La escasez de tierras raras amenaza los planes de Tata para su fundición de chips en India en 2027

India lleva años soñando con convertirse en una potencia mundial en semiconductores. El país, que depende en gran medida de importaciones para abastecer sus industrias tecnológicas, lanzó en 2021 la India Semiconductor Mission (ISM) con el objetivo de atraer inversiones, levantar fábricas y reducir esa dependencia estratégica. El proyecto estrella es la planta de fabricación de chips de Tata Electronics en Dholera, Gujarat, en alianza con la taiwanesa Powerchip Semiconductor Manufacturing Corporation (PSMC).

La meta inicial era clara: producir las primeras obleas a finales de 2026. Hoy, sin embargo, el calendario se ha desplazado a mediados de 2027 y, según expertos, podría retrasarse aún más. El motivo no es menor: la crisis global de tierras raras y minerales críticos, esenciales para la producción de semiconductores.


Un proyecto de 11.000 millones de dólares bajo presión

El proyecto de Tata Electronics está valorado en 11.000 millones de dólares (aprox. 10.200 millones de euros). Incluye la construcción de una sala blanca de última generación y la instalación de maquinaria especializada para transformar silicio ultrapuro en semiconductores de última generación.

Desde el anuncio en febrero de 2024, las obras avanzan a ritmo acelerado. Fuentes de la compañía confirman que esperan tener lista la infraestructura a inicios de 2027, con pruebas piloto de producción en el primer semestre de ese mismo año. Pero la amenaza no proviene de las obras, sino del suministro de materiales críticos como neodimio, disprosio, terbio, molibdeno o hafnio, utilizados en imanes, láseres, pulido de obleas y procesos de litografía.

El problema es que la cadena de suministro de tierras raras está dominada por China, responsable de más del 60 % de la producción y refinado mundial. En un contexto de tensiones geopolíticas y restricciones comerciales, el riesgo de cortes o encarecimientos en el suministro se multiplica.


Una pieza clave para la autosuficiencia de India

Para Nueva Delhi, este proyecto no es un simple movimiento industrial, sino una apuesta estratégica por la soberanía tecnológica. India quiere reducir su dependencia de importaciones de chips de Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos, que representan miles de millones de dólares al año y que resultan esenciales para sectores como:

  • Automoción eléctrica, donde los chips gestionan baterías y sistemas de potencia.
  • Defensa y aeroespacial, que requieren semiconductores avanzados y de alta fiabilidad.
  • Telecomunicaciones 5G y 6G, donde el hardware es la base de la conectividad.
  • Electrónica de consumo, desde smartphones hasta televisores inteligentes.

El propio Gobierno lo ha enmarcado dentro de la política “Make in India”, que busca convertir al país en un centro global de manufactura. Pero sin acceso garantizado a tierras raras y minerales críticos, los planes de Tata podrían convertirse en un gigante con pies de barro.


Por qué son tan importantes las tierras raras en los chips

Aunque su nombre pueda llevar a confusión, las tierras raras no son tan escasas en la corteza terrestre. Lo que sí es raro es encontrar depósitos económicamente viables y disponer de la tecnología de refinado para convertirlos en materiales utilizables en alta tecnología.

En la industria de los semiconductores, estos elementos tienen funciones críticas:

  • Neodimio y disprosio: imanes permanentes usados en motores de precisión y equipos de litografía.
  • Terbio: empleado en láseres de alta eficiencia para procesos de grabado.
  • Hafnio y molibdeno: esenciales en recubrimientos de obleas y en la fabricación de transistores de alta densidad.
  • Polvos de tierras raras: utilizados en compuestos de pulido que logran superficies de obleas con defectos mínimos.

Cada oblea de silicio requiere decenas de procesos químicos y físicos que dependen de estos materiales. Sin ellos, la producción se ralentiza, encarece o se detiene.


Los retrasos acumulados: del 2026 al horizonte 2030

En un principio, Tata y PSMC habían previsto iniciar producción a finales de 2026. Pero con la presión sobre la cadena de suministro, los analistas de Gartner estiman que la planta no alcanzará su plena capacidad hasta 2030.

En el escenario optimista, para mediados de 2027 la fábrica podría generar unos 500 millones de dólares en ingresos anuales, con chips orientados a gestión de energía, microcontroladores e industria. En un escenario más consolidado, hacia 2030, los ingresos podrían alcanzar los 1.100 millones de dólares.

El desafío es mayúsculo si se tiene en cuenta que la facturación global de las foundries “puros” alcanzó los 933.000 millones de dólares en 2024, según Gartner. India, con Tata como punta de lanza, busca un espacio en ese mapa dominado por TSMC, Samsung, Intel y GlobalFoundries.


