La reciente imposición de aranceles del 34 % por parte de Estados Unidos a los productos importados desde China ha desencadenado una dura represalia por parte del gigante asiático. En una decisión con implicaciones geoestratégicas y tecnológicas profundas, China ha anunciado la prohibición de exportar a EE. UU. siete tierras raras fundamentales para industrias clave, como la de semiconductores, automoción eléctrica, almacenamiento digital y energía nuclear.
El anuncio llega tras semanas de creciente tensión comercial tras el regreso de Donald Trump a la escena política con nuevas medidas arancelarias. Bajo el lema «Let’s Make America Great Again», Trump ha propuesto imponer tarifas generalizadas a las importaciones para impulsar la producción nacional. La medida no solo afecta a China, sino a casi todos los países exportadores hacia el mercado estadounidense, generando un verdadero terremoto bursátil: Apple ha perdido más de un 10 % de su valor, Google más de un 4 % y NVIDIA en torno al 8 %.
Un veto con graves consecuencias industriales
La respuesta de China se materializa en la prohibición de exportar al mercado estadounidense elementos estratégicos como el escandio, itrio, samario, terbio, disprosio, lutecio y gadolinio. Todos ellos son componentes esenciales para la fabricación de imanes en motores de vehículos eléctricos, superconductores, medios de almacenamiento de alta capacidad y reactores nucleares.
Si bien ya en 2023 existían señales de alerta y advertencias por parte de Pekín sobre posibles restricciones en este tipo de materiales, la nueva oleada de aranceles ha sido el detonante definitivo. En total, con el nuevo gravamen del 34 %, los productos importados desde China a EE. UU. se enfrentan ahora a una carga tributaria acumulada del 54 %.
Escasez global y aumento de precios
La jugada de China no es menor: el país controla más del 80 % de la producción mundial de tierras raras. Aunque existen reservas en otras regiones del mundo, como Australia o Estados Unidos, la infraestructura para extraer, procesar y distribuir estos materiales a escala global es limitada y costosa de desarrollar a corto plazo.
Esta situación puede derivar en una subida generalizada de precios en productos tecnológicos y energéticos, desde chips hasta vehículos eléctricos o discos duros de alta densidad. A ello se suma el posible desabastecimiento de materiales críticos para la transición energética en curso y para la industria militar estadounidense, altamente dependiente de este tipo de metales.
Un pulso comercial sin señales de tregua
Con los nuevos aranceles entrando en vigor el próximo 9 de abril, el tiempo apremia para que Washington reconsidere su postura. Aunque todavía existe la posibilidad de que la administración estadounidense modifique o retrase la implementación de las tarifas, por ahora no se ha anunciado ningún movimiento en ese sentido.
China, por su parte, ha dejado claro que defenderá sus intereses económicos y tecnológicos. Además de las restricciones, también está estudiando exigir licencias de exportación específicas y declaraciones de uso final para evitar que estos recursos estratégicos acaben siendo empleados contra sus propios intereses.
El tablero geopolítico se reconfigura
El enfrentamiento entre las dos principales potencias económicas del mundo abre un nuevo capítulo en la guerra comercial, con consecuencias impredecibles para el resto de países. Los mercados financieros ya están sintiendo el impacto, y numerosas multinacionales, especialmente en el sector tecnológico, estudian cómo adaptar sus cadenas de suministro.
El veto chino a las tierras raras podría, además, acelerar políticas industriales en otras regiones, como la Unión Europea o India, orientadas a reducir la dependencia de materiales críticos procedentes del exterior.
Mientras tanto, los analistas coinciden: esta escalada arancelaria, lejos de fomentar la estabilidad económica, amenaza con desatar una nueva era de fragmentación tecnológica y comercial. Las próximas semanas serán clave para saber si este conflicto encuentra vías de solución diplomática o si, por el contrario, se agrava aún más.