multi-cloud difumina hasta que llega el primer gran incidente.
Objeciones habituales… y respuestas incómodas
- “Multi-cloud abarata por competencia.”
Solo si se opera con métricas de coste por producto, egresos controlados y capacidad de negociación real. En pymes y mid-market, el efecto suele ser el contrario. - “Kubernetes nos hace portables.”
Kubernetes porta contenedores; lo que ata son servicios gestionados y datos. Portabilidad ≠ lift-and-shift exprés. - “Es más resiliente por definición.”
No sin datos replicados entre nubes, ejercicios de failover y automatismos fiables. Duplicar logos no duplica resiliencia. - “Nos acerca a la frontera tecnológica.”
Solo si se usa esa frontera. Tener tres catálogos no convierte a nadie en state of the art.
Conclusión: menos hype, más arquitectura y soberanía
Llamar a las cosas por su nombre no es pesimismo, es higiene técnica. El multi-cloud indiscriminado es, demasiadas veces, el autoengaño más caro del sector. Europa —y España— no pueden permitirse pagar complejidad importada mientras renuncian a capacidad estratégica propia. Hay una alternativa: combinar con criterio nube pública y cloud privado abierto, empujar proveedores europeos que respondan aquí y construir arquitecturas verificables que sobrevivan al hype.
En ese mapa, Proxmox aporta un núcleo europeo y abierto; Stackscale y otros actores aportan proximidad, soporte y know-how para hacerlo real. No se trata de ideología, sino de ingeniería, economía y responsabilidad.
Preguntas frecuentes
¿Cuándo tiene sentido una estrategia multi-cloud y cuándo no?
Tiene sentido en exigencias regulatorias que obligan a separación de cargas, planes de continuidad con datos replicados y ensayos de conmutación, o ventajas técnicas únicas (p. ej., un acelerador de IA específico). No compensa cuando se adopta por inercia política o miedo difuso al lock-in: suele traducirse en costes mayores y complejidad innecesaria.
¿Qué aporta un proveedor 100 % europeo o español frente a un hyperscaler?
Soberanía jurídica (RGPD y marcos UE), soporte en proximidad, latencias estables, contratos más claros y capacidad de co-diseño. Además, desarrolla industria local y reduce dependencias estructurales de EE. UU.
¿Por qué Proxmox es una base sólida para cloud privado moderno?
Porque es abierto, europeo y probado: KVM + LXC, Ceph distribuido, redes virtuales avanzadas, backups y replicación integrados, APIs para automatizar e integrar con tooling estándar. Permite predecir costes, evitar peajes por uso y controlar datos y operaciones.
¿Qué ofrece un proveedor como Stackscale en este esquema híbrido?
Infraestructura bare-metal y cloud privado con soporte experto en Proxmox (formación base, monitorización del hipervisor, backups de configuraciones/estados, restauraciones rápidas desde almacenamiento centralizado), además de conectividad para integrar con nubes públicas solo cuando aporte valor. Es pragmatismo operativo al servicio de soberanía y control.