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Rusia bloquea temporalmente Cloudflare en un ensayo de soberanía digital y control cibernético

Rusia ha dado un nuevo paso hacia su estrategia de independencia digital con el bloqueo temporal de los servicios de Cloudflare, una de las principales plataformas de infraestructura web y distribución de contenido (CDN) a nivel mundial. La decisión, impulsada por el organismo regulador Roskomnadzor, ha encendido el debate sobre el grado de control que el gobierno ruso pretende ejercer sobre su ciberespacio y su capacidad real para operar de forma autónoma, al margen de la infraestructura global de internet.

El origen del conflicto se remonta a noviembre de 2024, cuando el Centro de Monitorización y Control de Internet (CMU SSOP), dependiente de Roskomnadzor, denunció públicamente la adopción del protocolo Encrypted ClientHello (ECH) por parte de Cloudflare. Este protocolo, diseñado para proteger la privacidad de las conexiones cifradas, dificulta la interceptación y monitorización del tráfico por parte de terceros, algo que las autoridades rusas calificaron como una amenaza directa a la “soberanía digital” del país. Como respuesta inicial, Rusia bloqueó todas las conexiones cifradas que utilizaban ECH, un movimiento que dejaba entrever futuras restricciones más severas.

En diciembre de 2024, el gobierno ruso dio un paso más, organizando pruebas de desconexión total en varias regiones remotas del país. El objetivo era evaluar si los servicios públicos, empresas estratégicas y organismos gubernamentales podían seguir funcionando sin acceso a servicios extranjeros ni a la infraestructura internacional de internet.

El ensayo más contundente se produjo en marzo de 2025, cuando Roskomnadzor ordenó el bloqueo parcial y temporal de la red de Cloudflare en ciertas zonas del país, comenzando en la región de Novosibirsk y extendiéndose a otros territorios del centro y este de Rusia. Según informes publicados por el medio Solidot, esta medida afectó de manera desigual a distintos proveedores de servicios de internet (ISP), dejando sin acceso a miles de sitios web y servicios que dependen de la infraestructura de Cloudflare para garantizar velocidad, seguridad y protección ante ciberataques.

Cloudflare detectó los problemas el 22 de marzo de 2025 y registró interrupciones que se prolongaron durante 11 horas consecutivas. Según datos de Cloudflare Radar, algunos proveedores, como ZSTTKAS (AS21127), vieron su tráfico HTTP caer casi a cero. Una vez finalizado el test, el acceso volvió a la normalidad, pero la señal había quedado clara: Rusia puede desconectar parte del internet global si así lo desea, al menos a nivel regional.

Un dato llamativo es que algunos usuarios consiguieron acceder a plataformas que utilizan Cloudflare a través de conexiones seguras basadas en el protocolo TLS. Esto sugiere que la medida de bloqueo se ejecutó a nivel de IPs específicas o mediante filtrado de tráfico, sin bloquear los dominios en sí ni afectar al tráfico basado en HTTPS SNI, una técnica que enmascara las solicitudes de dominio en conexiones cifradas.

La estrategia rusa forma parte de un plan más amplio, conocido como “Runet soberano”, cuyo objetivo es lograr un internet nacional autosuficiente, capaz de mantenerse operativo incluso en caso de desconexión forzada del resto del mundo. Esta política busca reducir la dependencia de proveedores extranjeros y protegerse ante sanciones internacionales o ciberconflictos.

Sin embargo, el bloqueo ha generado preocupación en la comunidad tecnológica y entre los defensores de un internet libre y abierto. Expertos advierten que el aislamiento digital puede impactar negativamente en la innovación, el desarrollo económico y la competitividad global del país. Además, limitar el acceso a infraestructuras críticas como Cloudflare podría aumentar la vulnerabilidad frente a ciberataques locales y comprometer la resiliencia de servicios públicos y privados.

En un contexto geopolítico marcado por tensiones y sanciones, Rusia continúa avanzando hacia un modelo de control estatal sobre su espacio digital. La gran incógnita es hasta qué punto esta estrategia fortalecerá su seguridad o, por el contrario, acabará aislando a su economía digital en un mundo cada vez más interconectado.

vía: Noticias de seguridad

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