En pleno debate sobre descarbonización, vehículos eléctricos y objetivos climáticos, la realidad del petróleo continúa siendo incómoda: el mundo consume más de 100 millones de barriles al día y, lejos de caer, la demanda global tiende a crecer, especialmente impulsada por Asia. Ese fue uno de los mensajes más contundentes que dejó un webinar del Council on Foreign Relations (CFR) celebrado en abril de 2023 con la académica Carolyn Kissane (NYU), centrado en cómo la guerra de Ucrania, la política de la OPEP+ y la transición energética están reordenando el tablero.
El número impresiona por una razón muy simple: cada día esos más de 100 millones de barriles no solo deben producirse, también deben transportarse, refinarse y distribuirse. Y ahí es donde la geopolítica se convierte en infraestructura: rutas marítimas, oleoductos, seguros, sanciones, acuerdos bilaterales y decisiones de cartel. El petróleo no es únicamente un “commodity”; es un sistema logístico planetario que, si se tensiona, golpea directamente a la inflación, al crecimiento y a la estabilidad social.
OPEP+: recortes, precios y un recordatorio de dependencia
Uno de los puntos clave fue el impacto del recorte anunciado por la OPEP+, una alianza que ya no es la OPEP “clásica” porque incorpora a productores externos como Rusia. En aquel momento, la decisión de recortar producción actuó como un recordatorio para consumidores y gobiernos: en mercados ajustados, un recorte relativamente pequeño puede mover el precio y reavivar el fantasma de la inflación energética.
Ese efecto se amplifica cuando las economías entran en fases de desaceleración o coquetean con la recesión: energía más cara significa presión sobre empresas, mayor coste logístico, y menos margen para familias. Es la tormenta perfecta para gobiernos que intentan sostener crecimiento sin disparar el déficit.
Rusia sigue vendiendo: menos Europa, más Asia
Otro aprendizaje relevante es que las sanciones y embargos no han “apagado” el petróleo ruso. Lo que han hecho, sobre todo, es redibujar el mapa de compradores. Parte del crudo que antes fluía hacia Europa ha encontrado salida en mercados como China e India, en muchos casos con descuentos.
Esto no elimina el problema: lo transforma. Aparecen nuevas rutas, más intermediación y, en ocasiones, mecanismos para sortear restricciones (por ejemplo, en transporte marítimo, seguros o triangulación comercial). En términos económicos, el resultado es una cadena de suministro más compleja y, por tanto, más vulnerable a shocks.
Tres productores dominan, pero la demanda manda
En el análisis se insistió en un dato que explica muchas tensiones: los grandes productores y los grandes consumidores no siempre son los mismos.
- Productores líderes: Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia se mantienen como referencias estructurales.
- Grandes consumidores: Estados Unidos, China e India.
China, además, ha ido ganando peso como importador clave. Si su demanda repunta con fuerza en ciclos de reapertura económica, turismo y actividad industrial, el mercado lo nota rápido. En petróleo, la elasticidad es baja: subir producción lleva tiempo; recortar se hace en una reunión.
El petróleo no es solo gasolina: petroquímica y fertilizantes
Una idea que suele olvidarse en el debate público es que el petróleo no se consume únicamente en coches, aviones o camiones. También es materia prima de petroquímica, plásticos, productos industriales y componentes esenciales para sectores como la agricultura (por ejemplo, a través de insumos y cadenas asociadas a fertilizantes). Eso explica por qué, incluso durante los confinamientos por la COVID-19, la caída de demanda fue significativa… pero no “catastrófica” en términos históricos. El sistema se ralentiza, pero no se apaga.
Transición energética: avanza, pero no sustituye a la velocidad necesaria
El webinar planteó una tensión central: la transición energética progresa —con renovables, electrificación y eficiencia—, pero la demanda global de petróleo no cae al ritmo que muchos planificadores desearían. Y aquí entra un matiz importante: buena parte del crecimiento de demanda futura se concentra en regiones que aún necesitan más energía, no menos.
En África, por ejemplo, el reto es doble: expandir acceso a energía y hacerlo de forma sostenible. Pero hay un choque político-económico evidente cuando parte de la financiación internacional evita proyectos fósiles mientras esos países aún construyen infraestructura básica. Esto abre debates sobre equidad, desarrollo y soberanía energética.
La relación EE. UU.–Arabia Saudí ya no es la de antes
El histórico “petróleo por seguridad” nacido tras la Segunda Guerra Mundial se ha erosionado. Con la mayor producción estadounidense y un entorno geopolítico más multipolar, Arabia Saudí actúa con más autonomía, y eso se nota en decisiones coordinadas con la OPEP+. En términos de finanzas globales, esta evolución es crucial: cuando los principales actores energéticos dejan de alinearse automáticamente, el mercado incorpora una prima de incertidumbre.
¿Y la nuclear? Cero emisiones, pero a ritmos muy distintos
En el debate sobre descarbonización, la energía nuclear apareció como un actor inevitable en muchos escenarios de cero emisiones, pero con realidades nacionales muy diferentes: países que la refuerzan, otros que la frenan por oposición social, costes o riesgos políticos. La conclusión implícita: la transición no será uniforme, y eso complica tanto la planificación industrial como la estabilidad de precios de la energía.
Preguntas frecuentes
¿Por qué importa que el mundo consuma más de 100 millones de barriles al día?
Porque significa que el petróleo sigue siendo el “sistema circulatorio” de la economía global: producción, transporte, industria y consumo dependen de un flujo diario gigantesco. Cualquier interrupción se traduce rápidamente en precios más altos e inflación.
¿Qué cambia cuando Rusia vende más petróleo a Asia en lugar de a Europa?
Cambia el mapa logístico y financiero: aparecen nuevas rutas, intermediarios y dependencias. El crudo sigue circulando, pero con más complejidad… y eso puede aumentar el riesgo de shocks o cuellos de botella.
¿La transición energética hará bajar el precio del petróleo de forma estable?
No necesariamente. Si la demanda global no cae lo suficiente y la oferta se ajusta por decisiones políticas o falta de inversión, el precio puede mantenerse volátil. La transición reduce parte del consumo, pero el petróleo aún tiene usos industriales difíciles de sustituir a corto plazo.
¿Por qué la OPEP+ tiene tanto impacto en los mercados?
Porque coordina decisiones de oferta en un mercado donde reaccionar lleva tiempo. En un entorno de demanda alta y capacidad limitada, un recorte relativamente pequeño puede mover el precio y afectar a inflación, tipos de interés y crecimiento.