La idea suena a golpe de audacia marca de la casa: Elon Musk quiere levantar una megafábrica de semiconductores capaz de producir un millón de chips al mes para cubrir las necesidades de Tesla en conducción autónoma y robótica. El proyecto, bautizado informalmente como “TeraFab”, llegaría —según los deseos del empresario— para aliviar la escasez de procesadores avanzados en el mercado. Pero el plan ha recibido un baño de realismo por parte de Jensen Huang, consejero delegado de NVIDIA, que desde Taiwán ha recordado que fabricar a la vanguardia es “extremadamente difícil”.
No se trata solo —dijo— de “levantar un edificio”, sino de dominar una cadena completa de ingeniería, ciencia y oficio que firmas como TSMC han perfeccionado durante décadas. La advertencia llega con la autoridad de quien depende totalmente del fabricante taiwanés para los chips de su “revolución de la IA”, y que estos días mantiene encuentros con su dirección para asegurar capacidad en medio de una demanda sin precedentes.
La realidad de un negocio casi imposible
Montar una foundry de última generación no es solo cuestión de capital —se habla de cientos de miles de millones de dólares—. Implica tejer un ecosistema de proveedores y procesos de una complejidad extrema: litografía EUV (con equipos únicos de ASML), químicos ultrapuros, salas blancas gigantescas, empaquetado avanzado (CoWoS, InFO, Foveros…), yield de fabricación que se mide a la décima y un ejército de ingenieros capaces de ajustar cada paso hasta el límite de la física. Incluso actores históricos como Intel Foundry llevan años peleando por recuperar el paso en los nodos más avanzados.
TSMC, por su parte, no solo fabrica: orquesta calendarios, prioriza clientes, escala capacidad y mantiene tasas de rendimiento elevadas en tecnologías que cambian cada 18–24 meses. Rivalizar con eso desde cero, por más ambición que haya, es una carrera de 5–7 años como mínimo y con una curva de aprendizaje brutal.
Por qué Musk quiere su propia fábrica
La motivación es transparente: Tesla necesita mucha más capacidad de chip para su hoja de ruta —desde la plataforma FSD/AI5 hasta sus proyectos de humanoides— y teme depender de cupos que hoy controlan TSMC y Samsung, con NVIDIA, Apple, AMD o los grandes hiperescaladores de IA en la cola. Musk ha insinuado que el suministro de esas foundries —y, en menor medida, el de Intel— podría no ser suficiente para sus planes.
Un “TeraFab” daría a Tesla control sobre su destino y, de paso, rebajaría la exposición a vaivenes geopolíticos y a la escasez de empaquetado avanzado, un cuello de botella real en la era de la IA. La ambición encaja con el historial del empresario (cohetes reutilizables, megafábricas de baterías), pero Huang ha querido poner los pies en el suelo: la fabricación de vanguardia es otra liga.
La posición de NVIDIA (y por qué importa)
NVIDIA es, hoy, el cliente ancla de TSMC para los chips que alimentan ChatGPT, los centros de datos de IA y la nueva generación Blackwell. Su negocio depende de que el fabricante taiwanés entregue volumen a tiempo y con rendimiento alto. Desde esa atalaya, Huang subraya lo que muchos en la industria repiten en privado: no hay sustituto rápido para lo que hace TSMC. Ni siquiera para alguien con el chequera —y la ambición— de Musk.
Aun así, el interés de Tesla abre una ventana de oportunidad para Samsung Foundry e Intel Foundry, que buscan más clientes de alto perfil para sus nodos de vanguardia y sus tecnologías de empaquetado. La propia TSMC, celosa de su liderazgo, no va a dejar de competir por cada diseño de alto volumen que salga al mercado.
¿Qué tendría que pasar para que el “TeraFab” fuese creíble?
- Socios industriales desde el día uno. Sin ASML, Tokyo Electron, Applied Materials y el resto del “club” de equipos de proceso, no hay fábrica.
- Talento: fichar a cientos (miles) de ingenieros de proceso y yield con experiencia real en nodos avanzados.
- Paciencia regulatoria y energética: permiso ambiental, gigavatios de potencia, agua ultrapura y una red de proveedores locales que no se improvisa.
- Cliente ancla más allá de Tesla**: para amortizar la inversión, el “TeraFab” tendría que fabricar también para terceros.
El gran contexto: capacidad sí, foundries no
La paradoja del momento es que todo el mundo necesita más chips avanzados, pero muy pocos pueden fabricarlos. Los que mandan —TSMC y, a distancia, Samsung— ya construyen como nunca; Intel acelera para volver a la primera línea; y el resto del sector compite por cupos y por el empaquetado que convierte los troqueles en productos. En ese tablero, la opción más realista para Tesla a corto/medio plazo pasa por contratos de capacidad a largo plazo y por asegurar líneas de empaquetado dedicadas antes que por levantar una foundry desde cero.
Musk, por supuesto, puede intentar lo imposible. No sería la primera vez. Pero la advertencia de Huang —quizá el directivo que mejor conoce el cuello de botella de la IA— suena a aviso para navegantes: fabricar como TSMC no se aprende en un par de ciclos de producto.
Claves en 30 segundos
- Musk plantea una megafábrica (“TeraFab”) para producir hasta 1 millón de chips/mes y asegurar los planes de Tesla.
- Jensen Huang (NVIDIA) replica: la fabricación avanzada es “extremadamente difícil”; lo que hace TSMC no tiene sustituto rápido.
- Levantar una foundry puntera requiere cientos de miles de millones, 5–7 años, proveedores críticos (ASML…) y un ejército de ingenieros de proceso.
- A corto plazo, la vía más plausible para Tesla es asegurar capacidad con TSMC/Samsung/Intel y empaquetado dedicado, no fabricar desde cero.
2/5 Jensen: “Why am I back? Well, business is very strong. So, I came back to encourage my TSMC friends (to work hard)… business is going very, very strong and I’m here to encourage TSMC. They’re doing a very good job for us and I’m here to thank them for all the hard work…
— Dan Nystedt (@dnystedt) November 7, 2025
Fuente: Dan Nystedt