El 30 de octubre de 2023, Oracle anunció que la Comisión Europea (CE) ha decidido incorporar la Infraestructura en la Nube de Oracle (OCI) y sus servicios de plataforma a la oferta de servicios en la nube disponibles para la administración de la Unión Europea. La decisión se tomó tras un procedimiento de contratación competitivo, otorgándole a Oracle un contrato de seis años.
Este acuerdo permite a docenas de Instituciones, Organismos y Agencias de la Unión Europea acceder a más de 100 servicios de OCI, aprovechando los numerosos beneficios que ofrece la computación en la nube, como escalabilidad, seguridad, flexibilidad y un rendimiento confiable.
OCI proporciona computación de alto rendimiento y escalable, facilitando la migración fácil de aplicaciones heredadas a la nube. Además, aplica rigurosas medidas de seguridad organizativas y arquitectónicas, incluyendo avanzadas tecnologías de cifrado, gestión integrada de identidades y estrictos controles de acceso. Esto permite a las instituciones y organismos de la UE cumplir con mandatos de cumplimiento, gobernanza de datos y regulaciones, reduciendo riesgos y costos. Utilizando OCI, las agencias gubernamentales pueden almacenar, procesar y analizar datos de forma segura, cumpliendo con estrictos requisitos de protección de la privacidad.
Ahora, las Instituciones, Organismos y Agencias de la Unión Europea se unen a más de 1,000 organizaciones del sector público, incluidos el Gobierno del Reino Unido, el Gobierno de los Países Bajos, el Gobierno Federal de Australia y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, que utilizan la Infraestructura en la Nube de Oracle para modernizar sus operaciones y acelerar la transformación digital.
Sin embargo, esta decisión ha suscitado preocupación y críticas, ya que resalta la falta de confianza de la Unión Europea en sus propias empresas para manejar la infraestructura de nube. El hecho de que la Comisión Europea haya decidido dar su nube a una empresa estadounidense, aunque se aloje en centros de datos en Europa, ha generado un malestar considerable. Muchos argumentan que los políticos europeos deberían sentir vergüenza por contribuir a la destrucción de las empresas en Europa, optando por soluciones extranjeras en lugar de apoyar y fomentar la innovación y el crecimiento dentro de su propio territorio.