El nuevo Plan de Acción de IA de Estados Unidos prioriza la supremacía tecnológica por encima de la regulación, los derechos y la sostenibilidad
La administración Trump ha presentado oficialmente su ambicioso y controvertido Plan de Acción de Inteligencia Artificial, una hoja de ruta política de 20 páginas que marca un giro radical en la estrategia tecnológica de Estados Unidos. Lejos de contener o regular los riesgos de esta tecnología, el plan persigue el dominio global de la inteligencia artificial (IA) eliminando barreras regulatorias, impulsando infraestructuras críticas y marcando una línea divisoria geopolítica entre aliados y rivales.
Con un discurso encendido durante la cumbre “Winning the AI Race”, el presidente Trump dejó claro su objetivo: “Estados Unidos liderará la IA cueste lo que cueste, incluso si eso significa duplicar la producción eléctrica nacional”. La estrategia, que incluye medidas inmediatas y otras en preparación, anticipa una nueva serie de órdenes ejecutivas destinadas a acelerar una revolución tecnológica sin precedentes.
Tres pilares, un objetivo: supremacía global
El Plan de Acción se articula en torno a tres ejes fundamentales:
- Desregulación total para acelerar la IA.
La Oficina de Administración y Presupuesto (OMB) está llamada a revisar y derogar todas las regulaciones, normativas, guías, memorandos o acuerdos interinstitucionales que «obstaculicen innecesariamente el desarrollo o la implementación de la IA». Esta desregulación incluye la eliminación de referencias a diversidad, equidad o inclusión en los marcos de gestión de riesgos del NIST. - Infraestructura: centros de datos, chips y energía.
El plan propone reducir los requisitos que retrasan la construcción de centros de datos e instalaciones de fabricación de semiconductores. El documento prevé una expansión acelerada de la red eléctrica, dando vía libre a empresas para construir sus propias plantas de generación. Esta medida, justificada por la creciente demanda energética de los modelos de IA, podría tener impactos medioambientales de gran escala. - Exportación y estandarización global.
Estados Unidos busca que sus aliados adopten la tecnología estadounidense como estándar de facto. Esta estrategia geopolítica está en línea con las declaraciones del CEO de NVIDIA, Jensen Huang, quien promueve que la tecnología de IA norteamericana se convierta en la piedra angular de la infraestructura digital mundial.
IA sin frenos: derechos, copyright y ética, al margen
El plan omite por completo referencias a derechos fundamentales o a la necesidad de protecciones frente al mal uso de la IA. De hecho, se declara abiertamente en contra de la inclusión de consideraciones sobre diversidad o justicia algorítmica, que considera «sesgos ideológicos».
Sobre la propiedad intelectual, el presidente Trump fue tajante: “No se puede esperar que un programa de IA tenga éxito cuando se supone que hay que pagar por cada artículo, libro o cualquier otra cosa que se haya leído o estudiado”. El mensaje fue claro: la IA entrenada con material protegido por copyright no deberá compensar a los autores, editoriales o titulares de derechos.
El documento también contempla que los estados no puedan imponer ninguna regulación relativa a la IA, centralizando el poder en el gobierno federal. En paralelo, se anima al uso de la IA dentro del propio gobierno, con énfasis en su aplicación militar y en agencias de seguridad nacional.
Reconfigurando el panorama laboral y legal
La administración Trump considera que la IA transformará el mercado laboral y promueve la «recapacitación acelerada» de los trabajadores. Sin embargo, no se abordan mecanismos de compensación ni se presentan propuestas para proteger a los sectores más vulnerables ante la automatización.
Asimismo, el plan establece criterios para que el gobierno federal solo trabaje con desarrolladores de modelos de lenguaje (LLM) «objetivos y sin sesgo ideológico», una línea ambigua que podría derivar en listas negras de desarrolladores o herramientas. Esto podría abrir la puerta a litigios por discriminación y restricciones a la libertad de expresión en el desarrollo de tecnologías.
Consecuencias globales de un plan unilateral
Aunque el Plan de Acción de IA no es vinculante por sí mismo, marca la agenda que seguirá la administración en los próximos meses. Se espera que Trump firme varias órdenes ejecutivas esta misma semana para concretar medidas descritas en el documento.
El objetivo es inequívoco: ganar la «batalla de la IA» con una estrategia que ignora por completo los efectos colaterales. Entre ellos: la disminución de derechos civiles, la desprotección del medio ambiente, la falta de supervisión sobre el uso de sistemas armamentísticos autónomos y la creciente concentración de poder tecnológico en manos de unas pocas empresas estadounidenses.
Europa, China y el resto del mundo están ahora frente a un dilema: seguir el ejemplo estadounidense, con sus riesgos, o plantear un modelo alternativo donde la innovación conviva con principios democráticos, sostenibilidad y derechos humanos. Lo que está en juego es mucho más que liderazgo tecnológico: es el futuro mismo del equilibrio entre progreso y responsabilidad.
Fuente: WhiteHouse