Diez revoluciones a la vez: por qué la “ola” de los 8 trillones de dólares marcará la década (y cómo no quedarse fuera)

“La tecnología lo está cambiando todo” se ha convertido en una frase hecha. Pero detrás del tópico hay una tesis concreta —y con cifras— que empieza a abrirse paso: entre 2025 y 2035, diez plataformas tecnológicas podrían generar entre 6 y 8 trillones de dólares, más que el PIB conjunto de Japón y Alemania. La idea, formulada por Patricio Hunt en un artículo de opinión publicado en Expansión, no es que haya una única revolución, sino diez a la vez: inteligencia artificial, robótica, vehículos autónomos, realidad mixta, drones, satélites, robots humanoides, computación cuántica, wearables e interfaces cerebro-computadora. La diferencia entre anticiparse o llegar tarde, sostiene, será abismal.

El argumento central se resume en dos palabras: timing e infraestructura. El primero decide quién captura valor (los que se suben a la ola; no los que la ven romper). La segunda exige mirar menos a “gadgets” sueltos y más a plataformas capaces de atraer un ecosistema alrededor.


De la frase hecha a las cifras: 6–8 “trillones” en diez años

El encaje de las piezas es lo que llama la atención. En los próximos diez años se cruzarán madurez tecnológica, masa crítica de datos, costes decrecientes de cómputo y sensores, y un apetito inversor que, según el autor, ya se nota en Wall Street, Silicon Valley y fondos soberanos. En ese contexto, las diez plataformas tecnológicas no avanzan por separado: se multiplican entre sí. La IA acelera el diseño de robots; los drones dependen de edge computing y conectividad satelital; la realidad mixta y los wearables empujan nuevas interfaces; la cuántica promete resolver problemas de optimización que desbloquean casos de uso hoy inviables.

La consecuencia: 6–8 trillones de dólares entre 2025 y 2035. No es una estimación de “beneficios” al uso, sino de valor económico agregado por plataformas que companden (crecen y arrastran ecosistemas) cuando su combinación de hardware dedicado, software especializado y capacidad de red cuaja.


Las diez palancas, explicadas en corto

1) Inteligencia artificial (IA). La primera gran “ola” visible. Los agentes y los modelos capaces de actuar sobre sistemas heredados (navegadores, ERPs, workflows) ya generan miles de millones en productividad. Al mismo tiempo, la IA se incrusta en casi todo lo demás de esta lista.

2) Robótica industrial. Tras décadas de mejoras incrementales, la combinación de visión artificial, pinzas hápticas, IA para planeamiento y costes más bajos de actuadores trae una nueva generación de robots “flexibles” y reprogramables para líneas de producción, logística o agricultura.

3) Vehículos autónomos. La segunda ola, junto con la realidad virtual/aumentada, que según el autor “explotará” entre 2027 y 2032. La autonomía escala con sensores más baratos, mapas más precisos y modelos que generalizan mejor condiciones de tráfico.

4) Realidad mixta (AR/VR). Deja de ser sólo “cascos” para juegos y se integra en formación, mantenimiento remoto, telemedicina o diseño. La clave es la productividad, no la demo tecnológica.

5) Drones. Más autonomía y seguridad; entregas, inspección de infraestructuras, agricultura de precisión. Dependencia directa de IA embarcada y redes satélite/5G.

6) Satélites. Constellations en órbita baja que reducen latencia, abaratan ancho de banda y habilitan operaciones en tiempo casi real (observación, conectividad rural, IoT global).

7) Robots humanoides. Todavía emergentes, pero con dinámica de plataforma: si resuelven movilidad, pinzado e interacción segura, abrirán tareas hoy reservadas a personas en logística, servicio o mantenimiento.

8) Computación cuántica. Horizonte de los 2030s para muchos casos, con ventanas específicas antes: química de materiales, optimización, machine learning cuántico. No sustituye a la IA clásica, la complementa.

9) Wearables. De contadores de pasos a sensores de salud clínicamente útiles, con mayor privacidad y procesado local. Impulsan nuevas interfaces y seguimiento de biomarcadores.

10) Interfaces cerebro-computadora (BCI). Todavía de nicho, pero con potencial en rehabilitación, comunicación asistida y, más adelante, interfaces de alta precisión para profesiones críticas.


“No es una revolución: son diez a la vez”. Por qué el “timing” lo es todo

La tesis operativa del autor es que el retorno no es lineal: quienes invirtieron pronto en la ola del smartphone —otra plataforma compounder— capturaron rendimientos hasta 1.000 % superiores a los tardíos. En el nuevo ciclo se distinguen olas:

  • Primera ola: agentes de IA y robótica industrial (ya monetizan).
  • Segunda ola: vehículos autónomos y realidad mixta (ventana 2027–2032).
  • Tercera y cuarta: cuántica, humanoides y BCI (disrupciones profundas ya en los 2030s).

En cada ola, la captura de valor premia a quienes se posicionan antes de la tracción masiva. Por eso, insiste, no se trata de subirse a “la ola”, sino de anticiparla.


Mirar plataformas, no “gadgets”: la prueba del ecosistema

Una plataforma compounder combina:

  1. Hardware dedicado (sensores, actuadores, chips, dispositivos).
  2. Software especializado (modelos, runtimes, SDKs, stacks).
  3. Potencial de ecosistema (desarrolladores, partners, marketplaces, estándares).

La pregunta que, según Hunt, hay que hacerse al analizar una oportunidad no es “¿es una buena tecnología?”, sino “¿va a crear un ecosistema o solo es un componente?”. Las plataformas que agregan terceros terminan acelerando su propia demanda; los componentes aislados, no.


