La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China en torno a la inteligencia artificial ha sumado en los últimos días un nuevo capítulo lleno de matices y contradicciones. Por un lado, Washington ha abierto la puerta a que NVIDIA venda su GPU H200 a clientes chinos, a cambio de un recargo del 25 % sobre esas ventas. Por otro, Pekín avanza en la dirección contraria: veta los chips extranjeros en centros de datos financiados con dinero público y refuerza a fabricantes locales como Huawei o Cambricon.
En medio de estos dos movimientos, dos gigantes chinos —ByteDance y Alibaba— ya han llamado a la puerta de NVIDIA para intentar asegurarse sus propios lotes de H200, conscientes de que siguen necesitando su potencia para entrenar modelos de IA a gran escala.
El resultado es una foto paradójica: China excluye a NVIDIA de sus proyectos oficiales de infraestructura, mientras sus grandes tecnológicas presionan para comprarle exactamente el chip que simboliza el liderazgo estadounidense en IA.
Washington abre la mano con el H200… pero cobrando un peaje
La decisión de la Casa Blanca llega tras meses de presiones de la industria y de idas y venidas en la política de exportaciones. El presidente Donald Trump ha autorizado las ventas del H200 a China bajo condiciones muy concretas:
- solo a clientes aprobados,
- con supervisión del Departamento de Comercio,
- y con un recorte del 25 % de los ingresos que se queda el gobierno estadounidense.
La medida excluye expresamente las GPU más avanzadas de NVIDIA —la familia Blackwell actual y la futura Rubin—, que siguen vetadas para China. Es decir, Washington permite a NVIDIA monetizar una parte del mercado chino con un chip potente, pero no puntero, a cambio de reforzar sus propios ingresos fiscales y mantener el control sobre el nivel real de computación al que accederán las empresas chinas.
Para NVIDIA, el movimiento es crucial: la compañía había pasado de acaparar en torno al 95 % del mercado chino de chips de IA avanzados a tener prácticamente un 0 % de cuota tras las restricciones de los últimos años. El H200, aun “capado” respecto a Blackwell, podría reabrir un negocio valorado en decenas de miles de millones de dólares.
Pekín endurece su posición: solo chips chinos en centros de datos financiados por el Estado
Mientras tanto, China ha dado otro paso en su estrategia de autosuficiencia tecnológica. Una reciente directriz obliga a que los nuevos centros de datos que reciban fondos públicos utilicen únicamente chips de IA fabricados en el país. Los proyectos que estén a menos del 30 % de ejecución deben retirar cualquier chip extranjero ya instalado; el resto se analizará caso por caso.
La medida afecta directamente a NVIDIA, AMD e Intel, y, en la práctica, funciona como una especie de “lista de proveedores de referencia” donde solo caben actores locales como:
- Huawei, con sus GPU Ascend para IA,
- Cambricon, especializada en aceleradores de IA,
- y otras firmas como MetaX, Moore Threads o Enflame.
El objetivo es evidente: reservar para los fabricantes nacionales los grandes contratos ligados a proyectos estratégicos, al tiempo que se reduce la dependencia de la tecnología estadounidense en infraestructuras críticas.
El problema para Pekín es que el ecosistema de software y herramientas alrededor de estas GPU chinas sigue por detrás del de NVIDIA. Muchos desarrolladores continúan prefiriendo la combinación CUDA + ecosistema NVIDIA, donde ahora se suman innovaciones como CUDA Tile, un nuevo modelo de programación por “tiles” que refuerza todavía más el atractivo de su plataforma para IA.
ByteDance y Alibaba, atrapadas entre la norma política y la presión competitiva
En este contexto, la reacción de las grandes tecnológicas chinas es reveladora. Según fuentes citadas por Reuters, ByteDance y Alibaba ya han contactado con NVIDIA para preguntar por disponibilidad del H200 tras el visto bueno de Trump a las exportaciones.
