La demanda de centros de datos para inteligencia artificial supera la capacidad de generación energética. PJM Interconnection, la mayor red eléctrica del país, se tambalea mientras algunos estados ya hablan de abandonar el sistema.
La revolución de la inteligencia artificial está dejando un rastro tan eléctrico como digital. Mientras millones de usuarios generan imágenes, textos y vídeos en tiempo real con herramientas como ChatGPT, Midjourney o Gemini, la infraestructura energética que lo hace posible comienza a mostrar signos alarmantes de saturación. En Estados Unidos, el sistema PJM Interconnection, que abastece a 67 millones de personas en 13 estados, ha reconocido oficialmente que no puede seguir el ritmo de crecimiento energético de la IA.
Una demanda que supera la era del confinamiento y la criptominería
Según datos recientes, el consumo energético de la IA ya ha superado el de la criptominería durante el confinamiento de 2020, cuando la fiebre por las criptos disparó la demanda de GPUs y servidores. Hoy, con la explosión de modelos fundacionales y herramientas generativas, los centros de datos funcionan a máxima potencia, generando no solo contenido… sino también un aumento del 20% en las facturas eléctricas en varias regiones del país.
La alerta no es nueva. OpenAI, una de las principales impulsoras del actual auge de la IA, ya ha advertido sobre la sostenibilidad del modelo: entrenar y servir modelos como GPT-4 y los próximos GPT-5 o GPT-Next implica costes energéticos astronómicos. Y la situación comienza a desbordarse.
El caos en PJM Interconnection: dimisiones y amenazas de secesión energética
La gravedad de la crisis ha desencadenado una crisis interna en la propia PJM Interconnection. La compañía, que gestiona una de las redes eléctricas más grandes y complejas del mundo, se enfrenta a retrasos en las subastas, parálisis en los procesos de solicitud para nuevas plantas y una incapacidad manifiesta para hacer frente a la avalancha de peticiones de conectividad para nuevos centros de datos.
El gobernador de Pensilvania ha llegado a amenazar con abandonar la red. Al mismo tiempo, el CEO de PJM ha dimitido, junto a otros altos cargos, tras un año marcado por un incremento del 800% en los precios en determinadas zonas. Un escenario que está tensando las costuras de una infraestructura crítica para la estabilidad tecnológica y económica del país.
¿Qué está pasando realmente?
El problema es estructural. La IA no espera. Mientras los usuarios, desarrolladores y grandes empresas demandan más capacidad, las centrales eléctricas no se construyen al mismo ritmo. Y no se trata solo de construir nuevas plantas: los retrasos en autorizaciones, el debate ambiental sobre el uso de energías fósiles, y la necesidad de avanzar hacia fuentes más limpias (como la nuclear o renovables) complican aún más el equilibrio entre oferta y demanda.
Por ejemplo, la región de Virginia, que concentra una de las mayores densidades de centros de datos del planeta, es también una de las más afectadas. La ironía es evidente: la economía digital del futuro se alimenta de una red física que está al borde del colapso.
¿Y ahora qué?
Según expertos del sector energético y digital, la solución pasa por varias líneas de actuación simultánea:
Solución | Descripción |
---|---|
Inversión en infraestructuras | Acelerar la construcción de nuevas centrales (renovables, nucleares, mixtas). |
Eficiencia energética en IA | Diseñar modelos más ligeros, menos intensivos energéticamente. |
Cloud soberano y edge computing | Distribuir cargas a centros más cercanos al usuario, reduciendo presión global. |
Tarifas diferenciadas | Penalizar usos intensivos no justificados, priorizando servicios esenciales. |
Alianzas público-privadas | Coordinar acciones entre gobiernos y Big Tech para planificar a largo plazo. |
Una advertencia para el resto del mundo
Lo que ocurre hoy en Estados Unidos puede ser la antesala de una crisis global, si la expansión de la IA continúa a este ritmo sin una planificación energética adecuada. Europa, Asia y América Latina ya experimentan presiones similares, especialmente en regiones que buscan posicionarse como nuevos hubs de datos.
Como apunta el analista Borja Colomer, autor de la investigación publicada en El Chapuzas Informático, “estamos ante un nuevo escenario donde cada prompt tiene un coste invisible, pero tangible: el de una red eléctrica que ya no puede más”.
La inteligencia artificial promete cambiarlo todo. Pero si no se gestiona bien, podría llevarse por delante uno de los pilares que la sostiene: la energía.
Fuente: elchapuzasinformatico y Reuters