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La retirada de soporte a Windows 10 podría generar 1,7 millones de toneladas de residuos electrónicos

Organizaciones reclaman alternativas sostenibles mientras millones de dispositivos quedarán obsoletos por no cumplir los requisitos de Windows 11

El próximo 14 de octubre, coincidiendo irónicamente con el Día Internacional de los Residuos Electrónicos, Microsoft dejará de dar soporte oficial a Windows 10, un sistema operativo que aún utilizan casi la mitad de los ordenadores con Windows en todo el mundo. Esta decisión ha encendido las alarmas entre expertos en sostenibilidad y tecnología, que alertan del riesgo medioambiental y social que supone dejar fuera de juego a cientos de millones de dispositivos funcionales, muchos de los cuales no cumplen los requisitos mínimos de hardware para actualizar a Windows 11.

Según cálculos del grupo estadounidense US PIRG, el fin del soporte a Windows 10 podría suponer la generación de más de 1,54 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos (unos 1,7 millones de toneladas estadounidenses), una cifra equivalente al peso de 15 portaaviones clase Nimitz o más de 150 torres Eiffel. El informe, divulgado por la ONG británica The Restart Project, denuncia que la decisión de Microsoft obligará a usuarios, escuelas, organizaciones públicas y empresas a reemplazar prematuramente equipos en buen estado, impulsando el ciclo del despilfarro electrónico.

Un año de prórroga… insuficiente

Ante la presión de usuarios y medios, Microsoft ha anunciado recientemente que ofrecerá un año adicional de actualizaciones gratuitas de seguridad para usuarios individuales, evitando el coste de 30 dólares que inicialmente había previsto. Sin embargo, esta extensión solo retrasa el problema hasta 2026, y no se aplica de forma generalizada. Las instituciones educativas podrán comprar hasta tres años más de soporte a menor coste, pero las empresas deberán asumir precios más elevados, y el acceso a la prórroga gratuita es limitado.

Comunidades que resisten con software libre

En paralelo, han surgido iniciativas comunitarias y movimientos de base que buscan alargar la vida útil de los dispositivos mediante la instalación de sistemas operativos alternativos basados en software libre y de código abierto, como Linux. Algunas organizaciones están organizando eventos de reparación colaborativa, donde voluntarios ayudan a usuarios a reemplazar Windows 10 por distribuciones ligeras que siguen recibiendo actualizaciones.

Para facilitar este proceso, un grupo de desarrolladores ha creado el llamado “End of Windows 10 Toolkit”, una colección de herramientas y guías para ayudar a las comunidades a liberar equipos de los requisitos de Microsoft y devolverles funcionalidad y seguridad sin coste.

Reclamaciones por una informática más sostenible

No obstante, los expertos alertan de que estas acciones, aunque loables, no son suficientes ante la magnitud del problema. Varias organizaciones por el derecho a reparar, la durabilidad tecnológica y la sostenibilidad electrónica están exigiendo a los gobiernos y organismos internacionales que impongan normas más estrictas en materia de:

  • Durabilidad mínima y estándares de reparabilidad para equipos informáticos.
  • Incentivos fiscales y económicos que favorezcan productos con soporte prolongado.
  • Objetivos vinculantes de reutilización, actualización y reparación frente a la obsolescencia.

“La decisión de Microsoft pone de manifiesto un problema sistémico: los fabricantes diseñan productos con una vida útil programada, sin hacerse responsables del coste ambiental de su retirada del mercado”, denuncian desde The Restart Project.

¿Alternativas posibles?

Muchos expertos señalan que si Microsoft quisiera, podría extender el soporte básico de seguridad de Windows 10 sin grandes costes operativos. Otras voces proponen que las actualizaciones de seguridad críticas sean liberadas como software abierto una vez finaliza el soporte oficial, facilitando que otros proveedores o comunidades puedan mantener los sistemas en funcionamiento sin depender de acuerdos comerciales.

La transición tecnológica no puede hacerse a costa del planeta. A cuatro años del Green Deal europeo, y en medio de una emergencia climática global, decisiones como esta subrayan la urgencia de replantear el modelo de desarrollo tecnológico actual, priorizando la sostenibilidad, la ética y la justicia digital.


En resumen: el fin de Windows 10 no es solo un cambio de sistema operativo; es un síntoma más de cómo las decisiones corporativas en tecnología pueden tener un impacto profundo en el medio ambiente y en los derechos digitales de millones de personas.

vía: extremetech

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