Sus motivos son fáciles de entender:
- El H200 es mucho más potente que el H20, el chip “adaptado” que hasta ahora podía exportarse legalmente a China. Algunos análisis hablan de hasta seis veces más rendimiento en determinadas cargas.
- Las GPU domésticas chinas todavía funcionan mejor en tareas de inferencia que en entrenamiento de grandes modelos de IA, donde NVIDIA mantiene una ventaja clara.
- El ecosistema de software, librerías y frameworks optimizados durante más de una década alrededor de CUDA sigue siendo un factor diferencial.
Pekín, sin embargo, no ha dado aún una respuesta clara sobre si permitirá estas compras. Las autoridades han mantenido reuniones de urgencia con gigantes como Alibaba, ByteDance y Tencent para que detallen su demanda potencial de H200 antes de tomar una decisión definitiva sobre hasta dónde abrir o cerrar el grifo.
Es decir, el gobierno chino necesita equilibrar dos fuerzas opuestas:
- No perder terreno en la carrera global de la IA frente a Estados Unidos.
- No perjudicar sus objetivos de independencia tecnológica ni dañar a sus campeones locales, empezando por Huawei y Cambricon.
NVIDIA se prepara para un mercado vigilado… incluso en su geolocalización
Mientras se negocia quién puede comprar qué, NVIDIA también ha empezado a mover ficha en el terreno del control y la trazabilidad de sus chips. La compañía ha desarrollado una tecnología de verificación de ubicación que permitiría saber en qué país se están utilizando sus GPU, apoyándose en capacidades de computación confidencial y en la latencia de comunicación con servidores de NVIDIA.
La idea es ofrecer a gobiernos y grandes clientes una herramienta para combatir el contrabando y el desvío ilegal de chips hacia países sometidos a restricciones. NVIDIA insiste en que no se trata de un “kill switch”:
- el software sería opcional,
- enviaría solo telemetría de lectura,
- y no permitiría apagar ni controlar los chips de forma remota.
Este tipo de soluciones encaja con la presión creciente desde Washington y desde el propio Congreso estadounidense para garantizar que los chips de IA no terminan alimentando programas militares o de vigilancia en países vetados.
La verdadera moneda de cambio es el tiempo
La secuencia de decisiones de las últimas semanas deja un patrón claro. Estados Unidos y China no solo se disputan hardware y cuotas de mercado, sino algo más intangible: tiempo.
- EE. UU. vende a China chips H200 menos avanzados, con recargo económico y control regulatorio, al tiempo que blinda las GPU de última generación para su propio ecosistema y el de sus aliados. Gana ingresos, mantiene a las empresas chinas un paso por detrás y refuerza la posición de fabricantes como NVIDIA, AMD o los nuevos actores de aceleración.
- China reserva sus proyectos estratégicos a proveedores nacionales, aunque eso implique asumir, por ahora, menos rendimiento y un ecosistema de software menos maduro. Compra tiempo para que Huawei, Cambricon y compañía cierren la brecha tecnológica.
- Las grandes tecnológicas chinas, como ByteDance y Alibaba, intentan no quedarse atrapadas en medio: necesitan chips competitivos hoy para seguir compitiendo en IA generativa y servicios cloud, aunque eso suponga navegar entre vetos, listas y autorizaciones especiales.
En este tablero, NVIDIA no recupera su antiguo dominio en China, pero vuelve a entrar —aunque sea parcialmente— en el mercado con un producto que sigue siendo crítico para el entrenamiento de modelos avanzados. Y lo hace sabiendo que tanto Washington como Pekín necesitan, en cierta medida, lo que ofrece: potencia de cómputo y un ecosistema de software difícil de replicar a corto plazo.
La batalla por la infraestructura de IA ya no se mide solo en teraFLOPS o en número de GPU vendidas. Se mide en quién consigue que el otro pierda más tiempo en su carrera por alcanzar —o mantener— el liderazgo.