La fiebre por las NVIDIA H200 en China reabre la guerra del chip: EE. UU. deja vender, pero cobra peaje; Pekín estudia poner límites

La “guerra del chip” entre Estados Unidos y China vuelve a colocarse en el centro del tablero, con NVIDIA como pieza clave y la H200 como moneda de cambio. La novedad no es que Washington controle qué aceleradores pueden llegar al mercado chino —eso ocurre desde que arrancó la primera oleada de restricciones en 2022—, sino el giro práctico: la Casa Blanca abre una ventana limitada para exportar H200 a “clientes aprobados” y lo hace con condiciones económicas y de control adicionales, mientras China convoca reuniones urgentes con sus gigantes tecnológicos para calibrar cuántas unidades quieren comprar… y si debe frenarles la mano.

Por qué la H200 se ha convertido en “el techo” al que China puede aspirar ahora

La H200 (arquitectura Hopper) no es el último salto generacional de NVIDIA —por encima ya está Blackwell—, pero sí es, en la práctica, la GPU más potente que podría entrar legalmente en China dentro del marco que se está dibujando. En ese punto está la clave: si Blackwell permanece fuera de límites, H200 se vuelve el máximo rendimiento accesible para entrenamiento y despliegues avanzados de IA a corto plazo.

Esa combinación (alto rendimiento + acceso excepcional) explica por qué varias tecnológicas chinas han acelerado conversaciones y previsiones de demanda. Reuters señalaba interés de compañías como Alibaba y ByteDance, y el efecto inmediato sería presión para aumentar producción.

El “sí, pero” de Washington: exportación con licencias y con un 25% de tasa

El permiso no es una puerta abierta. Según la información publicada, Donald Trump anunció que permitiría exportar H200 a China si NVIDIA paga al Gobierno de EE. UU. un 25% de los ingresos de esas ventas.

Y hay un matiz aún más delicado: en paralelo a esa tasa, se ha descrito un mecanismo donde chips fabricados por TSMC podrían pasar por EE. UU. para revisiones de seguridad, aplicarse el gravamen y reexportarse a compradores chinos aprobados.

En términos geopolíticos, el mensaje es claro: EE. UU. no solo limita el acceso; lo convierte en un acceso “tarifado” y supervisado. Para NVIDIA es un negocio posible (aunque condicionado). Para China es, de nuevo, un recordatorio de dependencia.

Pekín no se queda quieto: reuniones “de emergencia” y posibles restricciones propias

La reacción china descrita por distintas informaciones no pasa por ignorar la ventana, sino por intentar controlarla desde dentro.

Según lo publicado, responsables chinos habrían celebrado reuniones de emergencia con Alibaba, ByteDance y Tencent para pedirles previsiones de compra y decidir qué guía aplicar. Esas reuniones habrían estado lideradas por organismos como la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) y el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información (MIIT), que ya venían supervisando compras de chips de IA desde las primeras restricciones.

Entre las ideas que se estarían barajando aparecen dos enfoques especialmente relevantes para entender la estrategia de Pekín:

  • Topes de compra: limitar cuánta GPU de NVIDIA puede adquirir una empresa en función de su compromiso con aceleradores domésticos.
  • Veto por sectores sensibles: impedir el uso de H200 en ámbitos considerados estratégicos (se mencionan finanzas y energía) mediante “window guidance”, una fórmula de presión regulatoria informal.

En otras palabras: China necesita potencia ahora, pero teme que comprar “demasiado” NVIDIA debilite la narrativa y la realidad de su autosuficiencia.

¿Puede NVIDIA producir más H200 sin romper su hoja de ruta?

Aquí entra el factor industrial. Reuters apuntaba que NVIDIA estaría valorando ampliar capacidad de H200 porque los pedidos potenciales chinos han superado lo que puede suministrar hoy, pero a la vez la compañía mantiene el foco en generaciones más nuevas.

La tensión es doble:

  1. Capacidad limitada y priorización: aumentar H200 implica reequilibrar producción frente a plataformas más recientes.
  2. Mensaje al resto del mundo: NVIDIA habría trasladado que un aumento para China no debería afectar a otros mercados, precisamente para evitar que clientes occidentales vean la operación como un “desvío” de suministro.

Además, el cuello de botella de fabricación no desaparece por decreto: si la demanda sube de golpe y la cadena está optimizada para lo nuevo, la elasticidad real es finita.

Lo que deja este episodio: control rentable para EE. UU., dilema estratégico para China

Este capítulo resume bastante bien el estado actual de la rivalidad tecnológica:

  • Estados Unidos conserva el liderazgo y el control del grifo: decide qué entra, a quién y bajo qué reglas; y, además, monetiza el acceso con una tasa explícita.
  • China encara un dilema: necesita “músculo” para competir en IA y no tiene un equivalente inmediato para cargas masivas; pero comprar H200 a gran escala choca con su presión interna para priorizar hardware doméstico y reduce margen de maniobra política.
  • NVIDIA queda en el centro: puede vender… pero en un carril estrecho, supervisado y susceptible de cambios, tanto en Washington como en Pekín.

La gran incógnita es si esta válvula controlada termina siendo estable o si se convierte en otro episodio de ida y vuelta regulatoria. En una guerra tecnológica, lo único constante es que las reglas cambian cuando el coste estratégico de mantenerlas cambia.


Preguntas frecuentes

¿Por qué China tiene tanto interés en la NVIDIA H200 si ya existía la H20 “para China”?
Porque la H200 es muy superior en capacidad para entrenamiento y despliegues avanzados, y la H20 —diseñada para cumplir exportaciones— ha quedado como una opción más limitada para ciertas necesidades.

¿Qué significa que EE. UU. permita vender H200 “a clientes aprobados”?
Que no es una venta libre: las exportaciones se enmarcan en autorizaciones, controles y condiciones específicas (incluida una tasa del 25% de ingresos en el esquema descrito).

¿China puede impedir que sus propias empresas compren H200 aunque EE. UU. lo permita?
Sí. Según lo publicado, Pekín estudia límites internos y restricciones por sectores, incluso mediante guías informales (“window guidance”).

¿Afectará esto al suministro de GPUs para IA en Europa o EE. UU.?
NVIDIA ha indicado que, si amplía producción para atender pedidos chinos, intentaría que no afecte al suministro en otros mercados, aunque la capacidad industrial siempre tiene límites.

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