Los fabricantes de móviles se piensan muy en serio resucitar la microSD para frenar la “tormenta perfecta” de la memoria

La escena parecía superada: ranuras para tarjetas microSD desapareciendo de la mayoría de smartphones, especialmente en las gamas media y alta, en favor de diseños más limpios y almacenamiento interno cada vez más generoso. Pero la combinación explosiva de la inteligencia artificial en el móvil y la escalada de precios de la memoria ha cambiado las reglas del juego. Tanto, que varios fabricantes ya estarían valorando dar marcha atrás y recuperar la microSD como válvula de escape para contener costes.

La señal ha llegado, cómo no, desde China. En la red social Weibo, filtradores muy seguidos en la industria apuntan a que distintos fabricantes están evaluando seriamente volver a incluir ranuras microSD en modelos de gama baja y media a partir de 2026. El motivo no es nostalgia tecnológica, sino pura supervivencia económica: la memoria se ha convertido en uno de los componentes más tensionados del hardware móvil.

DRAM por las nubes: la IA dispara el coste de la memoria

El origen del problema está en la DRAM, la memoria RAM que utilizan tanto smartphones como PCs y servidores. La demanda se ha disparado con la carrera por la inteligencia artificial: centros de datos llenos de GPUs, PCs “AI-ready” y móviles que empiezan a ejecutar modelos de IA generativa de forma local compiten todos por el mismo recurso.

Firmas de análisis como TrendForce hablan de subidas de más del 75 % interanual en los precios de contrato de DRAM para el cuarto trimestre de 2025, con un impacto directo del 8–10 % en el coste total de fabricación de un smartphone medio.

En el texto que ha circulado en foros especializados se ponía un ejemplo muy gráfico: un módulo de 12 GB de LPDDR5X que a principios de año rondaba los 33 dólares estaría ya cerca de los 70 dólares a finales de 2025. No es una anécdota: en muchos móviles, la memoria (RAM + almacenamiento) puede representar del 10 al 20 % del coste del “bill of materials” (BOM). Con márgenes ya ajustados, especialmente en gamas media y de entrada, el impacto es brutal.

Recortar en RAM no es una opción sencilla. La IA local exige cada vez más memoria —y rapidez— para ejecutar modelos complejos, gestionar varias apps a la vez y evitar una experiencia lenta o inestable. Nadie quiere vender en 2026 un “smartphone de IA” con 4 GB de RAM.

El almacenamiento, en cambio, sí ofrece más margen de maniobra.

Menos almacenamiento interno… y el regreso de la ranura microSD

La jugada que algunos fabricantes estarían barajando es clara: reducir la capacidad de almacenamiento base (por ejemplo, de 256 a 128 GB o incluso a 64 GB) y compensarlo con la vuelta de la ranura microSD. Es una forma de contener el precio final del dispositivo sin tocar la RAM, que es crítica para rendimiento e IA.

Esto encaja especialmente bien en la gama baja y media, donde cada euro cuenta y donde el grueso de las ventas globales sigue concentrándose. Ofrecer un modelo de 64 GB con ranura microSD permite mantener un PVP agresivo y dejar en manos del usuario la decisión de ampliar almacenamiento con una tarjeta externa si lo necesita.

El esquema probable a partir de 2026 podría ser algo así:

  • Modelos de entrada con 64 o 128 GB + ranura microSD.
  • Versiones superiores con 256 GB o más, también con ranura pero a precios sensiblemente mayores.
  • Gamas altas y “flagships” manteniendo el almacenamiento generoso interno (256–512 GB o más) y, quizá, en muchos casos, sin microSD para proteger diseño, estanqueidad y velocidades máximas.

La microSD de 2026 no es la misma que la de 2015

Hay otro factor importante: las tarjetas han evolucionado. Ya no se habla solo de microSD clásicas, sino de estándares como microSD Express (SD 7.1), capaces de alcanzar velocidades de lectura de hasta 800 MB/s y escritura de unos 700 MB/s, como demuestran los modelos más recientes de fabricantes como ADATA o Samsung.

Ese rendimiento, apoyado en interfaces PCIe y protocolos tipo NVMe, acerca mucho más la experiencia a la de la memoria interna UFS de los móviles modernos. No será exactamente lo mismo, pero la brecha de rendimiento se reduce, especialmente para el usuario medio que usa la tarjeta sobre todo para fotos, vídeos, descargas y algo de multimedia.

En la práctica, esto significa que un smartphone económico con 64 GB internos y una microSD Express de 256 o 512 GB podría ofrecer una experiencia razonablemente fluida de almacenamiento masivo sin disparar el coste del terminal.