De la tesis a la cartera: un marco de asignación

El artículo propone un marco de exposición que no es asesoramiento de inversión, pero sí una guía de diversificación:

  • 60 % en mercados públicos (acciones y ETFs), para capturar valor líquido y plataformas ya en fase de escala.
  • 40 % en capital privado, donde anidan las rondas tempranas que abren opcionalidad a varios años vista.

Y, dentro de lo público, una distribución por madurez:

  • 50 % en Tier 1: IA, robótica, drones.
  • 35 % en Tier 2: vehículos autónomos, AR/VR.
  • 15 % en Tier 3–4: cuántica, humanoides, BCI.

La lógica detrás de los porcentajes es elemental: exponerse a lo que ya tracciona, mantener convicción en la ola siguiente y sembrar opciones —con tamaño de apuesta menor— en tecnologías de horizonte más largo.


Geografía: ventaja de plataforma, no solo de tecnología

Otro punto poco comentado es el factor geográfico. La ventaja no será únicamente tecnológica, sino de ecosistema país:

  • EE. UU. lidera en IA y cuántica, con capital, talento y regulación orientada a escalar.
  • Asia —especialmente Japón, Corea y China— domina en robótica y manufactura avanzada.
  • Europa aporta regulación, estándares y capacidad para armonizar mercados.

Los países que orquesten plataformas —con universidades, incentivos, clusters industriales y regulación pro-innovación con garantías— capturarán beneficios desproporcionados. Quedarse en el rol de consumidor tardío reduce la opción a ser “precio-aceptante” de disrupciones diseñadas fuera.


¿Y España? Prepararse es estrategia, no eslogan

Para un país como España, el mensaje práctico es doble: talento y plataformas. En talento, formar y atraer perfiles en IA aplicada, automatización, simulación, ciberseguridad, datos y hardware marcará la diferencia. En plataformas, conviene apostar por verticales donde exista masa crítica (energía, agro, turismo, logística, salud digital), conectando centros tecnológicos, grandes empresas y startups con financiación patient capital y compra pública innovadora.

Para las empresas, la posición ganadora no es “esperar a ver”. Es ensayar casos de uso con impacto directo en ingresos o costes, establecer métricas y hojas de ruta por ola tecnológica y sembrar pilotos en las siguientes. Para los profesionales, el consejo es obvio: reciclarse y especializarse en una de las diez plataformas; el mercado pagará primas de escasez a quienes mezclen conocimiento de dominio y herramientas nuevas.


Riesgos y realismo: no confundir mapa con territorio

Toda tesis de crecimiento conlleva riesgos: ciclos de tipos de interés, fragmentación geopolítica, cuellos de botella de suministro, burbujas en segmentos calientes, regulación que se adelante a la adopción o, simplemente, ejecución deficiente. Por eso, más que “apostarlo todo” a una tecnología, el enfoque sugerido es cartera por plataformas con disciplina de asignación, redoblaje en lo que demuestra tracción y cortes tempranos en lo que no.

El punto de fondo se mantiene: no es una revolución; son diez. Y si el retorno no es lineal, la ventana de entrada tampoco lo es.


Conclusión: elegir ola… y subirse antes de que rompa

La década que arranca promete la mayor creación de riqueza de la historia moderna en tecnología, según la tesis de Hunt. La pregunta clave ya no es si la ola existe; es en qué oleada se quiere estar y con qué plan. El mapa de plataformas —IA, robótica, autónomos, realidad mixta, drones, satélites, humanoides, cuántica, wearables, BCI— ofrece rutas diversas. Lo que no ofrece es tiempo infinito: cada trimestre que pasa, recuerda el autor, más valor capturan quienes ya están posicionados.

El futuro no se adivina; se construye. Y la hora de hacerlo —con criterio, métricas y timinges ahora.


Preguntas frecuentes

¿Qué tecnologías formarían parte de la “ola” de los 6–8 trillones de dólares entre 2025 y 2035?
Diez plataformas que se refuerzan entre sí: IA, robótica, vehículos autónomos, realidad mixta (AR/VR), drones, satélites, robots humanoides, computación cuántica, wearables e interfaces cerebro-computadora (BCI). La tesis es que su interacción (hardware + software + ecosistema) genera el grueso del valor.

¿Qué significa invertir por “plataformas compounders” y cómo se identifica una?
Una plataforma compounder combina hardware dedicado, software especializado y potencial de ecosistema (terceros que construyen encima). La pregunta de cribado es: “¿creará un ecosistema o es solo un componente?”. Si atrae desarrolladores, partners y estándares, su crecimiento tiende a acumular efectos de red.

¿Cómo sería una asignación de exposición tecnológica orientativa (no consejo financiero)?
Un marco de trabajo citado por el autor: 60 % en mercados públicos (acciones/ETFs) y 40 % en privado para capturar crecimiento temprano. Dentro de lo público: 50 % en Tier 1 (IA, robótica, drones), 35 % en Tier 2 (autónomos, AR/VR) y 15 % en Tier 3–4 (cuántica, humanoides, BCI).

¿Qué pueden hacer hoy profesionales y empresas para no llegar tarde?
Elegir una ola prioritaria, lanzar pilotos con métricas (ahorro, ingresos, time-to-market), desarrollar capacidades internas (datos, IA aplicada, automatización), y tejer alianzas con startups y centros tecnológicos. Para perfiles individuales: reciclaje y especialización en una de las diez plataformas, combinando experiencia sectorial y herramientas nuevas.

vía: LinkedIN Patricio Hunt

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