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La revolución de los servidores 100G: el poder no sirve de nada si la red te frena

Vivimos en una era donde la velocidad de la información es clave. Y en el mundo digital, los servidores de 100G —capaces de transmitir datos a 100 gigabits por segundo— representan una auténtica revolución. Son máquinas diseñadas para mover cantidades masivas de información a una velocidad asombrosa, fundamentales en aplicaciones como la inteligencia artificial, el streaming o los videojuegos online.

Pero hay un problema: la velocidad del servidor no basta si la red que lo conecta con el mundo es lenta.

¿Qué es la latencia y por qué importa?

Cuando haces clic en un vídeo o abres una página web, los datos tienen que viajar a través de redes físicas (cables, routers, centros de datos…). La latencia es el tiempo que tarda esa información en ir y volver entre tu dispositivo y el servidor.

Aunque los datos viajan a la velocidad de la luz, la distancia geográfica, la congestión de red y la calidad del equipamiento pueden añadir retrasos. Y si estás lejos del servidor o tu red tiene muchos obstáculos, da igual que el servidor sea ultra rápido: el vídeo puede tardar en cargar, el juego se puede congelar y la videollamada cortarse.

¿Qué papel juegan los protocolos?

Para que todo funcione, internet utiliza “protocolos”, reglas que determinan cómo se mueven los datos. Los tres más comunes son:

  • TCP (Transmission Control Protocol): Fiable y seguro, pero más lento. Asegura que los datos lleguen en orden, pidiendo confirmación en cada paso.
  • UDP (User Datagram Protocol): Mucho más rápido, pero menos fiable. Ideal para vídeo en directo o juegos, donde importa más la inmediatez que la precisión absoluta.
  • QUIC: Un protocolo más moderno, que combina la velocidad de UDP con mecanismos inteligentes de control para evitar retrasos innecesarios. Está ganando terreno en aplicaciones como el streaming, los videojuegos o la navegación web avanzada.

¿Por qué los servidores de 100G necesitan baja latencia?

Un servidor 100G puede mover datos a una velocidad brutal. Pero si la latencia es alta, pierde eficacia. Es como tener un Ferrari en una carretera llena de semáforos en rojo. Puedes acelerar, pero no vas a llegar antes.

Cuando las aplicaciones necesitan tiempo real (por ejemplo, en bolsa, en realidad virtual o en juegos en la nube), la latencia es incluso más importante que la velocidad de transferencia. Un retraso de 200 milisegundos puede ser la diferencia entre ganar o perder.

El papel del edge computing

Una de las estrategias para reducir latencia es acercar los servidores al usuario. Es lo que se conoce como edge computing o “computación en el borde”. En lugar de depender de grandes centros de datos situados en otros países o continentes, los servicios digitales se distribuyen en pequeños centros locales.

Así, por ejemplo, un usuario en Madrid puede conectarse a un servidor situado en la misma ciudad en lugar de hacerlo con uno en Frankfurt o Londres. Esto reduce drásticamente la latencia y mejora la experiencia del usuario.

Los retos en regiones emergentes

En lugares como América Latina, África o partes de Asia, la falta de infraestructura, la geografía complicada o las regulaciones locales pueden hacer que la latencia sea un problema mayor. Las conexiones móviles predominan, hay menos fibra óptica desplegada, y muchas veces los centros de datos están demasiado lejos de los usuarios.

Sin embargo, muchos operadores y empresas están invirtiendo en infraestructura regional, alianzas locales y tecnologías más flexibles para llevar la computación de alto rendimiento y la conectividad avanzada a estos mercados.

Conclusión: no es solo cuestión de velocidad, sino de proximidad e inteligencia

La revolución de los servidores 100G es real y transformadora, pero su éxito depende de algo más que de la potencia bruta. Reducir la latencia es el gran desafío para aprovechar todo su potencial. Esto implica desplegar redes más inteligentes, distribuir mejor la infraestructura y adaptarse a la geografía, las normativas y las necesidades reales de los usuarios.

Porque en el mundo digital, la velocidad importa, pero la latencia lo es todo.

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