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Apple en el punto de mira: Trump redobla su ofensiva contra la fabricación del iPhone en India

La batalla comercial entre Estados Unidos y Asia vive un nuevo capítulo con Apple en el centro de la escena. En declaraciones recientes durante una visita oficial a Catar, el expresidente estadounidense Donald Trump arremetió nuevamente contra la multinacional de Cupertino por su estrategia de fabricación internacional, especialmente en India, donde actualmente se produce una parte significativa del iPhone.

“¡No quiero que fabriques todo en India!”, habría dicho Trump a Tim Cook, según sus propias palabras. El exmandatario añadió que Apple “se comprometió a acelerar su producción en EE. UU.”, aunque la empresa no ha confirmado públicamente este punto.

Las afirmaciones de Trump vuelven a poner sobre la mesa su política de reindustrialización forzada, que busca presionar a las grandes tecnológicas para que trasladen sus cadenas de montaje al territorio nacional, como parte de una estrategia de soberanía económica y empleo local.

¿Por qué India es clave para Apple?

Apple inició su expansión de ensamblaje en India como respuesta a la creciente tensión comercial entre Washington y Pekín, intensificada durante la primera presidencia de Trump con la imposición de aranceles. El gigante Foxconn, principal socio de fabricación de Apple, ha invertido fuertemente en infraestructuras indias con el respaldo del gobierno de Nueva Delhi.

De acuerdo con estimaciones de Bloomberg, Apple produce unos 40 millones de iPhones al año en India, lo que equivale aproximadamente al 20 % de su producción global. El objetivo sería duplicar esa cifra antes de 2027 para cubrir la demanda del mercado estadounidense sin depender de China.

Este movimiento no solo responde a la geopolítica, sino también a cuestiones logísticas, de coste y cumplimiento normativo. India ofrece mano de obra barata, incentivos fiscales y un entorno legal cada vez más favorable para las inversiones tecnológicas extranjeras.

Un rompecabezas de cadena de suministro

Fabricar el iPhone en Estados Unidos implicaría más que instalar líneas de montaje. El dispositivo incluye componentes procedentes de más de 30 países, con proveedores altamente especializados que han tardado décadas en consolidarse. Desde chips fabricados en Taiwán y pantallas ensambladas en Corea del Sur hasta sensores ópticos provenientes de Japón, la cadena de suministro de Apple es una obra de ingeniería global.

Trump y sus asesores sostienen que la automatización podría hacer viable la relocalización, con Cook supuestamente manifestando la intención de incorporar brazos robóticos en plantas norteamericanas. No obstante, fuentes del sector advierten que incluso con robótica avanzada, montar una planta con capacidad para ensamblar millones de iPhones anuales requeriría entre cinco y diez años, además de inversiones superiores a los 20.000 millones de dólares.

La presión política se intensifica

La Casa Blanca mantiene que Apple dispone de los recursos, tecnología y personal cualificado necesarios para fabricar el iPhone en EE. UU., pero la realidad operativa dista mucho de ese discurso. La empresa ha optado por diversificar riesgos en lugar de centralizar operaciones, apostando por India, Vietnam, Malasia y otros polos de manufactura asiáticos.

Desde el punto de vista económico, trasladar la producción supondría incrementar los costes de fabricación entre un 30 % y un 50 %, lo que podría traducirse en precios más altos para los consumidores o márgenes de beneficio más bajos para la compañía.

No es la primera vez que Trump apunta contra Apple. Durante su primer mandato ya había instado a la empresa a “construir sus malditas fábricas en Estados Unidos”, incluso sugiriendo imponer aranceles al iPhone si seguía produciéndose en el extranjero.

Un dilema para el futuro de Apple

A día de hoy, Apple no ha hecho comentarios oficiales sobre los últimos reclamos del expresidente. Sin embargo, los analistas consideran poco probable que Cook y su equipo renuncien a su estrategia internacional de ensamblaje, a menos que se enfrenten a medidas regulatorias concretas o a un clima comercial aún más hostil.

El caso plantea un dilema estratégico para Apple: ¿apostar por la estabilidad política de EE. UU. o por la eficiencia y escala del ecosistema asiático? En un mercado global cada vez más fragmentado, donde la geopolítica influye directamente en las decisiones corporativas, esta pregunta será clave para el futuro de una de las empresas más influyentes del mundo.

vía: Noticias Apple, Hipertextual y Bloomberg

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