Un mundo más cálido afectará la resistencia de los graneros de bits, advierten los consultores
Más de la mitad de los principales centros de datos del mundo enfrentan riesgos crecientes por el aumento de las temperaturas globales, según revela una nueva investigación que advierte sobre el futuro de la infraestructura digital crítica para las empresas modernas.
La amenaza silenciosa de la crisis climática
El 56% de los 100 principales centros de datos del mundo ya se encuentran en la categoría de riesgo «alto» o «muy alto» por días de grado de refrigeración, una métrica que mide con qué frecuencia las temperaturas superan los umbrales que activan los requisitos de enfriamiento. La consultora especializada Maplecroft, que analiza riesgos que afectan a empresas e inversores globales, proyecta un panorama alarmante: bajo un escenario de altas emisiones, este porcentaje aumentará al 68% para 2040 y al 80% para 2080.
Esta investigación llega en un momento especialmente oportuno, mientras amplias zonas de Europa continúan soportando olas de calor que baten récords, aunque sus conclusiones se refieren principalmente al final de esta década y períodos posteriores.
El desafío del enfriamiento: una carrera contra el reloj
Los centros de datos, conocidos coloquialmente como «graneros de bits», están experimentando una presión sin precedentes. Aproximadamente tres cuartas partes de los centros de datos del mundo tendrán que satisfacer demandas de refrigeración significativas y crecientes durante períodos más largos cada año, lo que resultará en mayor uso de agua, energía y costos operativos.
Las cifras son contundentes: los 100 principales centros de datos verán en promedio un aumento del 83% en los días de grado de refrigeración entre 2030 y 2080. Este incremento no es meramente estadístico; tiene consecuencias reales y tangibles para las operaciones empresariales globales.
Las olas de calor ya representan un riesgo importante. Durante los picos de temperatura extrema, los operadores pueden verse obligados a apagar servidores para prevenir daños por sobrecalentamiento, causando interrupciones del servicio. En 2022, las olas de calor del verano en Reino Unido y Estados Unidos provocaron que varios centros de datos se desconectaran, interrumpiendo negocios que dependían de servidores basados en la nube.
La crisis del agua: un recurso cada vez más escaso
El agua se ha convertido en un elemento crítico para el funcionamiento de estos centros. Un centro de datos de tamaño medio utiliza aproximadamente 300.000 galones (1,4 millones de litros) de agua al día, y estos requisitos solo aumentarán a medida que suban las temperaturas.
La situación se agrava cuando se considera la distribución geográfica del problema. Para 2030, el 52% de los centros de datos globales están categorizados como enfrentando riesgo «alto» o «muy alto» en el Índice de Estrés Hídrico, que evalúa el uso total de agua en relación con el flujo anual total disponible. Para 2050, esta cifra aumenta al 58%.
Geografía del riesgo: los puntos calientes globales
La investigación revela patrones geográficos preocupantes. Bajo el escenario SSP5-8.5, todos los centros de datos en Asia-Pacífico y Oriente Medio caen dentro de la categoría de riesgo «alto» o «muy alto» para 2040. En América del Norte, el porcentaje de centros de datos en las dos categorías de mayor riesgo aumentará del 55% actual al 71% en 2040 y al 90% en 2080.
Las ciudades más vulnerables incluyen Abu Dhabi, Dubai e Estambul, todas calificadas como de riesgo «muy alto» para 2030. En África, Lagos, Johannesburgo y Nairobi están proyectadas para la misma categoría para 2050, mientras que la mitad de los principales centros de datos de América del Norte tendrán puntuaciones de riesgo «alto» o «muy alto» para el estrés hídrico en solo cinco años.
El dilema energético: consumo en espiral
Los centros de datos ya están ejerciendo presión sobre las redes eléctricas mundiales. Actualmente representan alrededor del 1.5% de la demanda eléctrica global, pero para 2030 se espera que alcance el 3%. La refrigeración actualmente representa hasta el 40% de esta demanda, pero esto aumentará a medida que suban las temperaturas.
El calor extremo reduce la eficiencia de la transmisión de energía, presentando una complicación adicional para la infraestructura energética ante una demanda creciente. Los centros de datos son sensibles a las variaciones en el suministro, por lo que la energía constante es clave para reducir los riesgos de interrupción.
Implicaciones para las empresas: más allá de la tecnología
«Los centros de datos ahora forman la columna vertebral digital de los negocios», explica Laura Schwartz, analista senior de Asia en Maplecroft. «En una economía siempre conectada y globalmente integrada, comprender toda la gama de riesgos que pueden impactar su resistencia es un imperativo a nivel de junta directiva que necesita ser mapeado hoy y hacia el futuro».
Los riesgos van más allá de la disponibilidad técnica. El conflicto por el acceso al agua con las comunidades locales puede generar disturbios, convirtiéndose en un problema político que puede amenazar la licencia social para operar y las reputaciones de las organizaciones que utilizan sitios afectados para servicios digitales.
Innovación y adaptación: la carrera por soluciones
Los operadores de centros de datos están innovando soluciones para aumentar la resistencia y compensar las preocupaciones de sostenibilidad, pero el aumento de las temperaturas incrementa estos desafíos. La responsabilidad recae tanto en operadores como en clientes e inversores para evaluar las amenazas climáticas crecientes, junto con factores de riesgo social y político.
Perspectivas futuras: preparándose para lo inevitable
Los centros de datos son inversiones a largo plazo que estarán sujetas a cambios en el panorama de riesgo a través de una gama de problemas durante su vida útil. Anticipar dónde emergerán estos riesgos es una preocupación estratégica para todas las organizaciones globales que operan o utilizan estos servicios.
El cambio climático está creando un desafío dual para la industria de centros de datos: las instalaciones deben adaptarse simultáneamente al aumento de las temperaturas mientras gestionan su propia contribución al calentamiento global a través del mayor consumo de energía.
Esta investigación subraya una realidad incómoda: la infraestructura digital que sustenta nuestra economía moderna está en una carrera contra el tiempo para adaptarse a un clima cambiante, con implicaciones que van mucho más allá del sector tecnológico y tocan el corazón mismo de cómo operan las empresas en el siglo XXI.
vía. maplecroft