La publicación de Sundar Pichai en LinkedIn no deja lugar a dudas: Google quiere convertir Texas en uno de los grandes epicentros mundiales de su infraestructura de nube e inteligencia artificial. El CEO de Google y Alphabet anunció una inversión de más de 40.000 millones de dólares hasta 2027 en el estado, principalmente en centros de datos y capacidad energética al servicio de la IA.
Detrás del tono entusiasta del mensaje —“una nueva edad dorada de la innovación americana”, “Texas como motor de oportunidades”— se esconde algo más profundo que un simple plan de expansión: es un movimiento estratégico en la carrera global por el cómputo para IA… y, de paso, un nuevo capítulo en el debate sobre el impacto energético, territorial y económico de los centros de datos a hiperescala.
Qué ha anunciado exactamente Google en Texas
Según el propio Pichai y la información ampliada en medios locales estadounidenses, el plan de Google incluye cuatro grandes ejes:
- Más centros de datos
- Tres nuevos data center campuses en los condados de Armstrong y Haskell (dos de ellos en este último).
- Ampliación del campus existente en Midlothian (condado de Ellis) y de la región de Google Cloud en Dallas.
- Energía y resiliencia de la red
- Inversiones para “reforzar la resiliencia y abundancia energética” del estado.
- Creación de un Energy Impact Fund de 30 millones de dólares a partir de 2026 para apoyar iniciativas de eficiencia energética en comunidades locales.
- Desarrollo de talento
- Financiación, a través de Google.org, de programas de formación para electricistas.
- Objetivo: formar a más de 1.700 aprendices y trabajadores eléctricos en Texas de aquí a 2030, casi duplicando el flujo previsto de nuevos profesionales en este sector.
- Ecosistema de IA aplicado
- Colaboraciones con instituciones educativas, sanitarias y energéticas para impulsar proyectos de IA en sectores clave como la salud, la energía y la educación, apoyados con subvenciones y programas de adopción responsable de IA.
En términos políticos, el anuncio llega con el respaldo explícito del gobernador Greg Abbott, que ve en la inversión una prueba del papel de Texas como polo de innovación y empleo ligado a la IA.
Texas, nuevo campo de batalla del cómputo para IA
El movimiento de Google no se produce en el vacío. Texas se ha convertido en pocos años en un imán para centros de datos de los grandes gigantes tecnológicos, por una combinación de factores: disponibilidad de suelo, incentivos fiscales, presencia de grandes infraestructuras eléctricas y una regulación más permisiva.
Microsoft, por ejemplo, ha ido ampliando sus infraestructuras cloud y de IA en el estado, mientras que otras tecnológicas y hyperscalers también han apostado por la región como base para sus despliegues.
El anuncio de Google consolida ese giro: si se ejecuta tal y como está planteado, sería la mayor inversión de la compañía en un solo estado de EE. UU. hasta la fecha.
Pero también refuerza una tendencia que preocupa a reguladores, expertos en energía y comunidades locales: la concentración geográfica de cargas de trabajo de IA extremadamente intensivas en consumo de electricidad y, en muchos casos, de agua.
La cara B de la “edad dorada”: energía, agua y territorio
La narrativa oficial habla de innovación, empleo y oportunidades. Pero el despliegue masivo de centros de datos de IA tiene un coste:
- Consumo eléctrico
- Los centros de datos ya representan una parte creciente del consumo eléctrico mundial, y el auge de la IA acelera esa curva. La propia Agencia Internacional de la Energía (IEA) ha advertido de que el consumo de los centros de datos podría duplicarse de aquí a 2026, impulsado en gran parte por la IA generativa.
- Texas, además, arrastra un historial de vulnerabilidades en su red eléctrica, con episodios de cortes y crisis energéticas recientes. La promesa de Google de “aumentar la abundancia energética” apunta precisamente a mitigar el temor de que esta nueva demanda agrave los problemas existentes.
- Agua y refrigeración
- Google asegura que los nuevos centros de datos de Armstrong y Haskell emplearán tecnologías avanzadas de refrigeración por aire, reduciendo el uso de agua a las operaciones imprescindibles en los sitios.
