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Cloudflare frena un ataque DDoS récord de 7,3 Tbps sin intervención humana

Una tormenta digital sin precedentes pone a prueba los límites de la ciberseguridad global

En plena madrugada del pasado mes de mayo, un servidor en la red de un proveedor de hosting comenzó a recibir una avalancha de datos sin precedentes. En apenas 45 segundos, más de 37 terabytes de tráfico fueron dirigidos hacia él. El origen: un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS) que alcanzó los 7,3 terabits por segundo (Tbps). El más potente jamás registrado.

El responsable de contener semejante ofensiva fue Cloudflare, uno de los gigantes mundiales en protección de infraestructura web. Pero lo más sorprendente no fue solo la magnitud del ataque, sino cómo fue neutralizado: sin intervención humana, gracias a una red global distribuida y sistemas de defensa automatizados.

«Esto marca un antes y un después en la defensa digital», destacan desde la compañía. “El ataque se resolvió en tiempo real, sin necesidad de activar alertas o escalar a equipos de emergencia”.


Un ataque coordinado a escala mundial

Más de 122.000 direcciones IP, distribuidas por 161 países y más de 5.400 sistemas autónomos, se unieron en este ataque dirigido contra una única IP protegida por el servicio Magic Transit de Cloudflare. El objetivo era claro: saturar los recursos de red del servidor hasta hacerlo inaccesible.

La táctica utilizada fue sofisticada: ataques por inundación UDP –que representaron el 99,996 % del tráfico–, combinados con técnicas de amplificación como QOTD, NTP y RIPv1. Además, el bombardeo se realizó en múltiples puertos de manera simultánea, una técnica conocida como carpet bombing, que pone a prueba incluso los sistemas de mitigación más avanzados.

Durante los picos del ataque, se llegaron a bombardear 34.500 puertos por segundo, lo que representa un nivel de intensidad sin precedentes.


La clave del éxito: automatización, infraestructura y escala

Cloudflare no solo contuvo el ataque, lo hizo sin que los usuarios finales notaran ninguna interrupción en sus servicios. ¿Cómo fue posible?

Gracias a una arquitectura basada en red anycast, que distribuye el tráfico entrante entre los 477 centros de datos que la empresa tiene desplegados en 293 ubicaciones globales. Esto permite dispersar el impacto del ataque, como si una manguera de alta presión fuera conectada simultáneamente a miles de depósitos en lugar de a uno solo.

Pero el verdadero protagonista fue el sistema de defensa automatizado, que identificó el patrón malicioso, generó una huella digital (fingerprint) del ataque y aplicó en segundos medidas de mitigación a nivel global, todo ello sin necesidad de que un técnico pulsara ningún botón.

“No hubo necesidad de escalar a equipos humanos ni encender luces de alarma. Nuestro sistema lo resolvió todo de forma autónoma”, subraya el equipo técnico de Cloudflare en su blog.


La amenaza silenciosa del futuro digital

Este episodio no es solo un desafío técnico: es una advertencia. Una llamada de atención sobre cómo están evolucionando los ataques informáticos. Ya no se trata de grupos improvisados lanzando ataques desde un sótano. Estamos hablando de redes globales, con acceso a recursos y coordinación, capaces de lanzar una ofensiva digital de tal magnitud que podría paralizar servicios críticos si no se cuenta con la preparación adecuada.

Más allá de los números, este tipo de ataques refleja un nuevo escenario en la guerra digital: rápida, automatizada y sin previo aviso.

Y aunque esta vez fue un proveedor de hosting el objetivo, ¿qué ocurriría si el blanco hubiese sido un hospital, un aeropuerto o una infraestructura crítica? ¿Cuántas organizaciones cuentan con la capacidad de reacción de Cloudflare?


¿Estamos preparados?

La reflexión que deja este incidente va más allá del impacto técnico: nos obliga a repensar cómo concebimos la seguridad digital. La protección frente a DDoS ya no es un “extra”. Es una necesidad estructural. La automatización y la escala global son ahora las verdaderas barreras de contención frente a estas tormentas digitales.

Además, Cloudflare ha incluido las IPs implicadas en este ataque en su DDoS Botnet Threat Feed, una lista de amenazas compartida gratuitamente con más de 600 entidades alrededor del mundo, como un intento de convertir esta experiencia en defensa colectiva.


Un precedente técnico y simbólico

Este ataque de 7,3 Tbps no solo rompe récords de magnitud. Supone una demostración de fuerza tecnológica. Una defensa que se activó, analizó, bloqueó y neutralizó por sí sola, como una especie de sistema inmunológico digital.

La próxima vez que una organización se plantee si merece la pena invertir en ciberseguridad, este caso será un punto de referencia. Porque el futuro digital no se define solo por la velocidad de los datos, sino por la velocidad en la respuesta ante lo inesperado.

Y en esta ocasión, Cloudflare ha demostrado que es posible frenar un huracán digital… antes de que nadie se dé cuenta de que estaba soplando.

fuente: Noticias ciberseguridad

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