En un giro que muchos esperaban dentro del panorama tecnológico, muchas empresas están reconsiderando su dependencia de la nube pública y optando por regresar a infraestructuras privadas. Este fenómeno, conocido como repatriación de la nube, marca una notable tendencia en la que el atractivo de las soluciones de infraestructura como servicio (IaaS) ofrecidas por gigantes como Amazon Web Services, Azure de Microsoft, IBM Cloud, Oracle Cloud y Google Cloud comienza a verse cuestionado por las organizaciones que buscan optimizar costes y garantizar una mayor seguridad en la gestión de sus datos y servicios.
Un estudio reciente en el Reino Unido reveló que más del 25% de las empresas encuestadas ya han efectuado una transición parcial o total hacia infraestructuras basado en soluciones de cloud privado u on-premise alejado de los grandes hiperescalares y de la promesa de escalabilidad dinámica y adaptación a las últimas tendencias tecnológicas que ofrecían estas plataformas de nube.
Las motivaciones detrás de este cambio son variadas. Un tercio de las compañías repatriadas citaron preocupaciones de seguridad y expectativas no cumplidas como factores clave para su decisión. Muchas empresas descubrieron que migrar a la nube pública sin una optimización adecuada de sus aplicaciones y procesos no solo no aprovechaba las ventajas de estas plataformas, sino que también podía resultar en un uso ineficiente de los recursos y, lo más crítico, en un aumento significativo de los costes operativos. Costes sobre los que se pierde el control, quedando a merced de las subidas anuales de los grandes proveedores.
Según el estudio, el principal impulsor de la repatriación a la nube privada fue, de hecho, los costes. Casi el 45% de las empresas que dieron el paso hacia la cloud pública originalmente buscaban una reducción de sus gastos que no se produjo. Sin embargo, para muchas, la realidad fue una inversión más elevada de lo anticipado. Esto pone en evidencia que la elección entre mantener una infraestructura privada o migrar a la nube pública no es una decisión que deba tomarse a la ligera y que debe considerarse cuidadosamente el análisis coste-beneficio de cada opción. Normalmente en el largo plazo optar por una nube privada permitirá controlar de forma efectiva los costes presentes y futuros, además de contar con recursos de uso exclusivo para cada empresa.
No obstante, la repatriación de la nube pública conlleva sus propios desafíos. Las empresas que optan por este camino deben asegurarse de tener un control riguroso sobre su infraestructura privada para evitar brechas de seguridad, contar con personal calificado para la gestión de servicios y datos y realizar un análisis meticuloso de sus necesidades de hardware, o bien contar con el apoyo de proveedores de infraestructura cercanos que aporten este valor. Estos requisitos podrían implicar inversiones significativas tanto económicas como de recursos humanos, que deben ser evaluadas en el largo plazo.
Casos de éxito como el de David Heinemeier Hansson, cofundador de Hey y Basecamp, ilustran los beneficios potenciales de esta transición. Tras detectar un aumento desmesurado en los costos de servicios en la nube pública, su empresa decidió repatriar su infraestructura, obteniendo resultados positivos y destacando las ventajas de tener un mayor control y optimización de costos.
Aunque este movimiento podría parecer una amenaza para los proveedores de servicios en la nube como Amazon, Google y Microsoft, la realidad es que la emergente era de la inteligencia artificial (IA) presenta nuevas oportunidades de crecimiento. La IA demanda una enorme capacidad de cómputo y almacenamiento que probablemente seguirá impulsando el uso de la nube, abriendo el camino a una diversidad de servicios web alojados en estas plataformas.
En conclusión, la repatriación a la nube refleja un punto de inflexión en la estrategia tecnológica de las empresas, obligándolas a reevaluar la eficacia y el coste de sus soluciones de infraestructura. Mientras algunas organizaciones encuentran en la nube pública la respuesta a sus necesidades de innovación y escalabilidad, otras redescubren el valor de tener un mayor control de su infraestructura privada para alinear sus objetivos operativos y financieros en un entorno digital en constante evolución.