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¿Afectarán los aranceles europeos a las grandes tecnológicas de EE. UU.? La respuesta podría cambiar el comercio digital global

Bruselas y Washington viven un nuevo episodio de tensión comercial, y esta vez los servicios digitales están en el punto de mira. Una posible respuesta de la Unión Europea a los aranceles estadounidenses podría poner en jaque a gigantes como Google, Apple, Microsoft, Meta o Amazon.

Los recientes aranceles del 20 % impuestos por la Administración Trump a productos europeos como el acero y el aluminio han encendido las alarmas en la Unión Europea. Según diversas fuentes, entre ellas el medio especializado The Register, la respuesta del bloque comunitario podría incluir no solo productos físicos, sino también servicios digitales, un cambio radical en la tradicional política arancelaria que abriría un nuevo frente en el comercio internacional.

La advertencia: los servicios digitales, en el punto de mira

La portavoz del gobierno francés Sophie Primas ha sido clara en una reciente declaración: «La segunda respuesta cubrirá a todos los productos, y quiero recalcar esto: los servicios estarán incluidos». Y entre esos servicios digitales se mencionan explícitamente nombres como Google, Amazon, Facebook (Meta), Apple y Microsoft, lo que representa una posible ofensiva directa a los pilares de la economía digital estadounidense.

Aunque de momento no se han detallado medidas concretas, esta advertencia llega justo antes de una reunión extraordinaria entre los ministros de Comercio de la UE, lo que podría traducirse en una posición común antes de que finalice abril.

¿Puede Europa permitirse tocar a las ‘Big Tech’?

Desde un punto de vista económico, las tecnológicas estadounidenses generan una parte sustancial de los servicios digitales que utilizan empresas, gobiernos y ciudadanos europeos. Plataformas como AWS (Amazon Web Services), Azure (Microsoft) o Google Cloud sustentan una enorme parte de la infraestructura digital de la región. Aplicar aranceles o impuestos adicionales a sus servicios supondría, en última instancia, encarecer el acceso a estas herramientas para miles de empresas europeas, muchas de ellas pymes que dependen del software estadounidense.

En otras palabras, si Europa opta por golpear con aranceles a los servicios digitales de Estados Unidos, el impacto no solo recaerá en Silicon Valley, sino en el tejido económico europeo. Lo que en principio parece una medida de represalia podría convertirse en un bumerán.

Un precedente: productos asiáticos como objetivo de EE. UU.

Por su parte, los aranceles estadounidenses anunciados para el 9 de abril no solo afectan a Europa. La Administración Trump ha ampliado su política arancelaria a productos tecnológicos fabricados en Asia, afectando a multinacionales como Apple, que ensamblan sus dispositivos en países como China, Vietnam o Malasia.

Este cambio, de hecho, ha tenido ya consecuencias visibles: Apple ha perdido más de 600.000 millones de dólares en capitalización bursátil desde enero, y Microsoft otros 165.000 millones en la última semana. Incluso figuras históricas del sector como Steve Ballmer o Bill Gates han expresado su preocupación por la deriva arancelaria: “Como accionista de Microsoft, este tipo de cosas no son buenas”, señaló Ballmer durante el 50 aniversario de la compañía.

¿Y si los servicios también son objeto de aranceles?

Hasta ahora, la mayoría de los aranceles entre bloques comerciales se han limitado a bienes físicos. Pero la economía del siglo XXI es digital, y el hecho de que servicios como el software en la nube, las plataformas de publicidad digital o los sistemas operativos móviles estén en el centro de la actividad empresarial podría llevar la guerra comercial a un nuevo nivel.

Bill Gates ya lo insinuó recientemente: «Hasta ahora solo se aplican a productos, pero ¿pueden llegar a afectar a los servicios? ¡Quién sabe!».

Conclusión

Todo indica que la Unión Europea está valorando seriamente aplicar medidas que afecten también al ecosistema digital dominado por Estados Unidos. Aunque todavía no hay confirmación oficial, si esto se materializa, se trataría de un punto de inflexión en las relaciones comerciales transatlánticas.

La cuestión clave es si Europa está dispuesta a asumir el impacto que tendrían estas medidas sobre su propia economía digital. Porque al final, como suele ocurrir en estos conflictos, los que pagan la “fiesta” son siempre las empresas y los ciudadanos.

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