El gigante de los semiconductores reconoce que podría dejar de desarrollar tecnologías punteras si no encuentra un cliente externo de peso. La noticia sacude a Wall Street y amenaza con desmantelar el mayor bastión tecnológico de Oregón.
Intel, durante décadas el faro de la innovación en la industria de los semiconductores, ha dejado atónito al sector tecnológico tras reconocer que podría abandonar el desarrollo de su próxima generación de chips avanzados, la tecnología denominada Intel 14A. La revelación, incluida de forma discreta en un documento regulatorio publicado el jueves 25 de julio, plantea un futuro incierto para el campus de investigación de Ronler Acres, el corazón de Intel en Oregón y uno de los principales motores económicos del estado.
Según la compañía, si no logra atraer a un cliente externo de gran envergadura interesado en producir chips con su futura tecnología de fabricación, prevista para 2028 o 2029, podría «no ser económicamente viable» seguir adelante con su desarrollo. La advertencia es clara: si se detiene esta línea de fabricación, podría no haber marcha atrás.
Un anuncio inesperado y con alto impacto
El impacto no se hizo esperar. Las acciones de Intel cayeron un 9 % al día siguiente, mientras analistas e inversores intentaban asimilar las implicaciones de un anuncio que no fue comunicado en una nota de prensa ni en una llamada con analistas, sino escondido en un extenso documento legal.
La decisión se produce en un momento delicado para la compañía. En el último año, Intel ha recortado más de 5.400 empleos en Oregón y su nueva dirección, encabezada por el CEO Lip-Bu Tan, ha paralizado planes de expansión en Ohio, cerrado fábricas en Costa Rica y cancelado inversiones en Europa. La medida más reciente es un plan de despidos a nivel mundial que afectará a 15.000 empleados.
Intel en crisis: sin clientes para su modelo de fundición
El proyecto de fundición independiente —abrir sus fábricas a terceros clientes, como Apple o Nvidia— fue una de las grandes apuestas de la anterior administración de Pat Gelsinger, respaldada con 7.900 millones de dólares del gobierno de EE. UU. a través de la Ley CHIPS. Sin embargo, hasta la fecha Intel no ha logrado atraer a ningún cliente de referencia para sus tecnologías de vanguardia.
El problema, advierten analistas como Stacy Rasgon (Bernstein & Co.), es que el propio anuncio de la posible retirada puede tener un efecto disuasorio: “La revelación en sí misma podría dificultar la captación de grandes clientes si estos no confían en el compromiso de Intel con la fundición avanzada”, explicó.
Además, según el propio documento de Intel, abandonar la fabricación avanzada tendría consecuencias graves:
- Perdería su autosuficiencia en chips de última generación.
- Más de 100.000 millones de dólares en fábricas y equipos podrían quedar obsoletos.
- Debería devolver parte de las inversiones recibidas por no cumplir con objetivos de producción.
- Podría provocar la fuga de talento clave.
Un futuro incierto para Oregón
El campus de Ronler Acres —rebautizado como Gordon Moore Park— es la joya de la corona de Intel y el mayor complejo de investigación y desarrollo de la compañía en el mundo. Con una plantilla que llegó a superar los 23.000 empleados, hoy se encuentra en mínimos de una década tras los recortes recientes.
“Todo el propósito de la Ley CHIPS era garantizar que Estados Unidos mantenga un papel de liderazgo en la fabricación avanzada de chips”, afirmó Duncan Wyse, presidente del Consejo Empresarial de Oregón. “Y es difícil ver cómo eso es posible sin un nodo de vanguardia en Estados Unidos, y ese nodo es Ronler Acres”.
¿Cambio de estrategia o llamada de auxilio?
Algunos observadores interpretan el anuncio como un último intento de presión al gobierno estadounidense para liberar los 5.700 millones de dólares pendientes de la Ley CHIPS, incluidos 1.900 millones destinados específicamente a Oregón. “Podría ser un grito de auxilio con amenaza velada”, sugirió Rasgon, insinuando que Intel estaría diciendo: “Ayúdennos o abandonamos”.
El nuevo CEO, Lip-Bu Tan, no ha aclarado públicamente los planes futuros de la empresa más allá de declarar que están en conversaciones con potenciales clientes para personalizar la plataforma 14A. Aunque mantiene cierto optimismo, el tiempo juega en contra. Intel tendría como máximo 18 meses para conseguir un cliente clave que salve la inversión.
Un símbolo que no puede caer
Intel ha sido durante décadas sinónimo de innovación y progreso tecnológico. Su posible retirada del desarrollo de chips avanzados sería un golpe no solo para Oregón, sino para toda la industria estadounidense y su competitividad frente a gigantes como TSMC (Taiwán) o Samsung (Corea del Sur).
“El sector necesita a Intel”, concluyó Jim McGregor, analista de Tirias Research. “La industria entera falla si Intel no tiene éxito”.
vía: oregonlive