En la carrera global por la inteligencia artificial (IA), Estados Unidos ha decidido endurecer su estrategia con controles de exportación para limitar el acceso de China a chips avanzados. Sin embargo, voces autorizadas del sector tecnológico advierten que esa táctica podría no solo ser insuficiente, sino incluso contraproducente. Entre ellas, la de Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, que en una reciente entrevista concedida a CNBC lanzó una advertencia clara: por muchas barreras que se levanten, China ha demostrado que es capaz de avanzar, aunque sea con pasos lentos, pero seguros.
“Mi instinto es que no funciona”
Altman fue tajante al cuestionar la eficacia de estas medidas:
“Mi instinto es que eso no funciona. Puedes controlar la exportación de una cosa, pero quizá no sea la correcta. La gente puede construir fábricas o encontrar atajos”.
La administración de Joe Biden lleva más de dos años bloqueando la venta de GPU avanzadas de Nvidia y AMD a China, como las H100, H20 o MI308. El objetivo oficial era frenar la capacidad de entrenamiento de modelos de IA a gran escala, protegiendo la ventaja competitiva de Silicon Valley. Pero, como señaló Altman, el resultado parece estar siendo muy distinto.
DeepSeek, el ejemplo que contradice las sanciones
El contraejemplo más evidente es DeepSeek, el modelo de lenguaje desarrollado en China sin acceso a chips de última generación. Aunque no alcanza el nivel de GPT-4 o de Claude Sonnet, sí ha demostrado capacidades notables en tareas de programación y razonamiento lógico.
Este avance no es anecdótico: es la prueba de que China encuentra soluciones alternativas, ya sea mediante la optimización de algoritmos, el uso masivo de chips menos potentes en paralelo o la búsqueda de arquitecturas diferentes.
La metáfora de “poner puertas al campo” cobra fuerza aquí: las restricciones pueden ralentizar, pero no detener el proceso. El país asiático ya lo ha demostrado en sectores como las telecomunicaciones 5G o la energía solar, donde, a pesar de los vetos, ha terminado por liderar la producción mundial.
Jensen Huang coincide con Altman
Sam Altman no está solo en esta visión. Jensen Huang, CEO de Nvidia, lleva tiempo insistiendo en que los controles de exportación son un error estratégico.
Según Huang, impedir a China acceder a chips avanzados no frena su desarrollo, sino que le obliga a invertir más en crear su propia industria, acelerando la independencia tecnológica. Además, Estados Unidos pierde parte de su peso económico al dejar de vender a un mercado tan enorme.
El contrabando también juega un papel: se calcula que solo en el último trimestre entraron en China más de 1.000 millones de dólares en GPU vetadas, con revendedores ofreciendo incluso modelos aún no lanzados oficialmente, como el B300.
Energía: la baza oculta de China
Uno de los factores diferenciales es la capacidad energética. Entrenar modelos de IA consume cantidades gigantescas de electricidad. En Estados Unidos, la red eléctrica empieza a dar síntomas de agotamiento, con cuellos de botella en regiones como Texas y Virginia.
China, en cambio, cuenta con una infraestructura energética colosal y diversificada, que incluye carbón, renovables, hidroeléctrica y energía nuclear en expansión. Esto significa que, aunque sus chips no sean tan eficientes, puede compensar con pura fuerza bruta: más chips, más consumo eléctrico y más datos disponibles para entrenar sus sistemas.
Estrategia a largo plazo: la soberanía tecnológica
La visión de Pekín es clara: lograr una autosuficiencia tecnológica total para 2030. No se trata solo de chips, sino de todo el ecosistema.
China impulsa desde herramientas EDA propias para el diseño de semiconductores hasta centros de computación inteligente, pasando por fabricantes nacionales como Huawei o Empyrean Technology. Cada paso puede parecer más lento que en Occidente, pero cada paso es firme y acumulativo.
Altman lo resume bien: no se trata solo de quién va por delante en un momento dado, sino de qué país construye mejor las bases para sostener el liderazgo en el largo plazo.
Europa, el actor rezagado
En medio de este pulso, Europa corre el riesgo de quedarse en tierra de nadie. La European Chips Act busca recuperar capacidad industrial en semiconductores, pero los proyectos avanzan con lentitud frente a la velocidad de inversión en Estados Unidos y China.
Mientras tanto, las empresas europeas dependen de proveedores externos, y la región se perfila como un mero consumidor dependiente, sin un papel protagonista en la guerra tecnológica que marcará el futuro.
Los expertos coinciden en que si Europa no acelera, quedará fuera del tablero de la inteligencia artificial soberana.
El paralelismo histórico: una nueva Guerra Fría tecnológica
La situación recuerda inevitablemente a la Guerra Fría, cuando la carrera espacial simbolizaba la lucha entre Estados Unidos y la URSS. Hoy, la pugna es por el liderazgo en inteligencia artificial.
Las sanciones pueden retrasar a China, pero difícilmente podrán detener su avance. El país asiático ha demostrado que, incluso con pasos más lentos, es capaz de llegar lejos. Y la historia demuestra que la constancia suele imponerse.
FAQ
1. ¿Por qué Sam Altman cree que los controles de exportación no funcionan?
Porque siempre existen alternativas: construir fábricas locales, recurrir a mercados negros o apostar por arquitecturas diferentes. Para Altman, la innovación china terminará encontrando caminos para avanzar.
2. ¿Cómo ha respondido China a estas restricciones?
Con proyectos como DeepSeek, que demuestra que es posible entrenar modelos de lenguaje sin acceso a chips de última generación, y con un impulso masivo a la producción nacional de hardware y software.
3. ¿Qué papel juega la energía en esta carrera tecnológica?
Es clave. China dispone de una infraestructura energética gigantesca que le permite sostener el consumo desmedido de la IA, mientras Estados Unidos sufre limitaciones crecientes en su red eléctrica.
4. ¿Qué opina Nvidia sobre la política de EE. UU.?
Su CEO, Jensen Huang, sostiene que los controles debilitan a EE. UU. económicamente y aceleran la independencia de China, en lugar de frenar su avance.
5. ¿Qué riesgos enfrenta Europa en este contexto?
Si no acelera en la inversión en semiconductores y computación, corre el riesgo de quedar como un actor secundario, dependiente de Estados Unidos y Asia para tecnologías críticas.
6. ¿Cuál es la meta de China a largo plazo?
Lograr para 2030 una autosuficiencia tecnológica completa en inteligencia artificial y semiconductores, consolidándose como líder mundial en este campo.