La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el motor de la transformación digital del siglo XXI. Sin embargo, antes de ser la tecnología que hoy impulsa asistentes virtuales, diagnósticos médicos o modelos generativos capaces de escribir, dibujar y programar, fue un campo de investigación académica impulsado por tres científicos que hoy son conocidos como los padrinos de la IA: Geoffrey Hinton, Yoshua Bengio y Yann LeCun.
Su trabajo en redes neuronales profundas, galardonado con el Premio Turing en 2018 —considerado el “Nobel de la informática”—, sentó las bases del deep learning, el núcleo de los avances actuales. Pero lejos de limitarse al papel de investigadores, hoy se han convertido también en voces críticas y, en ocasiones, divergentes, sobre cómo la IA debe evolucionar y qué riesgos implica para la humanidad.
Geoffrey Hinton: el pionero preocupado
Británico-canadiense, Hinton fue quien demostró que las redes neuronales profundas podían entrenarse de manera eficaz gracias a la técnica de backpropagation. Su trabajo abrió la puerta a que sistemas como ChatGPT o MidJourney existan hoy.
Tras una década en Google, Hinton sorprendió en 2023 al abandonar la compañía para hablar con libertad sobre los peligros de la IA. Sus advertencias son cada vez más contundentes:
- Predice desempleo masivo por la sustitución del trabajo humano.
- Señala al capitalismo como motor de la desigualdad tecnológica.
- Defiende que el gran reto no es solo económico, sino existencial, porque la pérdida de propósito laboral puede derivar en pérdida de dignidad humana.
Para Hinton, la IA puede ser “increíblemente buena o increíblemente mala”, dependiendo de cómo se gestione su despliegue.
Yoshua Bengio: el defensor de la ética y la regulación
Profesor en la Universidad de Montreal, Bengio es considerado el más humanista de los tres padrinos. Su investigación en modelos generativos y aprendizaje profundo ha sido fundamental para el desarrollo de sistemas de IA capaces de crear texto, imágenes o voz.
En los últimos años, Bengio ha enfocado su discurso en la ética de la IA y en la necesidad de regulación internacional.
- Ha advertido que los modelos de lenguaje avanzados pueden ser usados con fines militares o de desinformación.
- Reclama transparencia y auditoría independiente de las grandes tecnológicas.
- Defiende un desarrollo de la IA alineado con valores democráticos y centrado en el bienestar humano.
Para Bengio, el mayor riesgo no es solo la automatización, sino la posibilidad de perder el control sobre sistemas cada vez más complejos.
Yann LeCun: el optimista rebelde
Nacido en Francia y actual Chief AI Scientist de Meta, LeCun es el más optimista de los tres. Considerado el padre de las redes convolucionales, fundamentales en el reconocimiento de imágenes, defiende que la IA será una herramienta de progreso sin precedentes.
LeCun mantiene posturas en ocasiones enfrentadas con sus colegas Hinton y Bengio:
- Rechaza la idea de que los sistemas actuales sean un riesgo existencial para la humanidad.
- Cree que estamos aún en una fase temprana, con modelos que distan mucho de una inteligencia general.
- Defiende que la IA puede mejorar la productividad, democratizar el conocimiento y ampliar las capacidades humanas en lugar de reemplazarlas.
Su visión choca con las advertencias catastrofistas, pero refleja la tensión que existe incluso entre quienes hicieron posible esta revolución.
Tres visiones, un mismo legado
Los padrinos de la IA simbolizan tanto la esperanza como la incertidumbre que rodea a esta tecnología. Hinton advierte del riesgo de un futuro sin dignidad laboral; Bengio exige reglas claras y éticas; LeCun confía en que el progreso será positivo si se gestiona con responsabilidad.
Lo que une a los tres es el reconocimiento de que la IA no es solo una cuestión técnica, sino un fenómeno social, económico y político que marcará la vida de generaciones enteras.
Su legado científico ya es innegable. La gran incógnita es si sus advertencias —y diferencias— serán escuchadas a tiempo por gobiernos, empresas y sociedades antes de que la IA deje de ser una promesa y se convierta en un desafío incontrolable.