Ventajas y peajes para el usuario

Para el consumidor, el potencial regreso de la microSD tendría una cara claramente positiva:

  • Mayor libertad de elección: comprar un móvil más barato y ampliar almacenamiento cuando y como quiera.
  • Reutilización: reciclar tarjetas de dispositivos antiguos, cámaras o consolas.
  • Menor coste por gigabyte: una microSD de 512 GB o 1 TB suele ser más barata que la diferencia de precio entre dos versiones de un mismo móvil con esas capacidades integradas.

Pero también hay peajes técnicos que conviene no olvidar:

  • Rendimiento desigual: incluso con microSD rápidas, la memoria interna seguirá siendo más consistente para apps pesadas y juegos exigentes.
  • Fiabilidad y fragmentación: extraer y mover tarjetas, o usar modelos muy baratos, aumenta el riesgo de corrupciones y pérdidas de datos.
  • Limitaciones de Android: aunque el sistema ha mejorado, no todas las apps gestionan igual de bien el almacenamiento externo, y algunos fabricantes siguen capando funciones (como instalar apps completas en la tarjeta).

La clave estará en cómo planteen los fabricantes la experiencia: si venden la microSD como un plus para “contenido” (fotos, vídeo, copias offline) y mantienen el núcleo de apps y sistema en los 64/128 GB internos, la fórmula puede funcionar sin frustraciones mayores.

AI phones caros… y gamas medias al límite

En paralelo, la escalada de la memoria también presiona al segmento de gama alta. Informes recientes sugieren que incluso grandes fabricantes como Samsung están debatiéndose internamente entre mantener capacidades generosas de RAM y almacenamiento para sus futuros “AI phones” —como la esperada familia Galaxy S26— o subir aún más los precios de salida para compensar el coste de memoria en plena fiebre de la IA.

En este contexto, la vuelta de la microSD no es solo nostalgia: es un mecanismo para evitar que la gama media, la que sostiene las cifras globales, se vuelva directamente prohibitiva.

¿Moda pasajera o cambio estructural?

La gran incógnita es si este posible regreso de la microSD será un parche temporal mientras dura el “shock” de precios, o si marcará un giro más duradero en el diseño de los smartphones.

Si la escasez relativa de DRAM se prolonga —y muchos analistas creen que los precios seguirán altos varios años, mientras los grandes fabricantes de chips priorizan memorias más rentables para IA—, la presión para recortar almacenamiento interno será constante. En ese caso, la ranura microSD podría convertirse de nuevo en un estándar de facto en gamas bajas y medias, especialmente en mercados emergentes donde el precio manda.

En cualquier caso, el movimiento encaja con una tendencia de fondo: un 2026 en el que los móviles serán más inteligentes gracias a la IA… pero también más caros por dentro. Y entre sacrificar prestaciones o devolverle al usuario una vieja conocida como la microSD, muchos fabricantes parecen tener claro qué opción duele menos.


Preguntas frecuentes

¿Por qué están subiendo tanto los precios de la memoria en los smartphones?
Principalmente por la combinación de dos factores: la recuperación de la demanda de móviles tras años flojos y, sobre todo, el auge de la inteligencia artificial, que consume enormes cantidades de memoria DRAM en centros de datos, PCs y dispositivos móviles. Los grandes fabricantes de chips han reducido capacidad en productos menos rentables y priorizan memorias de alto margen, lo que tensiona la oferta y dispara los precios.

¿Tiene sentido comprar un móvil con 64 GB si lleva ranura microSD?
Depende del uso. Para quien instala pocas apps pesadas y guarda sobre todo fotos, vídeos y archivos, un modelo de 64 GB con microSD puede ser suficiente si se acompaña de una tarjeta de 128–256 GB. Sin embargo, para juegos exigentes, captura de vídeo 4K/8K o uso intensivo de IA local, 128 GB internos empiezan a ser un mínimo más razonable.

¿Qué ventajas tiene una microSD Express frente a una microSD tradicional?
La microSD Express utiliza una interfaz basada en PCIe y NVMe, lo que le permite alcanzar velocidades de lectura y escritura muy superiores, en el entorno de los cientos de MB/s. Esto reduce los cuellos de botella al mover vídeos 4K, librerías multimedia grandes o datos de juegos. En la práctica, acerca más la experiencia a la del almacenamiento interno UFS del móvil, aunque sigue sin ser idéntica.

¿Volverán también las ranuras microSD a los gama alta?
Es menos probable. Los modelos “flagship” suelen priorizar diseño, resistencia al agua y velocidades máximas, y los fabricantes han usado la ausencia de microSD como argumento para justificar configuraciones internas grandes (256–512 GB o más) y vender versiones superiores. Lo más realista es que el gran retorno de la microSD se concentre en gamas baja y media, donde cada euro cuenta y el usuario está más dispuesto a gestionar almacenamiento externo.

vía: elchapuzasinformatico, wccftech y Weibo

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