China apuesta por los centros de datos submarinos: ¿revolución sostenible o quimera tecnológica?

La carrera global por la inteligencia artificial (IA) y la computación en la nube ha disparado la construcción de centros de datos. Estas instalaciones, responsables de almacenar información y procesar modelos de gran escala, se enfrentan a un dilema: consumen cantidades masivas de energía y agua para refrigeración. Frente a este desafío, China ha decidido sumergirse —literalmente— en una solución alternativa: los centros de datos submarinos.

La compañía Shanghai Hailanyun Technology (HiCloud) está construyendo en Shanghái un centro de datos a seis millas de la costa, alimentado por energía eólica. Su objetivo es reducir en al menos un 30 % el consumo eléctrico destinado a refrigeración, aprovechando el agua de mar para disipar el calor de los servidores.


El proyecto de Shanghái: un salto tecnológico con sello chino

La primera fase del centro de datos submarino de Hailanyun está valorada en 223 millones de dólares e incluye 198 racks, suficientes para entre 396 y 792 servidores de IA. Aunque su escala es modesta en comparación con un centro terrestre medio en China —que suele alcanzar entre 3.000 y 10.000 racks—, la compañía afirma que podrá ejecutar en un solo día un entrenamiento equivalente al modelo GPT-3.5 de OpenAI.

El sistema estará conectado casi en su totalidad a energía eólica marina (97 % de su consumo), lo que refuerza su apuesta por un modelo de bajo carbono.

Este enfoque se inspira en el Proyecto Natick de Microsoft (2015), cuando la compañía hundió un contenedor con más de 800 servidores frente a Escocia. Microsoft comprobó entonces que los módulos sellados y llenos de nitrógeno reducían fallos de hardware y mejoraban la eficiencia energética. Sin embargo, la empresa archivó el proyecto, limitándose a usarlo como banco de pruebas.


Comparación con el modelo estadounidense: el caso Colossus de xAI

Mientras China experimenta bajo el mar, en Estados Unidos el enfoque es radicalmente distinto. Elon Musk y xAI levantaron el centro de datos Colossus en Memphis (Tennessee) en tiempo récord y con costes sorprendentemente bajos, reutilizando infraestructuras industriales existentes.

Colossus recurre a un sistema de refrigeración híbrido:

  • Servidores GPU de Supermicro refrigerados con aguas residuales filtradas mediante el mayor biorreactor cerámico del mundo.
  • El resto de los servidores funcionan con refrigeración por aire tradicional.

La estrategia de Musk demostró que construir rápido y barato sigue siendo posible sin necesidad de soluciones tan disruptivas como el despliegue submarino. De hecho, muchos actores de la industria están presionando a contratistas tradicionales para replicar este modelo pragmático.

En este contexto, la gran incógnita es si la refrigeración marina compensa realmente los costes de instalación y mantenimiento frente a modelos de reutilización terrestre como Colossus.


Beneficios técnicos y limitaciones

Los centros de datos submarinos ofrecen ventajas teóricas:

  • Refrigeración natural: reducción significativa del gasto energético frente a sistemas de agua dulce o evaporación.
  • Ambiente controlado: el uso de atmósfera de nitrógeno reduce la corrosión y aumenta la fiabilidad.
  • Bajo impacto en la superficie: liberan suelo para otros usos y se integran en ecosistemas energéticos marinos.

Pero también presentan limitaciones:

  • Vida útil reducida: la obsolescencia tecnológica de servidores (3-5 años) resta valor a la longevidad del hardware.
  • Complejidad logística: instalación, mantenimiento y reparación son mucho más costosos que en tierra.
  • Riesgos ambientales y de seguridad: desde el calentamiento local del agua hasta posibles ataques acústicos capaces de dañar equipos, según estudios de 2024.

Impacto ambiental: ¿un arma de doble filo?

Hailanyun asegura que sus pruebas muestran un aumento de menos de 1 ºC en el agua circundante, un impacto “prácticamente insignificante”. Sin embargo, investigadores advierten que en escenarios de olas de calor marinas, el efecto podría intensificarse, reduciendo la concentración de oxígeno y poniendo en riesgo la biodiversidad.

El debate recuerda al caso de Microsoft, que documentó un calentamiento mínimo durante su proyecto Natick, aunque en entornos oceánicos más fríos y controlados.


Una apuesta estratégica para China

Más allá de la eficiencia, la iniciativa refleja la intención de Pekín de marcar el paso en infraestructuras digitales sostenibles y diferenciarse de Estados Unidos. Con Corea del Sur, Japón y Singapur estudiando opciones similares, los centros de datos oceánicos podrían convertirse en un nuevo frente de competencia tecnológica.

Zhang Ning, investigador de la Universidad de California, Davis, resume el panorama: «La cuestión no es tanto la viabilidad técnica, que ya está probada, sino la capacidad de resolver los retos regulatorios, ecológicos y logísticos. Y China está abordando estos desafíos a gran escala».


Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Por qué China construye centros de datos submarinos?
Para reducir el consumo de agua y energía en refrigeración, aprovechar energías renovables marinas y mostrar liderazgo en infraestructura digital sostenible.

¿Son más baratos que los centros de datos tradicionales?
No necesariamente. Aunque ahorran energía en refrigeración, los costes de instalación y mantenimiento submarino son mucho más altos que reutilizar infraestructuras terrestres, como demuestra el caso Colossus en EE. UU.

¿Qué impacto ambiental tienen?
Los estudios muestran un aumento mínimo de temperatura local, pero en escenarios de estrés climático podrían afectar negativamente a ecosistemas marinos.

¿Podrán sustituir a los centros de datos convencionales?
Es poco probable. Más bien serán un complemento estratégico en regiones costeras, especialmente cuando la sostenibilidad y la seguridad energética sean prioritarias.

vía: scientificamerican

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