Centros de datos que se montan solos… en órbita: la alianza Starcloud–Rendezvous acelera la carrera por la IA en el espacio (y SpaceX insinúa que se suma)

La idea suena a ciencia ficción, pero empieza a tomar forma: centros de datos autoensamblables en el espacio. La startup Starcloud —que dice lanzar el mes que viene un satélite con GPU NVIDIA H100 a bordo— y Rendezvous Robotics —salida del MIT— han firmado una colaboración para construir en órbita, de forma autónoma, infraestructura a una escala nunca vista. El objetivo declarado es mayúsculo: un “hiper–data center” de 5 gigavatios con paneles solares y radiadores de ~4×4 kilómetros. Ante el anuncio, Elon Musk apuntó que “SpaceX lo hará con los satélites Starlink V3”, que apuntan a 1 Tb/s por unidad. La fiebre por la IA ha convertido la energía y la capacidad de cómputo en el nuevo oro; y la órbita baja se postula como el siguiente yacimiento.

Qué se ha anunciado (y por qué importa)

  • Starcloud planea comenzar con un satélite “AI-ready” y escalar después a arquitectura modular, autoensamblable, que reduzca costes de construcción y dependencia de brazos robóticos u operaciones tripuladas.
  • Rendezvous Robotics aporta su tecnología tipo “baldosas” (módulos planos con baterías, procesado, docking magnético y control) basadas en TESSERAE (MIT Media Lab), probadas en campañas suborbitales y en la ISS, y con nueva demo en 2026.
  • Ambición de escala: para 5 GW en órbita harían falta estructuras gigantes (captación solar y grandes radiadores) imposibles de plegar en una cofia; de ahí el ensamblaje autónomo in situ.
  • SpaceX sugiere que Starlink V3 podría integrar cómputo a gran escala en la red de satélites, con terabits por segundo de capacidad por unidad, acelerando un edge orbital.

Cómo funcionaría: mosaicos que se “construyen” solos en microgravedad

Rendezvous propone módulos “baldosa” que viajan apilados dentro del cohete y, una vez liberados, se despliegan, se encuentran y se acoplan usando electroimanes y guiado autónomo. El concepto TESSERAE permite formaciones grandes, reconfigurables y reparables, algo clave cuando hablamos de kilómetros cuadrados de paneles de captación y disipación. Frente a los enfoques tradicionales (astronauta con llave inglesa, brazos robóticos o origami mecánico extremadamente complejo), el enjambre autónomo apunta a escalabilidad y resiliencia.

Por qué ahora: la presión de la IA sobre energía, suelo y refrigeración

La expansión de centros de datos de IA en la Tierra choca con tres límites:

  1. Energía: gigavatios para clusters de entrenamiento e inferencia a escala.
  2. Refrigeración y agua: cada vatio consumido se convierte en calor.
  3. Suelo e impacto ambiental: permisos, ubicaciones y huella de carbono.

En órbita, la energía solar es abundante y continua (“un reactor de fusión gratuito”, en palabras de sus promotores), no hay escasez de suelo y la disipación se hace vía radiación térmica (no por convección), con radiadores dimensionables. El coste de lanzamiento ha caído, el ensamblaje autónomo se acerca a madurez y las lases–links entre satélites permiten redes ópticas de gran capacidad. La pieza que faltaba es construir grande sin humanos ni robots complejos: justo el hueco de Rendezvous.

El plan (según Starcloud y Rendezvous)

  1. Fase de demostración: satélite con H100 para probar alimentación, térmicos y enlaces.
  2. Plataformas modulares: “baldosas” con potencia, cómputo, almacenamiento y comunicaciones que se autoensamblan en estructuras mayores (antenas/radiadores/paneles).
  3. Escalado: evolucionar hasta megaplataformas (el “5 GW”) con ensamblaje continuo, autorreparación y reconfiguración.

Lo difícil de verdad: los retos que separan el render de la realidad

  • Gestión térmica: un H100 disipa cientos de vatios; a escala hyperscale, hablamos de megavatios que solo pueden evacuarse con radiadores gigantes (el espacio es vacío: no hay aire que se lleve el calor). El dimensionado, ensuciamiento y degradación por radiación son críticos.
  • Energía y almacenamiento: GW de solar implican kilómetros de paneles (ensamblaje y mantenimiento) más baterías o almacenamiento para eclipses.
  • Radiación y hardening: electrónica de alto rendimiento no endurecida sufre en entornos de radiación; hace falta blindaje o órbitas favorables, con impacto en masa y coste.
  • Latencia y backhaul: incluso en LEO, la latencia a Tierra y el ancho de banda agregado deben cuadrar con casos de uso (entrenamiento vs. inferencia). La óptica intersatélite y telepuertos terrestres son indispensables.
  • Operaciones y basura espacial: miles de módulos autoensamblándose requieren evitar colisiones, mecanismos de fallo seguro y plan de fin de vida para no agravar el tráfico orbital.
  • Regulación y seguridad: export controls (chips), frecuencias, responsabilidad internacional (Tratado del Espacio), seguros y ciberseguridad de una infraestructura crítica… en órbita.
  • Economía unitaria: aunque el coste de lanzamiento caiga, el €/W instalado (paneles, radiadores, cómputo endurecido) y el €/bit de backhaul deben competir con alternativas terrestres (e incluso submarinas o subterráneas).

¿Qué pintaría SpaceX?

El comentario de Musk sugiere que Starlink V3 podría incorporar cómputo útil en cada satélite (un edge orbital) con 1 Tb/s por unidad y lásers intersatélite como espina dorsal. Eso facilitaría servicios distribuidos (cachés, inferencia, preprocesado) sin llegar —de entrada— a un “hiper–data center” monolítico. La integración vertical (lanzador + constelación + enlaces ópticos + terminales) es una ventaja evidente. Falta ver potencia disponible por satélite, térmicos y casos de uso (¿CDN? ¿AI inferencia ligera?).

A quién beneficia si funciona

  • Gobiernos y defensa: comunicaciones seguras, antenas reconfigurables, procesamiento cerca del sensor.
  • Telecos y cloud: edge orbital para cobertura global y failover de baja latencia.
  • Ciencia/observación: procesado en origen para astronomía y EO; menos datos brutos a Tierra.
  • Empresas: redundancia y capacidad bajo demanda para picos de cálculo… si el modelo de consumo y la latencia encajan.

Cronograma realista

A corto plazo veremos demos puntuales (GPU en órbita, pruebas de ensamblaje y microredes entre módulos). En 2026, Rendezvous planea su tercera demo (5ª generación) en la ISS; a partir de ahí, plataformas medianas (antenas/radiadores) podrían ser el primer mercado. Un “5 GW” orbital no es para pasado mañana: hablamos de una década si la tecnología y la economía acompañan… y si la regulación lo permite.

Moraleja: la IA ha llevado a la Tierra al límite de potencia y refrigeración; el espacio ofrece un lienzo infinito, pero con física y regulaciones propias. El autoensamblaje en órbita puede ser la llave. Falta comprobar si cerrará la cuenta.

vía: rdvrobotics

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