La compañía impulsa una cadena de suministro propia para IA y procesadores móviles mientras EE. UU. intensifica restricciones comerciales
Huawei está levantando en Shenzhen una megafábrica de semiconductores que apunta a cambiar las reglas del juego en el ecosistema tecnológico chino. Según reveló el Financial Times y han confirmado otras fuentes del sector, el proyecto está destinado a aumentar la producción de chips Kirin y Ascend a través de su filial HiSilicon. Esta maniobra estratégica tiene como objetivo reducir drásticamente la dependencia de proveedores extranjeros y consolidar una cadena de suministro nacional enfocada en la inteligencia artificial y la computación avanzada.
En un contexto marcado por las restricciones impuestas por la Administración Trump y prolongadas por sus sucesores, China redobla esfuerzos para alcanzar la autosuficiencia tecnológica. Huawei, con el respaldo financiero del gobierno local, lidera ahora una iniciativa que podría convertirla no solo en fabricante de dispositivos, sino también en un actor clave en el sector de semiconductores.
Shenzhen: el epicentro del nuevo Silicon chino
La planta en construcción, según se ha informado, estará situada cerca de otras fundiciones relevantes como Pengxinwei y Shenzhen Pensun, lo que sugiere que Huawei no solo está construyendo una fábrica, sino que podría estar dando forma a un auténtico centro de fundiciones. Este polo de producción permitiría a la compañía coordinar de manera mucho más ágil su cadena de suministro y facilitar la colaboración con socios locales.
La megainstalación estaría preparada para producir chips Kirin —dirigidos al mercado móvil— y los procesadores Ascend —orientados a aplicaciones de inteligencia artificial— utilizando tecnologías de fabricación de 7 nanómetros, un nodo avanzado que hasta ahora parecía reservado a las grandes fundiciones globales como TSMC y Samsung.
Huawei, más allá del hardware: integración vertical total
Este nuevo paso confirma la transformación de Huawei en una empresa capaz de controlar todos los eslabones de la cadena tecnológica. Tal como apuntó Dylan Patel, fundador de la consultora SemiAnalysis, “Huawei se ha embarcado en un esfuerzo sin precedentes para desarrollar internamente todos los eslabones de la cadena de suministro de IA, desde los equipos de fabricación de obleas hasta la construcción de modelos. Nunca antes habíamos visto que una sola empresa intentara hacerlo todo”.
La compañía ya lidera la fabricación de hardware para IA en China, y con esta megafábrica busca independizarse también en los componentes clave que tradicionalmente ha tenido que importar. En paralelo, iniciativas como DeepSeek, apoyadas por Huawei, están desarrollando modelos de IA propios capaces de competir con OpenAI, sin necesidad de usar el costoso hardware de NVIDIA.
El rol del Estado y la presión geopolítica
Aunque Huawei no gestionará directamente la planta —las empresas SiCarrier y SwaySure asumirán esa función—, sí proporciona los recursos financieros, técnicos y de gestión que estructuran el proyecto. El respaldo institucional es evidente: el gobierno local de Shenzhen apoya la obra como parte de su estrategia nacional de independencia tecnológica, especialmente tras las sanciones que han limitado la exportación de tecnologías avanzadas desde EE. UU.
Para Washington, la evolución de Huawei representa un desafío mayúsculo. Incluso NVIDIA ha advertido al gobierno estadounidense que las restricciones podrían volverse contraproducentes, empujando al gigante asiático a desarrollar alternativas propias con mayor rapidez. A medida que el mercado chino deja de depender de proveedores extranjeros y se vuelca en productos nacionales, empresas como Huawei ganan cuota de mercado y aumentan su capacidad de inversión en I+D.
Un nuevo tablero global para los semiconductores
La megafábrica de Shenzhen no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia más amplia. China ha pasado de ser un comprador dependiente de chips extranjeros a controlar el 38 % de los equipos de fabricación de semiconductores a nivel mundial, según McKinsey. Este giro no solo desafía a EE. UU., Corea del Sur y Europa, sino que también reconfigura el equilibrio de poder en un sector clave para la economía digital.
En este nuevo escenario, Huawei se posiciona como el actor más ambicioso dentro del ecosistema chino. Su apuesta por una cadena de suministro totalmente integrada y autónoma no solo fortalece su posición frente a las sanciones, sino que podría redefinir el modelo de negocio de las grandes tecnológicas en todo el mundo.
Mientras tanto, la gran pregunta que queda en el aire es: ¿pueden las potencias occidentales contener esta aceleración industrial china o estamos ante el inicio de una nueva era tecnológica dominada por Pekín? La respuesta se empieza a fabricar, literalmente, en Shenzhen.