La respuesta del Gobierno indio

Consciente de los riesgos, el Gobierno ha lanzado una Misión de Minerales Críticos, dotada con 1.500 crore de rupias (unos 165 millones de euros), para diversificar proveedores y desarrollar reservas locales. La idea es no depender en exclusiva de China, explorando acuerdos con países de África, Australia y América Latina.

Además, India está impulsando proyectos paralelos de ensamblaje, pruebas y empaquetado de chips (ATMP/OSAT). Micron ya ha abierto una planta en Sanand, Gujarat, mientras que otras compañías como CG Power (con Renesas) y Kaynes también están avanzando en proyectos similares. Sin embargo, Tata Electronics es la única fundición de chips de silicio aprobada bajo la primera fase del ISM, lo que aumenta el simbolismo de su éxito o fracaso.


El papel de los socios internacionales

Tata no está sola en esta travesía. La alianza con PSMC de Taiwán le aporta el know-how y la experiencia que India todavía no tiene en la producción masiva de chips. Además, la empresa ha reclutado talento de Japón, Corea y Taiwán, fichando ingenieros con experiencia en litografía, deposición y empaquetado.

Aun así, la dependencia de materiales críticos y de proveedores de equipos especializados como ASML (litografía), Tokyo Electron (equipos de deposición) o Applied Materials sigue siendo enorme. Cualquier interrupción en esa cadena global, sea por tensiones comerciales o geopolíticas, puede poner en jaque el proyecto.


El reto de competir en un mercado saturado

Incluso si Tata logra superar los obstáculos de suministro, tendrá que enfrentarse a la realidad de un mercado altamente competitivo. TSMC y Samsung controlan más del 70 % del mercado de chips avanzados, con décadas de ventaja tecnológica.

La estrategia de Tata parece orientada a cubrir primero la demanda doméstica en sectores industriales, de defensa y automoción. Posteriormente, y solo si logra estabilizar la producción, podría plantearse la exportación.

Esto implica que los chips fabricados en Dholera no competirán de inmediato con los procesadores de 3 nanómetros de Apple o Nvidia, sino con microcontroladores, chips de gestión de energía y soluciones de nicho. Sin embargo, en un mundo donde la soberanía tecnológica es clave, esa base puede convertirse en un trampolín para dar el siguiente salto.


Una carrera contra el tiempo

El reloj corre y el desafío es doble: construir una fábrica de altísima complejidad y, al mismo tiempo, garantizar un suministro estable de materiales críticos. La escasez de tierras raras no solo encarece la producción, sino que amenaza con retrasar la fecha en la que India pueda presumir de su primera gran fundición de chips.

La paradoja es evidente: India puede tener la infraestructura lista, pero sin materiales, la fábrica no produce. Y en un sector donde cada mes de retraso puede significar perder contratos multimillonarios, el riesgo es enorme.


Conclusión: el futuro del silicio indio depende de la geopolítica

La fundición de Tata en Gujarat simboliza la ambición india de subirse al tren de los semiconductores. Pero el proyecto también refleja las vulnerabilidades globales de la cadena de suministro tecnológica, donde un puñado de países controla insumos que condicionan la industria.

El éxito o fracaso de esta planta marcará no solo el futuro de Tata Electronics, sino también la credibilidad de la India como potencia emergente en chips. Si logra asegurar tierras raras y escalar la producción, India dará un paso histórico. Si no, podría quedarse atrapada en un laberinto de retrasos, costes crecientes y dependencia externa.


Preguntas frecuentes (FAQ)

1. ¿Qué es la planta de Tata Electronics en Dholera, Gujarat?
Es la primera fundición de semiconductores aprobada bajo la India Semiconductor Mission. Su coste estimado es de 11.000 millones de dólares, con producción prevista para mediados de 2027.

2. ¿Por qué son esenciales las tierras raras en la fabricación de chips?
Elementos como neodimio, disprosio, terbio o hafnio se utilizan en imanes, láseres, pulido de obleas y transistores. Sin ellos, los procesos de fabricación de semiconductores se paralizan o encarecen.

3. ¿Qué riesgos enfrenta India con este proyecto?
El principal riesgo es la dependencia de China para tierras raras, que podría retrasar la producción y encarecer los costes. También influyen la competencia global y la falta de experiencia doméstica en fundiciones.

4. ¿Qué papel juega el Gobierno de India en este proyecto?
El Gobierno ha lanzado una Misión de Minerales Críticos con 1.500 crore de rupias, incentivos fiscales y acuerdos internacionales para diversificar el suministro. Además, impulsa proyectos ATMP/OSAT para fortalecer la cadena de valor nacional.

vía: communicationstoday

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