- Sin embargo, organizaciones ambientales recuerdan que incluso las soluciones más eficientes siguen requiriendo recursos (agua, suelo, energía) en regiones donde el estrés hídrico es un problema estructural.
- Uso del suelo y impacto local
- Los nuevos campus ocuparán cientos de hectáreas y transformarán el uso del territorio a largo plazo. Estos proyectos suelen traer empleo y actividad económica, pero también generan tensiones sobre infraestructuras locales, vivienda y servicios públicos.
Google vende estabilidad; el mercado ve concentración de riesgo
Desde el punto de vista tecnológico, la apuesta tiene lógica: la IA generativa y los modelos de nueva generación exigen capacidad de cómputo masiva distribuida en grandes regiones estratégicas. Texas, con conexión a grandes redes eléctricas, buena conectividad y espacio disponible, encaja en ese mapa.
Pero cada vez más analistas ven en estos megaproyectos de infraestructuras de IA un riesgo sistémico:
- Cuando pocas empresas (Google, Microsoft, Amazon, Meta…) concentran tanto poder en centros de datos, energía y redes, cualquier fallo o restricción regulatoria puede tener efectos en cascada sobre toda la economía digital.
- El impulso de la IA se apoya en deuda, energía barata y subsidios. Si alguno de esos pilares se tambalea, el modelo de crecimiento puede sufrir correcciones bruscas.
En ese contexto, los 40.000 millones de Google en Texas son, a la vez, una demostración de fuerza y un compromiso a largo plazo con un estado que se posiciona como “hub de IA” dentro de Estados Unidos. Pero también refuerzan la dependencia de la infraestructura digital global respecto a un pequeño grupo de actores y a unas pocas regiones.
¿Qué significa esto para la industria tecnológica?
Para el ecosistema tecnológico, el anuncio de Pichai lanza varias señales claras:
- La carrera por el cómputo se acelera
Las grandes tecnológicas han asumido que la ventaja competitiva en IA pasa por controlar desde el chip hasta el centro de datos y la energía. Quien controle el cómputo controlará buena parte de la cadena de valor de la IA. - Los centros de datos se convierten en política industrial
Gobiernos estatales y nacionales compiten por atraer estas inversiones con incentivos, simplificación regulatoria y promesas de empleo. Texas se refuerza como uno de los grandes ganadores de esta carrera dentro de EE. UU. - Más presión para las infraestructuras públicas
Aunque las empresas prometen mejoras en la red eléctrica y en la eficiencia, el aumento de la demanda energética y de capacidad de red obligará a replantear políticas de planificación, regulación y sostenibilidad. - Debate abierto sobre sostenibilidad y gobernanza de la IA
La industria vende estos proyectos como “infraestructura para el futuro”. Pero la sociedad civil, los reguladores y parte de la comunidad técnica empiezan a preguntar a qué precio, quién decide dónde se construyen estos centros, con qué condiciones y con qué garantías de transparencia.
Un futuro alimentado por GPUs… y por decisiones políticas
El post de Sundar Pichai es, en apariencia, una nota optimista sobre inversión, empleo y progreso tecnológico. Pero leído en clave de infraestructura crítica, es algo más: una declaración de poder.
Google está diciendo al mercado, a sus competidores y a los gobiernos que está dispuesto a invertir cifras históricas para asegurarse el cómputo necesario para la próxima década de IA. Texas, a cambio, se consolida como pieza clave de ese tablero.
La gran incógnita es si esta nueva ola de infraestructuras de IA será capaz de equilibrar innovación, empleo y competitividad con sostenibilidad, resiliencia energética y distribución de poder. Porque lo que se está construyendo en Armstrong, Haskell o Midlothian no son solo naves llenas de servidores: son los cimientos físicos de la economía de la IA.
Y como toda infraestructura crítica, sus beneficios —y sus riesgos— no se quedarán dentro de las vallas de esos campus.
vía: LinkedIN