
“ChatGPT quiere ser el nuevo sistema operativo”: qué aporta, qué arriesga y cómo se compara con los OS de la ciencia ficción
OpenAI ha cruzado un umbral estratégico: ChatGPT dejó de ser solo un chatbot para convertirse en una capa de orquestación donde conviven aplicaciones embebidas, un Apps SDK para construir interfaces dentro de la conversación y agentes capaces de ejecutar tareas de principio a fin. El objetivo es ambicioso: erigir una interfaz única para trabajar, comprar, aprender o diseñar sin abandonar el hilo del diálogo. En la práctica, un “meta-sistema operativo” conversacional que se superpone al escritorio, al navegador y, cada vez más, a los servicios críticos del día a día. La propuesta tiene brillo y aristas. Por un lado, menos fricción: en lugar de abrir cinco pestañas, el usuario expresa una intención (“prepara un viaje con dos escalas y ajusta