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Intel, Qualcomm y Micron presionan a la administración Trump para eximir de aranceles a materiales clave de chips

Las tecnológicas advierten que las tarifas podrían elevar costes, frenar la competitividad de EE. UU. y desatar represalias en mercados extranjeros

Las principales empresas del sector de los semiconductores en Estados Unidos, entre ellas Intel, Qualcomm y Micron, han unido fuerzas para solicitar al Gobierno de Donald Trump una revisión urgente de su política arancelaria sobre materiales y productos relacionados con la fabricación de chips. En sus comentarios presentados al Departamento de Comercio, las tres compañías alertan de que las medidas actuales podrían aumentar sus costes operativos, debilitar su posición global y provocar respuestas hostiles por parte de países extranjeros.

Un frente común en defensa de la industria estadounidense

Intel, uno de los fabricantes más emblemáticos del sector, ha solicitado que se concedan exenciones arancelarias a las obleas fabricadas en Estados Unidos o con tecnología estadounidense. Asimismo, la empresa aboga por excluir de tarifas los materiales importados que se utilizan en la producción de chips, al considerar que su encarecimiento tendría un efecto directo sobre el precio final de los semiconductores.

Micron, especializada en memorias y almacenamiento, comparte las preocupaciones de Intel. La compañía destaca que gran parte de sus ingresos provienen de productos como SSDs y chips DRAM o NAND, y advierte de que una aplicación global de aranceles podría perjudicarla frente a fabricantes extranjeros, pese a que su investigación y desarrollo se lleva a cabo íntegramente en suelo estadounidense.

Qualcomm alerta sobre las consecuencias geopolíticas

Por su parte, Qualcomm ha adoptado un tono más geoestratégico. La empresa, líder en tecnología 5G y con aspiraciones de protagonismo en la futura red 6G, teme que una política arancelaria agresiva desencadene represalias. Según la firma, gran parte de los chips fabricados con tecnologías heredadas provienen de China, y cualquier interrupción en la cadena de suministro global —altamente interdependiente— podría dar ventaja a competidores extranjeros.

Qualcomm advierte que, si otros países reaccionan eliminando componentes de origen estadounidense de sus productos, se pondría en riesgo el liderazgo tecnológico de Estados Unidos. En palabras de la compañía, “incluso perturbaciones menores pueden ofrecer a nuestros rivales una ventaja tecnológica incalculable”.

TSMC también alza la voz

El debate no se limita a empresas estadounidenses. TSMC, el gigante taiwanés de la fundición de chips, también se ha pronunciado en términos similares. En un comunicado dirigido a la administración estadounidense, la empresa asiática subrayó que los aranceles deberían introducirse con plazos de ajuste realistas, especialmente para quienes —como TSMC— ya han invertido en ampliar su capacidad de producción en Estados Unidos, en concreto en su fábrica en Arizona.

TSMC añadió que los chips de última generación suelen funcionar en conjunto con otros fabricados con tecnologías más antiguas, por lo que cualquier tarifa sobre estos últimos podría afectar negativamente a sus clientes estadounidenses, limitar las opciones de aprovisionamiento, aumentar los costes de producción y, en última instancia, reducir la demanda.

Exenciones estratégicas y advertencias al proteccionismo

Intel ha pedido al Departamento de Comercio que los criterios para determinar el país de origen de los productos con aranceles se centren en dónde se realiza la parte más valiosa del proceso, especialmente la fabricación de las obleas. Además, propone que las exenciones se apliquen a equipos de fabricación, materias primas, productos sin producción nacional suficiente y aquellos que sean esenciales para la seguridad nacional.

Las empresas también han expresado su oposición al “acumulamiento arancelario”, es decir, la imposición de nuevos aranceles sobre otros ya existentes, y sugieren que cualquier nueva medida reemplace a las anteriores.

Un delicado equilibrio entre seguridad y competitividad

En conjunto, las propuestas de Intel, Micron y Qualcomm reflejan una creciente preocupación en el corazón de la industria tecnológica estadounidense. Si bien entienden la necesidad de proteger la seguridad nacional y garantizar la soberanía tecnológica, temen que una política comercial demasiado rígida pueda tener un efecto contrario: erosionar la competitividad global de las empresas norteamericanas y acelerar la desglobalización de las cadenas de suministro.

Las próximas decisiones de la administración Trump marcarán el rumbo de un sector estratégico para el futuro económico y tecnológico de Estados Unidos. Las voces de alarma de sus principales protagonistas no deben ser ignoradas.

vía: wccftech y latestly

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