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Estados Unidos bajo la lupa: Malasia multiplica por 34 sus importaciones de GPU en plena guerra tecnológica con China

El incremento del 3.400% en compras de gráficas desde Taiwán despierta sospechas de un mercado gris para sortear las sanciones impuestas a Pekín

La sorprendente escalada de importaciones de unidades de procesamiento gráfico (GPU) por parte de Malasia ha encendido todas las alarmas en Washington y otras capitales occidentales. Solo en abril de 2025, este país del sudeste asiático importó tarjetas gráficas por valor de 2.740 millones de dólares, principalmente procedentes de Taiwán, en lo que representa un incremento del 3.400% respecto al mismo mes de 2023. Este fenómeno no ha pasado desapercibido para analistas y autoridades, que sospechan de la posible existencia de un canal paralelo —o «mercado gris»— para que China continúe accediendo a tecnología avanzada pese a los controles comerciales de Estados Unidos.

Desde principios de año, la tendencia se ha consolidado con cifras anómalas que rompen por completo el histórico de importaciones relativamente estables de los últimos años. Esta desviación coincide temporalmente con el endurecimiento de las restricciones impuestas por la administración estadounidense a las exportaciones de chips avanzados —especialmente los diseñados para inteligencia artificial— al gigante asiático.

¿Despegue tecnológico o estrategia de evasión?

Oficialmente, Malasia puede argumentar que estas adquisiciones masivas forman parte de una estrategia nacional para fortalecer su infraestructura de nube e impulsar la adopción de inteligencia artificial. Sin embargo, las dimensiones de la operación y su sincronización con la entrada en vigor de la nueva Norma de Difusión de la IA (AI Diffusion Rule) el próximo 15 de mayo han alimentado conjeturas de todo tipo.

La norma, diseñada por la administración Biden y anunciada en enero de 2025, tiene como objetivo impedir que tecnologías de doble uso —como modelos avanzados de IA y aceleradores GPU— lleguen a manos de adversarios estratégicos como China o Rusia. En este contexto, el papel de países intermediarios cobra especial relevancia: lo que Malasia podría estar acumulando para consumo propio, podría también estar redirigiéndose hacia el norte, burlando así los bloqueos a través de canales secundarios difíciles de rastrear.

Este tipo de prácticas no es nuevo. Ya ocurrió con Rusia, que ha mantenido su acceso a hardware occidental a través de naciones interpuestas. El Departamento de Comercio de EE.UU. y otros organismos de control han reconocido que una de las principales dificultades es identificar con precisión qué países están funcionando como pasarelas logísticas encubiertas.

La sombra del “mercado gris” y la presión sobre NVIDIA

En medio de estas tensiones, Estados Unidos está explorando medidas cada vez más sofisticadas. En particular, se ha planteado la posibilidad de integrar mecanismos de rastreo geográfico —e incluso de desactivación remota— en los chips más potentes fabricados por empresas como NVIDIA. El objetivo: impedir que GPUs de gama alta acaben en centros de datos chinos utilizados para entrenar modelos de IA con potencial militar o estratégico.

Aunque técnicamente aún no se ha alcanzado la capacidad de desactivar una GPU de forma remota según su ubicación, la idea circula con fuerza en el seno del gobierno de Donald Trump, especialmente entre los defensores de un enfoque más agresivo en la contención tecnológica de China. La propuesta incluiría la incorporación de una especie de backdoor en los chips para que se comuniquen con servidores de verificación, reportando su geolocalización y activando medidas restrictivas si se detecta su uso en zonas vetadas.

Un tablero geopolítico en constante reconfiguración

La investigación sobre el sorprendente flujo de GPUs hacia Malasia promete ir en aumento en las próximas semanas, especialmente con la entrada en vigor de las nuevas normativas. El conflicto comercial entre Estados Unidos y China está alcanzando una nueva fase, donde ya no se trata solo de imponer sanciones directas, sino de controlar el rastro del hardware avanzado en un mundo globalizado.

Con las tarjetas gráficas convertidas en un recurso crítico para el desarrollo de modelos de inteligencia artificial, su distribución se ha transformado en una cuestión estratégica. Y en este juego de ajedrez tecnológico, países como Malasia podrían terminar atrapados entre las ambiciones industriales y las presiones diplomáticas.

vía: elchapuzasinformatico.com

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