Los recientes apagones en Europa, el auge de las tecnologías de captura de carbono y los movimientos estratégicos hacia una energía descentralizada y segura marcan una nueva etapa para la transformación del sector energético.
El sistema energético mundial se enfrenta a un momento clave. En cuestión de semanas, una serie de acontecimientos han puesto en evidencia tanto su potencial de innovación como sus puntos más frágiles: desde los apagones que paralizaron parte del sur de Europa hasta el despegue definitivo de tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono (CCUS). Al mismo tiempo, la Comisión Europea acelera su estrategia para dejar atrás la dependencia de combustibles fósiles rusos. Todo esto ocurre en un escenario de digitalización acelerada, electrificación masiva y crecimiento exponencial de la demanda impulsada por la inteligencia artificial.
Apagones que cuestionan la resiliencia energética
A finales de abril, una caída súbita de la generación eléctrica en España provocó un apagón que afectó a servicios esenciales como el transporte público, los hospitales y los aeropuertos. La dimensión del impacto —millones de personas afectadas— puso de nuevo en el foco el riesgo sistémico que supone la fragilidad de las redes eléctricas en un mundo cada vez más dependiente de la energía digitalizada.
El auge de la IA generativa, los centros de datos, los vehículos eléctricos y las nuevas formas de producción distribuida (como el autoconsumo fotovoltaico) están tensionando una infraestructura que necesita urgentemente evolucionar hacia modelos más inteligentes, flexibles y resilientes.
Desde el World Economic Forum, la iniciativa Power System Transformation aboga por sistemas capaces de equilibrar oferta y demanda de forma sostenible, aprovechando tecnologías digitales como sensores, inteligencia artificial, almacenamiento distribuido y gestión predictiva.
Captura de carbono: del concepto a la realidad
La tecnología CCUS (captura, utilización y almacenamiento de carbono) avanza por fin del papel a los hechos. En 2024, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), se iniciaron o entraron en operación proyectos pioneros en sectores como el gas natural o la industria del cemento, históricamente difíciles de descarbonizar.
Entre los hitos más destacados:
- Reino Unido dio luz verde a la primera central de gas natural con captura de CO₂ integrada.
- En China, entró en funcionamiento el primer sistema de captura en una planta cementera.
- Indonesia y Kenia lanzaron sus primeros proyectos CCUS.
- Se desbloquearon nuevas vías de financiación para escalar esta tecnología.
Pero el camino es largo: para cumplir con los objetivos climáticos, la capacidad global de CCUS debería multiplicarse por más de 100 veces en las próximas décadas, alertan desde la IEA.
La UE redefine su independencia energética
En el plano geopolítico, la Comisión Europea se prepara para presentar su hoja de ruta para reducir progresivamente las importaciones de gas ruso, como parte de su estrategia de independencia energética. En paralelo, Estados Unidos y Noruega emergen como proveedores estratégicos de gas natural licuado (GNL), en un intento por diversificar los flujos y garantizar estabilidad frente a futuros conflictos.
Este giro se enmarca en el impulso a las energías limpias, el almacenamiento energético y el hidrógeno verde como piezas clave de la transición. En este sentido, países como Japón están desarrollando sociedades del hidrógeno, con proyectos piloto que abarcan desde la movilidad eléctrica hasta la industria pesada.
Ciberseguridad y automatización: doble desafío
La creciente digitalización del sector energético conlleva un aumento del riesgo de ciberataques. El caso del Colonial Pipeline en 2021 ya evidenció que una vulnerabilidad digital puede paralizar infraestructuras físicas clave. Y más recientemente, el apagón en la península ibérica ha generado sospechas sobre la necesidad de reforzar la ciberresiliencia de las redes interconectadas.
Con la expansión de los sistemas operativos conectados (OT), los sensores inteligentes y los algoritmos de predicción en tiempo real, proteger los activos digitales del sector se convierte en una prioridad estratégica. Las amenazas basadas en IA generativa, como deepfakes o phishing sofisticado, ya forman parte del arsenal de los atacantes.
Conclusión: hacia una energía inteligente, sostenible y segura
La confluencia de factores tecnológicos, geopolíticos y climáticos ha transformado el sector energético en uno de los ejes centrales del debate global. El reto no es solo garantizar el suministro, sino hacerlo de forma segura, eficiente y respetuosa con el medio ambiente.
En este contexto, tecnologías como la IA, el almacenamiento inteligente, la generación distribuida, los CCUS o los sistemas energéticos ciberseguros no son complementos: son la infraestructura crítica del siglo XXI.
La transición energética ya no es una opción. Es una carrera contrarreloj donde los países y empresas que inviertan en innovación marcarán la diferencia entre liderar el futuro o quedarse atrás.
Fuente: World Economic Forum y Noticias Madrid